"El alma no puede tener secretos sin que la conducta los revele.
-Giovanni Papini"
Si alguien me decía que iba a pasar por esto al venir a Phoenix les aseguro que no hubiese venido, en lo absoluto. Las fotos caen de mis manos, es ahí cuando me doy cuenta de que estoy temblando, mi respiración se ha acelerado y aunque sé que debo mantener la compostura frente a Victoria no es nada sencillo.
Noah me observa preocupado, y trato de regular mi respiración. Esto me paso a peor grado luego del accidente... ay no, no debo recordar eso ahora. Doy unos pasos atrás hasta chocar con uno de los carritos de medicamentos, Noah da un paso adelante con la mano suspendida para ayudarme pero luego retrocede.
Siento que alguien me sostiene de la espalda, es Victoria. Dios, hice que se levantara de su cama, eso hace que niegue con la cabeza y vuelva a pensar con claridad, le sonrío.
—Tranquila, solo que esto me sorprendió —Digo soltando un suspiro—. Ven, debes acostarte de nuevo —La llevo hasta su camilla y vuelve a sentarse en ella—, creo que esto no podemos ocultarlo más, Noah —El nombrado me mira.
—No lo sé, esto es demasiado raro. ¿Cómo esa persona sabes que hablaste con ella? —Pregunta haciendo un ademan hacia Victoria—. Viniste con el fiscal ¿A caso lo olvidaste? Él no me dio buena espina en ningún momento, y ahora mucho menos.
Cruzo los brazos frustrada.
— ¿No entiendes la gravedad de esto? —Pregunto alterada—. ¡Estamos en la mira de alguien peligroso! Esto no es un juego, no me voy a arriesgar más, mira a la pobre de Victoria recibiendo estas cosas porque nos involucramos.
Miro a Victoria la cual tiene la cabeza gacha, esto es nuestra culpa, ella está lastimada de una manera horrible, no quiero imaginar el pánico que debió sentir al ver la caja y recibir todo ese tipo de amenaza por parte de ese lunático. Debemos parar esto, solo espero que no sea demasiado tarde aún.
— ¡Esto no es culpa de ustedes! —Victoria llama nuestra atención al elevar la voz—. No piensen eso, yo... pase por cosas horribles por la culpa de un maldito loco que se aprovecho de alguien indefensa. Sandra tú lo tienes a él, no tengas miedo.
Casi me río, pero me contengo ¿Yo tengo a Noah? Más bien, Noah me tiene a mí. Con ese miedoso puedo apostar cualquier cosa a que si el asesino aparece frente a nosotros él será el primero en correr. Resoplo, creo que él se da cuenta de lo que estoy pensando porque su mirada no es para nada amigable.
—Claro —Digo con algo de sarcasmo—. Tengo a Noah.
Que Dios me ayude.
***
—¿Puedes calmarte?
Volteo en su dirección, Noah. En primer lugar volvió a dejarme tirada en el Hospital, esta vez no había una taxi esperándome así que tuve que llamarlo yo menos mal el Señor Nieves estaba esperándonos en la calle y pagó mi viaje porque me molestaba el hecho de que no quisiera dejarme subir en su maldito auto.
— ¿Calmarme? Un maldito psicópata quiere eliminarnos —Cierro la boca y miro mi alrededor—. Quién sabe si no está escuchándonos ahora.
Lo mejor sería hablar en su casa, no aquí afuera. Pero claro que él no me dejara entrar, eso me molesta todavía más y continúo subiendo las escaleras para entrar a mi casa.
—Deberías ser más valiente.
Me detengo y aprieto mis puños enojada. ¿Valiente? Claro hablo con el señor nieves, el más valiente de todo Phoenix. Lo ignoro y continúo mi camino, en eso la puerta de mi mejor amigo se abre y recuerdo que su novia está en su casa.
Magnifico.
Cundo ella sale parpadeo sorprendida al ver que el color de su cabello cambio por uno azul mucho más fuerte, trae puesto una camiseta enorme de alguna banda de rock y saca una bolsa de basura al verme su ceño se frunce y mira detrás de mí al que supongo que es Noah.
—Lara —Digo como saludo.
—Sandra, que desagradable coincidencia.
Enarco una ceja, pasa a mi lado y la sigo con la mirada. Noah mantiene la cara de pocker al igual que ella ninguno de los dos se inmuta por la presencia del otro... bien, creo que Lara se confundió de novio, aquí tiene a un imbécil igual a ella.
—¿Podemos hablar? —Miro a mi vecino el cual parece cansado de mi actitud cuando en realidad soy yo la que estoy cansada.
—¿Hablar de qué? Ahora mismo iré a llamar al fiscal Jean, él sabrá que debemos hacer.
El Señor Nieves golpea su bastón contra el suelo sobresaltándome.
—¡Él no es de fiar!
—¡Esto no es una película! Por el amor de Dios, Noah. Entiende que saldremos perjudicados si no tenemos protección de la policía. Sinceramente tengo miedo ¿Lo entiendes? Tú eres el que más debería temer puesto que ni siquiera podrías defenderte con una condición tan lamentable como la tuya.
Llevo mis manos hasta mi boca por lo último que dije, él tiene los ojos muy abiertos sorprendido por lo que dije y sin decir nada camina lo que resta de las escaleras con su bastón y bolso, entra a su casa sin siquiera voltear en mi dirección y yo bajo mis manos a mis costados arrepentida.
No debí haber dicho lo último, soy la primera que dijo que lo ayudaría y luego se lo echo en la cara... no, no, no. Camino en dirección a la casa de Noah pero una voz me detiene.
—No deberías correr detrás de un hombre, eso es patético.
—Mis problemas no son asunto tuyo —Digo mirándola. No trae nada de maquillaje, es bonita pero nada fuera del otro mundo como para que mi mejor amigo se enamore de ella—. Así que mejor lárgate —Finjo una sonrisa.
—Tienes razón pero ¿Sabes? Sigo sin entender cómo eres amiga de Maxon ¿Él sabe que tienes problemas con la ley?
Mi sonrisa flaquea y la suya incrementa.
—Ups, él no lo sabe ¿Verdad?
—Espera...
Ella suelta una carcajada, se cruza de brazos divertida.
—Así que mi novio no tiene idea de qué clase de persona eres ¿Qué esconden tú y ese sujeto? ¿A quién le temen tanto?