~Arsinoe~
La noche avanzaba sin problemas. Ezra se mantenía despierto haciendo guardia y yo también.
—¿Por qué no duermes? —pregunta, jugando con una moneda entre sus nudillos.
—A diferencia de los humanos, puedo estar varias noches sin dormir. No es necesario que duerma ahora.
Mientras él juega con su moneda yo analizo la quemadura en mi mano, cuando arranqué aquel árbol raspé la herida haciendo que sangrara. Él se da cuenta y se acerca.
—¿Qué estás haciendo? —cierro la mano y la retraigo.
—Calma, no voy a hacerte nada, solo quiero ver eso —extiende su mano y después de debatirlo un par de segundos le extiendo la mía.
Sujeta mi mano con delicadeza y analiza la herida, desliza su otra mano por encima como lo hizo con Joel. Pero no funciona, su magia curativa no tiene efecto en una herida por plata. No hay nada que pueda curar una herida por plata en el cuerpo de un vampiro.
Frunce el seño cuando se da cuenta de que su intención no sirve, así que solo se limita a buscar un ungüento de hierbas en su mochila y untarla en mi palma. Hago una mueca de dolor cuando la toca.
—Vi lo que hiciste antes. —dice.
—¿De qué hablas?
—Cuando Joel te agradeció, te sonrojaste.
—¡E-eso no es ve-verdad! —tartamudeo y él sonríe, como si hubiese ganado un juego. Chasqueo los dientes y desvío la mirada.
—Vuelves a hacerlo —dice en un susurro y continúa cuando entiende que no responderé—. Supongo que yo también debo agradecerte, por salvarlo. Gracias.
Ese "gracias" es mencionado con algo de aspereza y al mismo tiempo gentil.
—Es la primera vez.... Que alguien me agradece.
—No puedo imaginar por qué.
—¿Siempre tienes que arruinar todo?
—Es parte de mi encanto —bromea y guarda su ungüento—. Antes dijiste que te habías vuelto débil por qué ya no eras la misma de antes, ¿A qué te referías con eso? ¿Por qué desapareciste?
—¿Ahora te interesa saber? —ahora soy yo quien sonríe burlona-?—. Solo me di cuenta... De que lo que hacía no estaba bien. Luego de acabar con quienes resultaban ser una amenaza, mi padre se obsesionó con el poder y continuó con lo que ustedes empezaron. El exterminio de toda una raza. Ya no estuve de acuerdo con eso así que me aparté.
Ezra me escucha con atención, algo que me resultaba extraño, pues no ha sido más que un patán desde que lo conocí. El silencio comienza a tornarse incómodo, quizá no me cree y no lo culpo. ¿Un vampiro que sintió que asesinar está mal? Suena sacado de una novela de mala calidad. Una mentira bastante obvia. Pero espero que entienda que ya no tengo intenciones de matar a ningún otro humano.
Un viento invernal hace crujir las ramas de los árboles. Las nubes se mueven con velocidad en el cielo, al mirar arriba me percato de que la luna es roja. ¿Pero cómo? No se supone que haya luna de sangre aún.
Otra helada brisa nos rodea, es demasiado fría aunque el invierno aún no entra. Ezra parece darse cuenta de que algo no está bien, así que mira a nuestro alrededor. Por un momento me da la espalda y siente unos ojos acechando.
—¿Quién eres? —pregunta firme a la vez que desenfunda su espada. Joel y Mathew se despiertan al oírlo. Totalmente desorientados, sin saber qué es lo que sucede.
A unos metros de nosotros unos ojos carmesies nos vigilan desde la penumbra, entonces una risa hace eco en la oscuridad. Mis hombros se ponen tensos, conozco esta voz.
—Hola, Noe. —Dice el desconocido, dando unos pasos fuera de los árboles y dejando que la luz roja de la luna ilumine un poco su rostro.

El sujeto en cuestión es parecido a mí, salvo que su cabello es completamente blanco. Sus ojos se mantienen rojizos, cautivadores, amenazadores, ignorando a los demás, sólo me mira a mi.
—Stephan.... —digo en casi un susurro.
Ezra da un paso hacia la derecha para cubrirme de su vista, Stephan borra su sonrisa ante eso y lo mira con desprecio. Los demás no entienden del todo lo que sucede pero al ver a Ezra a la defensiva solo puede explicar que Stephan se trata de un enemigo. Así que lo mantienen vigilado.
En un parpadeo, mi gemelo desaparece de sus vistas y reaparece frente a mí, entre Ezra y yo.
—¿Quién te hizo esto? —me agarra de la muñeca y levanta mi mano con la quemadura—. ¿Fue alguno de ellos?
No tengo tiempo de responder cuando Ezra reacciona y blande su espada para atacarlo. Stephan me sostiene y nos aparta a ambos.
—¿Fuiste tu? —mira al cazador con furia en sus ojos. Cierra sus puños y el frío se hace más intenso.
—Aguarda, no. —lo detengo—. Ellos no me lastimaron.
—¿Entonces esto qué es? —sigue sin soltar mi mano.
—Eso...
—Arsi, ¿Qué está pasando? —pregunta Joel con cautela.
—¿Arsi? —repite Stephan—. Creí que odiabas que te llamaran así.
—¿Por qué estás aquí? —le pregunto en lo que extiendo la otra mano para decirle a los chicos que no hagan nada.
—¿Acaso no es obvio? Vine para llevarte de vuelta.
—Pierdes tu tiempo, no voy a regresar.
—Padre está furioso, Noe. —me susurra al oido—. Prometió ser indulgente si regresas ahora.
—¿Y tú le creíste? Dime Stephan. ¿Con qué va a recompensarte está vez?
Intento irme pero me sujeta del brazo.
—No lo entiendes, estoy tratando de protegerte.
—No pierdas tu tiempo —me libero de su agarre con un tirón para acercarme a los chicos, pero entonces él suspira y chasquea sus dedos.
El chasquido hace eco y mi cuerpo se convierte en un copo de nieve que él atrapa con una mano. Los demás miran impactados lo sucedido.
—¡Déjala ir! —Ezra arremete con una estocada, pero Stephan la esquiva fácilmente con un salto y luego se posa sobre la rama de un árbol. Ante eso, Mathew también desenfunda y Joel saca su grimorio.
Stephan sonríe burlón y chasquea la lengua mientras niega con un dedo.
—Oh no, no, no. Si quieren a Arsinoe de vuelta deberán resolver un pequeño acertijo.
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Editado: 17.01.2025