4. En el cielo

La sensación de estar volando hizo que Grace se cuestionase si por fin había muerto. El lugar en el que se encontraba le trasmitía paz, calma, el agua frente sus ojos se deslizaba arriba y abajo formando unas suaves olas, las cuales le llamaban. Pasó su vista por el delicioso paisaje hasta acabar viendo sus pies. La fina arena se colaba entre sus dedos y le causaba cosquillas causando que una sonrisa sincera asomara en su cara. Observó sus manos y se dio cuenta de que el color que tenía era el color más vivo que había visto nunca. Su piel tenía un color aceituna y brillaba como el sol que estaba encima de su cabeza, resplandeciente. Un vestio veraniego de flores adornaba su cuerpo y pudo observar como éste había vuelta a su estado natural: sus muslos volvían a tener su volumen y su abdomen, aunque no estaba abultado, ahí estaba, plano como siempre. Volvió su vista al frente y respiró hondo.

-Si este es el cielo, han dado en el clavo. 

Se sentó en la arena y se apoyó en sus manos, tiró la cabeza hacia atrás, dejando que su pelo se pareciese a una cascada y cerró los ojos. Por primera vez sintió que su corazón latía al ritmo adecuado, ni demasiado lento ni demasiado rápido. Posiblemente había muerto sino no encontraba otra explicación lógica, pero le dio igual, eso era lo único que había deseado desde la muerte de su familia. 

El sol empezaba a quemar sobre su piel así que decidió darse un largo baño, al fin y al cabo iba a pasar mucho tiempo en ese sitio. Se levantó de un salto y deslizó el vestido por sus piernas, dejando a la vista el cuerpo que tanto añoraba esas últimas semanas. Deslizó su dedo índice por su abdomen y entonces corrió con todas sus fuerzas hacia el mar. Un grito de emoción salió de su garganta antes de tirarse dentro sin pensarlo. El agua mojó cada part de su cuerpo y ahí dentro del mar todo lo malo que había vivido se había esfumado, no quedaba rastro de malos recuerdos, tan solo los buenos momentos llegaban a su mente llevándole a un punto cumbre de felicidad.