Capítulo Dos.
Muerta en Vida.
CHELSEA.
Puedes engañar a todos con una sonrisa y fingir que todo va a estar bien, con el fin de ocultar lo que el tiempo ha deshecho, pero al igual que con una mentira o un secreto, no podrás con eso para siempre.
Beverly Hills, California.
13 de julio del 2021.
2 días atrás...
Remitente: Chelsea Mills.
Destinatario: Para mi sobrina Alice Thompson.
No se necesita olvidar a un ser querido que ha fallecido, ni tampoco se debe evadir el tema cuando alguien quiere hablar de ello. Toma días, meses, hasta años asimilar que un familiar, amigo o enamorado ha dejado este mundo aun cuando somos conscientes de que todos vamos por el mismo camino.
Es de sabios reconocer que por más lamentos o reclamos que se hagan, no está en manos de nadie impedir que la muerte le llegue a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier sitio. La vida es fugaz y tan rápido como una persona nace, otra muere en su lugar.
Nadie sabe cuales son los problemas con los que una persona debe lidiar día a día, así que acepta la mano de quien te ofrece ayuda. No te imaginas cuánto le ha costado dedicarte algún mensaje de motivación que te sea de ayuda cuando un contratiempo, por más insignificante que parezca, está por terminar contigo.
No se trata de pasar página y que una persona te haga olvidar los problemas de la noche a la mañana. Primero tienes que permitirte sentir todas las emociones que conlleva el perder a un ser querido, para luego hablar del tema con alguien. No conmigo si no quieres, pero habla con un amigo o con un profesor y te prometo que tu corazón empezará a sentirse mejor.
Y por último, pero no menos importante, tienes que reconocer que no te correspondía rescatar una situación tan delicada como la de Gael, así como tampoco eres dueña de sus decisiones y pensamientos.
Solo sin culpas, sin ataduras y sin condenas, aprenderás a vivir con el dolor por su partida y tu alma conseguirá la paz que necesita.
Hasta que ese momento llegue, te prometo que siempre estaré contigo.
Te quiere,
Tu tía, Chelsea Mills.
⭒ ⭒ ⭒
Beverly Hills, California.
15 de julio del 2021 (Actualidad).
ALICE THOMPSON.
Después de tocar la puerta del despacho tres veces, mi padre me recibió. Se hizo a un lado para dejarme pasar, donde pude contemplar el gran estante de libros que estaba situado a un costado de la habitación. Estuve a nada de romper un jarrón que estaba a un filo de su escritorio, así que me apresuré a ponerlo en su lugar antes de que papá se diera cuenta y se enfadara conmigo.
Cerró la puerta con llave de modo que los dos nos quedamos a solas. Era triste ver como mamá nunca estaba involucrada cuando de discusiones importantes se trataba. Todo tenía una explicación y eso se debía a que para él, su esposa no tenía voz ni voto y su palabra no valía nada en la casa, razón por la que siempre le pedía no meterse en nuestros asuntos y mantenerse lo más alejada posible.
Papá se puso detrás de mí. Aprecié la figura de Cayden Thompson, un hombre que, sin importar los años, era imposible que pasara de los cuarenta. Traía todo el cabello recogido a un lado y en toda su coronilla se notaba la gran cantidad de gel que se había colocado. Vestía un esmoquin de color negro que no presentaba arrugas y en su mano portaba un lujoso reloj.
Sus manos se posaron detrás de mis hombros y en un tono de voz gutural y apático, murmuró:
—Feliz cumpleaños, Alice.
Solo porque no quería ser descortés, le correspondí:
—Gracias, papá.
No tuve una muestra de afecto hacia su persona puesto que, los gestos de amor y cariño nunca fueron parte de nuestra relación como padre e hija. Por otro lado, él tampoco trató de fingir que mi cumpleaños le causaba tampoco algún tipo de emoción. Solo caminó hacia la ventana y exclamó:
—Ese look te queda genial.
Sabía perfectamente por qué lo decía. Hace unas semanas, me fui a escondidas de él a una peluquería y le pedí a la estilista que me hiciera un corte escalonado hasta más arriba del pecho, aun cuando para papá, eso iba en contra de la feminidad.
Lo raro era que ya iba a ser un mes y papá no me había reclamado la tontería que hice. Tal vez lo olvidó o lo dejó pasar, o quizá ya se imaginaba cuál sería mi respuesta. Después de todo, desde hace mucho tiempo, pelear se había vuelto parte de nuestra relación.
Pero eso de venir a hablar conmigo en son de paz, no se lo creía ni él mismo. No cuando él siempre decía o hacía de todo para castigarme la existencia.
—¿No te parece que te has dado cuenta demasiado tarde?
Mi padre esbozó una sonrisa que dejó a la vista sus dientes, que empezaban a notarse más amarillentos de lo común, debido a la gran cantidad de café que tomaba en el día.
—Estás subestimando a tu padre, Jud. No te dije nada porque a fin de cuentas, no era como si pudiera hacer algo para enmendar el error. A la que sí le dio un infarto fue a la loca de tu madre... ¿Verdad? Porque ella si te dio tu estate quieta... y muy fuerte.
#1665 en Joven Adulto
#10794 en Novela romántica
autosuperacion, novelajuvenil amor, novelajuvenil romance superacion
Editado: 28.01.2024