MADRID, ESPAÑA
CELESTE
Miro por la ventana la ciudad de Madrid, es muy diferente a Grecia, mí hogar... Lo deje atrás, mí madre ojalá esté bien.
– Tenemos una minutos antes de aterrizar –me mira–. Dime, ¿Donde aprendiste a hablar nuestro idioma?
– Trabaja en un jardín turístico, venía mucha gente –suspiro–. Entre ellas un profesor español, me enseñó a hablar su idioma
– ¿Te relacionaste mucho con él? –me pregunta–. Recuerda que...
– Puede estar segura –digo interrumpiendola–. De que soy virgen, señora
– Bien, me alegra saberlo
Bajamos del jet, nos esperaba una camioneta negra rodeada de hombres, me sentí incomoda al ver a más de uno mirándome con extrañes. ¿Acaso era tan raro ver a una mujer vestida así en este pueblo?.
Con conducen hacia una mansión en la colina que se alza. Eso no era una mansión, ¡Era un castillo!

Bajé sorprendida por semejante palacio, se olía a dinero y poder por todas partes.
– Está en la mansión donde vivirás –dice la señora Wayne–. Mí hijo, según nuestras tradiciones, no volverá aquí hasta la noche de bodas
– Está bien... –digo con nerviosismo–. ¿Es mañana?
– Si, querida –asiente–. Vamos a entrar
Al entrar escucho las risas de mujeres, una mezcla entre jóvenes y mayores. Caminamos a la sala donde todas se giran hacia nosotras. Las mujeres me miran de arriba abajo y luego a la señora Wayne.
– ¿Está es tu futura nuera? –pregunta una de las mujeres–. Deberías cambiarle de ropa
– Parece una ramera –dice otra–. ¿Acaso quiere seducir a nuestros maridos?
– Aamm.. chicas, por favor –dice la señora Wayne–. Creo que hay que recibirla con cariño
– ¿A esta? –dice otra con desprecio–. Seducira a nuestros maridos
– Entiendo absolutamente todo lo que dicen, señoras –digo mirándolas–. Además también... I miei vestiti sono bellisimi
Ver cómo todas quedan atónitas en la mejor sensación del mundo. Me giro hacia la señora que me mira avergonzada.
– ¿Puede llevarme a la habitación? –le digo–. Necesito darme un baño, ¿Se puede?
– Si, claro Celeste –dice–. Vamos te llevaré
– Oh, espere un momento –me giro hacia las señoras–. Si sus maridos miran a una mujer ajena a su matrimonio, es que no las respetan
Sigo a la señora Wayne hacia las escaleras y me guía en pleno silencio a una habitación enorme. Ahí me voy al baño y me doy una ducha.
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ALEXANDER
Me encuentro con lo que vendría a ser mí despedida de soltero con los hombres más importantes de mí pueblo en la mansión de mí padre, las mujeres están en mí casa y no puedo volver hasta mañana por la noche.
– Que bueno que tu hijo se vuelva a casar –dice el padre de Emiliano–. Lo vimos tan deprimido desde la muerte de Rebecca
– Si, que lindo –digo suspira enojado–. Que lindo que te obliguen a casarte con alguien a quien no conoces
– ¡Alexander! –exclama mí padre–. No seas irrespetuoso
– Amigo, vamos a hablar solos –me dice Emiliano–. Vamos al jardín
Salimos al jardín de la mansión y nos sentamos en la fuente, me quedo mirando al piso perdido en mis pensamientos.
– ¿Estás bien? –me pregunta–. ¡Que pregunta!. Por tu cara veo que no
– Siento que traicionó la memoria de Rebecca –suspiro–. Casandome de nuevo
– Lo entiendo, pero jamás se puede saber que ocurrirá, Alex –me sonríe–. Quizás hasta llegues a enamorarte de tu mujer
– Le jure que jamás amaría a alguien más –digo frustrado–. Lo prometí y es necesario no cruzar miradas con esa chica pienso hacerlo
– No te adelantes a los hechos –dice–. No puedes ser más fuerte que tu corazón
– ¿Te crees filósofo o que? –le pregunto
– Bueno, ¿Quien dice? –se ríe–. Quizás me convierta en un sabio de la montaña