Gatos de medianoche.

¿Unos maullidos podrán hacerte perder la cordura? ¿Y si los gritos desesperados que escuchas en la noche no fueran solo tu imaginación? ¿Qué harías?

Isabel lo sabe. Lo ha sentido en su piel, en sus huesos. Los maullidos han estado ahí, retumbando en su cabeza como un eco imposible de ignorar. Brian, su novio, insiste en que no hay nada, que todo está en su mente. Pero Isabel no puede seguir fingiendo. Necesita descubrir la verdad, aunque eso signifique adentrarse en la oscuridad de la madrugada.

Cuando ambos llegan al parque, el aire se vuelve más denso, el frío más cortante, la realidad más incierta. Lo que parecía una búsqueda desesperada se convierte en una pesadilla. Algo acecha en la penumbra, algo que no pertenece a este mundo. Un ser que ha estado esperando. Observando.