Valentina
Al despertar, me di cuenta de que estaba abrazada a Fernando. La primera sensación fue de sorpresa, pero luego una oleada de calma me envolvió. Decidí quedarme así un momento más, disfrutando de la proximidad y del calor que me transmitía. Era una sensación reconfortante y, a pesar de mi habitual frialdad, no podía negar que me sentía en paz.
Pensé en lo absurdo de la situación. Tal vez sí estaba un poco loca por dejarme llevar así, por permitir que la cercanía de Fernando me diera esa sensación de seguridad que rara vez experimentaba. Pero en ese instante, me dio igual. Sentía que podía permitirme este pequeño desliz de vulnerabilidad.
De repente, sentí un suave beso en la frente. Fernando estaba despertando, y su voz, cargada de ternura, rompió el silencio: "Buenos días". Sus palabras eran un murmullo bajo, casi como un susurro.
Me miró con esos ojos profundos que a veces parecían tan inalcanzables, y me dio una sensación de sinceridad en su mirada. "No pasó nada", añadió, su tono calmado y relajado, como si quisiera disipar cualquier duda que pudiera tener.
No pude evitar reírme, un sonido suave y sincero que rompió el silencio de la mañana. La risa era una respuesta espontánea a la situación, una mezcla de alivio y diversión al darme cuenta de lo ridículo que había sido preocuparme tanto. Me acomodé aún más cerca de él, disfrutando del momento antes de volver a enfrentar el mundo.
"Buenos días," le respondí con una sonrisa, sintiendo que quizás, por un breve momento, la normalidad que buscaba estaba aquí, en esta simple y genuina cercanía con Fernando.
Fernando me observó con una intensidad que me hizo detenerme. "Si tú quieres," dijo con una voz profunda y calmada, "podría haber algo más entre nosotros."
La oferta estaba cargada de un matiz de promesa, y por un instante, sentí un impulso intenso de inclinarme hacia él y besarlo. Sin embargo, mientras me movía para separarme, él me tomó de la cintura con una firmeza inesperada.
Un dolor agudo me hizo soltar un grito involuntario. La herida en mi costado, que había estado adormecida desde el incidente, se hizo sentir con fuerza.
"¿Te lastimé?" preguntó Fernando, su preocupación evidente en su rostro.
No pude responder de inmediato, el dolor momentáneo me había dejado sin aliento. Pero antes de que pudiera decir algo, él se inclinó hacia mí y me besó con una intensidad que me hizo olvidar el dolor por un momento. Su beso era urgente y lleno de promesas, un contacto que transmitía más de lo que las palabras podrían expresar.
"Hoy mismo regresaremos a la villa," dijo con firmeza, su voz suave y determinante. "Necesitas descansar y curarte. Vamos a asegurarnos de que estés bien antes de seguir adelante."
A pesar del dolor, me sentí reconfortada por su presencia y la seguridad que me ofrecía. Aunque el futuro seguía siendo incierto y cargado de desafíos, al menos en ese instante, tenía a Fernando a mi lado, dispuesto a enfrentar lo que viniera.
Después de la conversación, me dirigí a la ducha, buscando alivio en el agua tibia. El calor del agua me ayudaba a relajar los músculos tensos y a calmar el dolor residual de la herida. Mientras el vapor llenaba el baño, mis pensamientos giraban en torno a la reciente revelación y al futuro incierto que nos esperaba.
Fernando también tomó una ducha rápida. Desde el otro lado de la puerta, podía oír el agua cayendo y el sonido ocasional de su movimiento, un recordatorio de que estábamos en esta situación juntos. Aunque manteníamos una actitud profesional y serena, la cercanía de nuestras acciones y el hecho de que estábamos al borde de un conflicto inminente nos unía de una manera nueva y profunda.
Al salir de la ducha, me vestí con un conjunto práctico pero elegante: unos pantalones oscuros y una blusa que permitía libertad de movimiento. Fernando, igualmente arreglado, parecía tan resuelto y preparado como siempre. Tras un desayuno rápido pero nutritivo, nos dirigimos hacia el coche, listos para regresar a la villa.
El trayecto hasta la villa fue silencioso pero cargado de tensión. Ambos sabíamos que nos enfrentábamos a una serie de amenazas y posibles confrontaciones. Sin embargo, había un entendimiento tácito entre nosotros: enfrentaríamos estos desafíos juntos.
Al llegar a la villa, nos encontramos con un entorno que, a pesar de su belleza y lujo, estaba impregnado de una atmósfera tensa. La villa, una fortaleza en medio del bosque, era el escenario de nuestra próxima batalla.
Fernando y yo intercambiamos una mirada que decía más que cualquier palabra. Estábamos listos para lo que viniera, y juntos, enfrentaríamos a nuestros enemigos con la determinación y la estrategia que la situación exigía.
La villa había recuperado su calma tras nuestro regreso, pero la tensión aún flotaba en el aire. Fernando y yo estábamos en la sala, preparándonos para lo que se avecinaba, cuando Demian llegó con una noticia que prometía agitar aún más las aguas.
Demian, con su característica seriedad, nos encontró en la sala principal. Me miró con una mezcla de respeto y preocupación antes de dirigirse a Fernando.
—He encontrado a alguien que podría hacerle compañía a Valentina durante este tiempo —anunció Demian, su tono grave ocultando cualquier indicio de lo que iba a seguir.
Editado: 28.11.2024