CAPITULO 11

-¿Por qué te empeñas en importunarlo? –Me reclama papá al llegar a casa.

-¿Eso es lo único que te importa? ¿Qué hay con Jere? –Le reprocho.

-Él se lo buscó, y lo que más me molesta es que lo terminaste manipulando.

-Eso no es cierto, Jeremy se ofreció ayudarme, al ver el trato de Stone conmigo.

-No te hagas la víctima Annia, no dejas de decepcionarme una y otra vez, agradezco que tu madre no esté aquí para ver esto.

-No te atrevas a nombrar a mamá, que no se te olvide quién la mató.

No medí mis palabras, me encontraba demasiado molesta, me arrepentí de inmediato. Papá me miró con dolor, sus ojos se clavaron en mí y me dijo: -¡No puedo creer que me dijeras eso!, si no lo hubiera hecho estarías muerta.

-¡Bien! –Exclamé. -Así por lo menos no estaría sumergida en esta pesadilla.

Levantó su mano y esta vez, sí me abofeteó, con voz pausada me indicó: -Vete a tu recamara, no quiero tenerte en mi presencia.

Sus palabras dolieron pero sabía que las mías también causaron daño, no renegué, subí las gradas y cuando llegué a mi cuarto me tiré a la cama y comencé a llorar. Coloqué la almohada sobre mi cara tratando de ahogar mis sollozos, que son interrumpidos por un ruido cerca de mi ventana. Me acerque con precaución y vi una mano sujetarse de la orilla de la ventana, me hice hacia atrás pero respire de nuevo cuando vi que se trataba de Ruddy.

-Las personas normales entran por la puerta ¿Sabes? –Levanto mi ceja y me tiro de espaldas sobre la cama.

-Esto es horrible, escuché lo de Jeremy, fue llevado al calabozo. –Ruddy habla rápido y enredado, siempre hace esto cuando se encuentra nerviosa.

-Lo sé, ¡Anda reclámame!, dime que todo fue mi culpa, todos piensan así.

-Jamás haría eso, sé cuánto amas a Jere, lo conozco bien, nadie lo obligó.

Me levanté y abracé a mi amiga, de antemano papá sabe que ella está conmigo, tenían un súper oído vampírico, sólo espero que no llegue de improvisto y la hiciera irse, la necesito conmigo.

-¿Por qué lo haces? ¿Sabes cuantas mujeres te envidian?

-¡Tú también! –Expreso molesta.

-Dime ¿Qué te ha hecho? Bueno obviando lo sucedido estos días atrás. ¿Te había tratado mal antes?

-No, apenas y notaba mi presencia.

-Recuerdas cuando éramos niñas, tu padre nos llevaba al Palacio de la Alcaldía, una tarde nos dejaron solas en aquella enorme estancia y estábamos hambrientas, Draggon entró con pastel y un vaso con leche para cada una, era amable con nosotras.

-Sí, pues ya no es esa persona, cambió y no precisamente para bien.

-Pero ¿Por qué lo odias tanto?

-Porque…. –Cayo un momento. –He visto la manera en que trata a la gente, es cruel, le gusta humillarlos, y……

-¿Y? –Ruddy me mira con interrogación.

-Un día mi padre me llevó con él a casa de Stone, tenía diez años. Me pidió que lo esperara y ahí estaba yo, sentada en esa silla, aburrida hasta la médula, hasta que unos gritos me erizaron la piel. Me levanté y averigüé de dónde provenían; me topé con una puerta entreabierta, bajé los escalones de piedra que llevaban a un calabozo, ahí colgando con cadenas al techo, una mujer yacía ensangrentada. Me miró suplicante, se veía tan frágil ¿Qué crimen cometería para merecer tal maltrato? podía ver incluso profundas heridas de arma blanca a la altura de sus costillas, fue horrible. Draggon, él era el percusor de tal castigo, no lo soporté, salí de ahí corriendo, de camino me encontré con papá y lo abracé. Stone salió unos segundos después, me miró de manera acusadora. Papá me interrogó pero estaba aterrada, tenía miedo que me hiciera lo mismo si confesaba. No lo entiendes Ruddy, hay maldad en su corazón, ya he sido testigo de lo que es capaz de hacer, no quiero compartir mi vida con un agresor, aunque bien es cierto lo he provocado, su actuar no es correcto, y lo sabes.

-Oh amiga, jamás me lo habías contado.

-No se lo he dicho a nadie. –Bajé la cabeza.

-¿Ni a Jeremy?

-Ni a él.

-Ahora comprendo, todo tiene sentido.