Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XXXII

CELESTE

Los besos se vuelven desesperados, abrazo su cuello para mantenerlo junto a mí. Me levanta entre sus brazos como sino pesará nada y me sienta sobre el lavado. 

 

– ¿Que estás...? –digo agitada. 

 

– Sshh... Nos van a escuchar –susurra en mí oido. 

 

Pensé que saber que podían entrar a la habitación de Conrad y vernos así en su baño iba a detenerme pero no, al contrario, quiero más... Mucho más. Sus manos levantan mí camisa y acarician la piel de mí abdomen lenta y sensualmente, al levantar mí cabeza su boca se desliza hacia mí cuello. Suelto pequeños jadeos. 

 

– Con... Conrad –gimo–. Por...

 

Me levanta en sus brazos y me mete dentro de la cabina de la ducha, me apoya contra la pared, siento su excitación contra mí cuerpo. Nuestro jadeos empiezan a incrementarse, Conrad abre la llave del agua majandonos a ambos, el contraste del agua fría contra mí cuerpo hirviendo es asombrosa. 

Pero entonces la imagen de Alexander se cruza mientras lo beso y lo empujó.

 

– ¡No! –digo apagando el agua–. Basta Conrad... No.

 

– Perdón... ¿Hice algo...? –me mira seriamente–. Aún lo amas... ¿No es así?.

 

– Lo siendo mucho –bajo la mirada–. No quiero darte esperanzas porque no siento nada por ti... Solo es... Un simple deseo.

 

– Un simple deseo... –repite–. Está bien, entiendo. Las personas siempre aman lo que les hace daño, nosotros dos somos el claro ejemplo de eso.

 

– Conrad... –le suplico–. Perdón...

 

– Olvídalo, vete –me dice.

 

– Lo siento de verdad –me voy.

 

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CONRAD 

"Un simple deseo"... Un maldito deseo, pues no le daré el gusto, se acabó. Me visto y salgo de la mansión, llego a la mansión de Santiago. 

 

– Te puso los puntos... –me dice–. Al menos eso ya lo tienes claro.

 

– Suficientemente claro –cubro mí cara con mis manos–. Solo quiero regresar a Italia. 

 

– Si quieres hacerlo... Hazlo –me dice–. Nadie te ordenará quedarte aquí. 

 

– No, aún no –suspiro–. Los Wayne no me han pagado lo que me hicieron. Falta.

 

Santiago siempre fue como mí consejero/psiquiatra, siempre me escucho y me dio quizás las palabras que me faltaban. Me enseñó a ser paciente, astuto e inteligente: "Estudia, analiza sus debilidades de tus enemigos. Ayuda a fortalecerse porque después solo tu sabrán cómo destruirlos". 

Salgo de la mansión de Santiago y vuelvo a la mansión Aster, un poco más tarde de lo normal.

 

– Bienvenido, hermano –dice mí hermana–. ¿Donde estabas? 

 

– Resolviendo algunos asuntos –le sonrío–. Estoy bien.

 

– Bueno, la cena está lista –me devuelve la sonrisa–. ¿Vamos? 

 

Asiento y nos vamos al comedor, ahí están todos. Celeste me mira unos segundos y luego baja la mirada, me siento en mí lugar como siempre y empezamos a cenar. 

 

– ¿Cuando regresas a Italia, Conrad? –pregunta Adler. 

 

– En unas semanas quizás... Tengo ganas de regresar –lo miro–. ¿Por qué? ¿Ya quieres echarme? 

 

– No es nada de eso, es que se viene el cumpleaños de Dafne –me dice–. ¿Vas a estar? 

 

– Aunque me fuera no me perdería el cumpleaños de mí sobrina –digo alegre–. Volveré si es que me voy para entonces. 

 

– Genial –dice. 

 

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• BUENOS AIRES (ARGENTINA) •

Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

 

BRUNELLA

Me despido de mí hermano mayor antes de tomar el avión que me llevara a España. A mis 24 años me gradué con honores de mí carrera de abogacia, me aceptaron en una agencia de abogados allá.

 

– Bueno, pendeja boluda –me dice mí hermano Lucas–. Que tu avión no caiga en medio del océano. 

 

– Parece que los cuernos te afectan el cerebro, gorreado –le digo divertida–. Te voy a extrañar, pelotudo. 

 

– Yo también, petisa –me abraza–. Llámame apenas llegues.

 

– Te voy a llamar –digo sonriendo–. Además es solo un año, después tengo que venir de vuelta. 

 

– De todas formas, tarada –me golpea la cabeza–. Te voy a extrañar. 

 

– Yo también –lo abrazo de nuevo.

 

📢 << – Vuelo número 10 con destino a España despega en 15 minutos – >>

 

– Bueno ese es mí llamado –le digo–. Hasta pronto, hermano. Te llamaré 

 

– Lo se –dice secándose las lágrimas–. Chau... Cuídate mucho.

 

Me alejo con mis maletas. Al abordar el avión suelto un suspiro... Al fin mis sueños se hacen realidad: graduarme con honores, ser abogada, ser exitosa y la mejor del mundo de la abogacía. España allá te voy.

 

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BRUNELLA GISELLE FERREIRA (24 AÑOS)

Bajita (1.50). Cabello castaño, ojos negros, piel trigueña. 




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