En mis sueños, volví a verte

Dicen que dormir es un renacer y un ensayo de la muerte. Aunque en realidad, es la manera en que el cuerpo nos comunica una súplica silenciosa de rendirse al dios del sueños, Hipnos. Al mencionar esto, entiendo porque algunos autores lo comparan con la muerte, pues Hipnos es hermano gemelo de Thanatos.

Aparte de la mitología y la filosofía, tenemos el lado científico, enfocado en la salud: el dormir sirve para recobrar fuerza tanto física como mental; en este particular momento, nuestro cuerpo puede curar las heridas, nos pone de buen humor, somos más productivos, la concentración aumenta, pensamos con mayor claridad, etc.

Aun ante la certeza de la medicina, me pregunto si pueden sanar las heridas de un espíritu roto. Si duermo y sueño tranquilo, ¿cambiarán la forma en la que vivo mi realidad? ¿Y si las pesadillas no solo son escenas atemorizantes, sino el espejo de un lado de mí que nunca quise ver?

En todo caso, ¿no sería mejor vivir en el mundo de los sueños, donde una vida anhelada se sostiene sin interrupciones? Si lo único que me deja el despertar es la insatisfacción de la realidad en la que vivo.

La medicina se equivoca cuando enumera sus beneficios cuando estos contrarían los hechos. Dormir no me pone de buen humor, porque al despertar, soy arrojado a la luz del sol que me obliga a ser productivo. Me obliga a pensar y concentrarme en recordar el sueño que alguna vez tuve, pero acabó abruptamente, por culpa del despertar.

En síntesis, de lo anteriormente manifestado, usted, puede imaginar una escena en donde un hombre se levanta del suelo, pero sus huesos están rotos, por lo que su caminar se vuelve incomparablemente doloroso. En cada paso que da, se puede notar su angustia creciendo. No camina con decisión, sino por obligación de hacerlo, aunque siga sangrando y los huesos truenen como castañuelas, sigue su paso.

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Poniendo sobre la mesa la idea de los sueños, les escribiré uno de tantos que he tenido. Sin embargo, deben saber que tengo mala memoria, por lo que completaré los espacios vacíos con un poco de fantasía. Al fin y al cabo, siguen siendo representaciones de momentos en mi vida…

“En mi sueño, pude verte feliz a mi lado. Es curioso, porque hace años que no te veo. Pero lo supe por tenerte cerca, ese sentimiento inigualable e indescriptible, fue por eso que creí que eras tu.”

“Yo también fui feliz por un instante. Pero tu expresión cambió enseguida, y no entendía la razón al principio.”

“Quise decirte lo que no pude en ese momento, en ese momento, en donde te ibas de mi vida. Y sin embargo en el sueño tampoco pude hacerlo, mi garganta ardía y no me salían palabras. Quise vomitar, y tampoco pude hacerlo.”

“Tus palabras rodearon todo el escenario en el que estábamos, repitiéndome lo mismo. Esas palabras aun me siguen. No importa a donde vaya, tu voz me sigue a través del cielo blanquecino. Por más que corra, no consigo zafarme de tu presencia. Parece que te burlabas de mí.”

“Entonces, vuelves a aparecer, pero no me miras. Tampoco puedo ver tu cara. Aunque sea un cobarde, esta vez, me acerco para abrazarte. Pero te alejas y desapareces. No sé dónde estás.”

“Cuando termino de buscar en cada rincón de mi mente, regresas y me abrazas desde atrás. Supe que eras tu porque tu presencia me hace sentir diferente, es un sentimiento inigualable.”

De repente, me desperté y te recordé, tu ausencia me hizo llorar. Tuve que cubrirme los ojos, por la vergüenza de mi existencia. Realmente, estaba arrepentido de seguir viviendo sin una razón por la cual sostenerme en este mundo.

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Cuando te fuiste, te llevaste mi alegría y lo tuve que rellenar con pedazos de basura que iba encontrando. Creo que mis sueños borran esos pedazos y los vuelve a llenar, pero solo por un tiempo.

Creo que puedo estar completo cuando estoy soñando, porque al despertar, sigo siendo nada ni nadie. Pero me enseñaste que el amor te convierte en algo: Ese algo especial para alguien.

Agradezco a Dios que aun te pueda ver, aunque sea en mis sueños.