Capitulo 1

El olor a desinfectante barato luchaba una batalla perdida contra el persistente aroma a humedad y encierro. Davia, con la mirada perdida más allá del paisaje urbano desolado que se vislumbraba tras la ventana del taxi, sentía el estómago revuelto. Diecisiete años y huérfana. La ironía la golpeó como una bofetada fría. Sus padres, siempre tan obsesionados con la seguridad en la carretera, reducidos a un amasijo de metal y recuerdos borrosos en una curva traicionera.

El taxi frenó bruscamente frente a una imponente estructura de ladrillo rojizo. El orfanato "Santa Misericordia". El nombre era una burla, pensó Davia, un sarcasmo cruel ante su propia desdicha.

La Madre Superiora Emely, una mujer de rostro severo enmarcado por un hábito impecable, la recibió con una sonrisa forzada que no llegaba a sus ojos grises.

—Bienvenida, Davia. Aquí encontrarás un hogar.

Davia dudó. Un hogar no se encontraba, se construía con amor y risas, con desayunos compartidos y secretos susurrados al oído. Esto era una prisión disfrazada de caridad.

La habitación que le asignaron era espartana: una cama individual, un armario raquítico y una ventana con vistas a un patio trasero sombrío. El silencio era opresivo, roto solo por el lejano tañido de una campana.

Esa noche, en el comedor lúgubremente iluminado, conoció a Christopher y Green. Christopher, un chico pálido con ojeras profundas, temblaba ligeramente mientras masticaba su comida sin ganas. Sus ojos, oscuros y llenos de terror, parecían reflejar horrores invisibles. Green, por el contrario, irradiaba una energía inquietante. Sus ojos verdes, brillantes y penetrantes, parecían analizar a Davia, desnudándola con la mirada. Su sonrisa, aunque amable, tenía un filo que erizaba la piel.

—No le hagas caso, está loco —susurró Green, señalando a Christopher con un movimiento de cabeza—. Tiene pesadillas desde que era pequeño. Dice que ve cosas.

Christopher la fulminó con la mirada, pero no dijo nada

Davia sintió una conexión extraña con ambos, una sensación de que compartían una carga, un secreto oscuro...