No Me Juzgues

Y ahí estaba yo...

Sentada en la escalera, donde tenía tantos recuerdos, donde había hablado tantas cosas, había reído tantas veces y había llorado, pero hoy no iba a llorar por más grande que fuese el nudo de mi garganta, por más cristalizados que estuvieran mis ojos, por más rabia que tuviera, no iba a llorar por un idiota como él...

-¡¡TE ODIO!!

Esas palabras Resonaban en mi cabeza sin dejarme tranquila, pero, aunque lo dije con tanta amargura, con tanto dolor, en el fondo yo sabía que seguía amando a ese imbécil, pero nadie se burla de mí, nadie jugaba con el corazón de Rose Adams y quedaba impune, NADIE y ese imbécil me las iba a pagar.