Rosa Ardiente

Un secreto cae de regreso en nuestras propias manos cuando es declamado con voz fuerte. Es cómo la luz que cala en tu rostro o cuando crees que descubriste la sima que nunca estuvo oculta de tus ojos. Las sombras removidas de nuestra memoria. El miedo de repente descubierto que estremece el alma. Sombras que escarban sin piedad tu pasado. Sombras, sombras que al fin se convirtieron en algo vivo. El descubrimiento de tus actos celosamente guardados. El suceso que te revela que no somos los mismos y, sin embargo, te empeñas en seguir ocultando, siempre en vano, huyendo de quién sabe qué cuando conscientemente sabes que ya no somos más parte de este mundo. Ahora, eres un cuerpo sin sombra, que viene y va al Mictlán una y otra vez, a veces sólo y otras tantas acompañado.