Mi definición de problemas

¿ACASO ME TEMES?

Me encontraba sentada en un cómodo y gran sofá, de cuero negro.

Ante mí, tres pares de ojos, me observaban expectantes.

-¿Qué es eso que querías decirme Ally? - Preguntó mi madre, con su tono de voz suave.

-Yo…yo…- No podía hablar con claridad, el nerviosismo y la vergüenza me dominaban, Lion me observaba estudiando con diversión cada uno de mis movimientos, esperando pacientemente, a que dijese algo.

-¿Has encontrado una habitación de tu agrado? – Esta vez fue Louis quién preguntó, salvándome de mis propias vacilaciones.

-Oh si, venía a decirles eso – Mentí mientras mis mejillas se volvían completamente rojas, no era buena haciéndolo, pero no quería quedar en ridículo frente a aquel chico.

-He encontrado la habitación perfecta, la penúltima…la que tiene aquel balcón con vista al mar – Solo de recordar aquella imagen, una sonrisa se instaló en mis labios.

-Oh así que era eso… cualquiera que te hubiese visto bajar así, diría que habías visto un fantasma, no que encontraste la habitación ideal para ti – El tono divertido y burlón con el que hablo Lion me hizo enfadar, refunfuñando aparte mi vista de él.

No quería darle poder sobre mí, no podía mostrar debilidad ante un ser como él, se aprovecharía de cualquier situación, eso lo podía asegurar.

-Es la habitación vecina a la tuya Lion, se ve que tienen los mismos gustos, así será más fácil que logren llevarse bien. – Dijo su padre sonriéndonos a ambos.

Mientras yo no podía salir de mi asombro, pero ni loca dormiría cerca de aquel animal.

-Oh yo no lo sabía, aunque creo que no es de mi total agrado, quizás elija alguna otra habitación – No pude mirar al chico a los ojos, sabía que se estaría riendo de mí en estos momentos, era una cobarde lo sabía.

-¿Tienes miedo de que alguien entre por el balcón? ¿O que puedas caerte de el en un descuido? – Mis ojos casi se salieron de mi rostro por aquellas preguntas.

-Claro que no, no soy tan torpe para caer de el… y tampoco dejaría abierto para que alguien pudiera entrar -Contesté esta vez mirándolo directamente a los ojos.

Me estaba retando, caí en su juego sin siquiera darme cuenta.

-Entonces no veo problema en que conserves esa habitación – Mi madre participó de la conversación, con una sonrisa en sus labios, mientras observaba a Louis y seguía hablando.

-En una semana cumplirás tu mayoría de edad, debes de tomar clases de manejo para sacar tu permiso de conducir, mientras tanto Lion te llevara a donde necesites, debes de ir a inscribirte en la universidad, ya esta todo arreglado para que asistas a una de las mejores de la zona cariño, ¡te encantara! – Dijo para levantarse de su asiento, mientras daba un beso en mi mejilla y se disculpaba para retirarse junto con Louis, a desempacar sus cosas y organizarse.

Yo debía de hacer lo mismo, tenía que comenzar por resolver, con cual habitación me quedaría.

Cuando me disponía a salir del lugar, fui jalada con fuerza hacia un cálido cuerpo de musculatura firme.

Mis manos se posicionaron en su pecho de forma inconsciente, mientras observaba aquella mirada fría y obscura, sus labios se separaron, su lengua repaso la superficie del labio superior, mientras me estudiaba detenidamente.

-No puedes irte así, ¿acaso me temes? – Preguntó con diversión.

-¡Pues claro que no! Como crees, no te conozco… no te acerques así. – Demandé, forcejeando para que me soltara de una vez.

-Pues deberías temerme… – Dijo acercándose de forma peligrosa a mi rostro.

Creí que me besaría, estaba preparada para abofetearlo fuertemente si se atrevía a que sus labios hicieran contacto con los míos.

-Creó que me divertiré mucho contigo, serás mi nuevo juguete – Dijo en mi oído, mientras me mordía el cuello, de seguro dejando una marca en mi sensible piel.

Chillé una maldición, mientras el me soltaba de forma brusca, para irse sin mirarme nuevamente, sabía que se encontraba sonriendo, por el hoyuelo que pude distinguir cuando paso por mi lado.

Debía de mantenerme alejada de él, no era alguien bueno, se podía ver a simple vista, las perforaciones de sus orejas eran grandes, un piercing en su labio y su pelo despeinado lo hacían lucir temible pero extremadamente sexy, sus ojos negros ocultaban oscuros secretos.

Mi mano se posiciono cubriendo mi cuello, donde él me había mordido, ¿acaso tendría un fetiche con los vampiros? No me interesaba nada que tuviese que ver con él, pero quizás era alguien mental o emocionalmente desequilibrado.

Tratando de quitar sus palabras de mi mente, me dirigí escaleras arriba, para poder darme una ducha y desempacar mi equipaje.

Al estar cerca de la puerta, me apresuré a entrar, no quería toparme con aquel loco saliendo de su habitación.

Observé la vista por un largo tiempo, no era justo que me perdiera de este hermoso espectáculo, por temor a un crío con aires de chico malo que trataba de atemorizarme, no debía de permitir que me intimidara.




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