La Maldición de la Luna

Capítulo 1

LOS DÍAS EN TEXAS SOLÍAN SER COMPLETAMENTE ORDINARIOS Y ESO SOLÍA HACERLA FELIZ, pero nadie puede ser feliz eternamente, y eso la llevó a trasladarse a casa de su prima, en un estado al norte del país.

Ayla no podía comprender nada, no en ese momento, no cuando ella ni siquiera vivía en casa de sus padres y aun así era obligada a irse lejos de su hogar y la ciudad que la había visto crecer durante toda su vida, sus padres no tenían ningún derecho a obligarla a mudarse a casa de su prima, no cuando ella ya había cumplido 23 años y era completamente independiente.

Sus padres habían hecho todo sin hacer ninguna pregunta antes, arreglaron una transferencia para que la recibieran y dieran empleo en un importante bufete de abogados al que jamás habría tenido acceso mientras viviera en Texas, claro que no planeaba admitir eso en voz alta, además de avisar a su prima Eleonor que se quedaría con ella un tiempo.

Ayla protestó, argumentó y se negó, ella no iría a ningún lado sin recibir buenas explicaciones antes, sin embargo, cuando su madre comenzó a llorar con desesperación y a suplicar que se fuera, sintió que no tenía ninguna alternativa.

Ayla miró el aeropuerto, apenas había un par de personas que parecían encerradas en sus propios mundos sin apenas echarse un vistazo entre sí, así que decidió hacer lo mismo, sin que se le apeteciera perder su dignidad tratando de entablar una conversación.

Se suponía que Eleonor ya debía estar allí, se preguntó si Eleonor encajaría en el ambiente pues sentía que ella no lo hacía, todo en aquel lugar se veía tan opaco, que ella resultaba llamativa por el contraste, o quizá no, pero así lo sentía Ayla.

La prima Eleonor no era en realidad prima de Ayla, pues no tenían ningún parentesco sanguíneo, sin embargo, su madre había sido su niñera desde prácticamente siempre así que había crecido llamándola prima, pues se llevaban 7 años y había sido lo más parecido que tuvo a una hermana mayor.

—Ayla —llamó apenas la vio—, te extrañé tanto.

La vista de Ayla se clavó inmediatamente en la mujer, que no había envejecido ni un día desde la última vez que la había visto, hacía algunos años, ella había cumplido sus treinta recientemente pero parecían de la misma edad.

Eleonor tampoco parecía encajar en el ambiente, todos allí eran demasiado normales, mientras que Eleonor tenía un despeinado cabello que Ayla compararía con la melena de un León, tenía una apariencia salvaje y desprolija, pero no era la apariencia de una vagabunda sino de alguien a quien la vida la tiene sin cuidado.

A pesar de que Eleonor vivía en el frío norte y Ayla en el cálido sur, parecía justo lo opuesto, pues mientras Eleonor tenía una piel tostada que parecía recientemente bronceada, Ayla tenía la piel tan pálida que parecía que no había sido golpeada por un solo rayo de sol desde que nació.

—Hola Eleonor —sonrió—, yo también te extrañé mucho.

Eleonor dio un pequeño vistazo a la gente que las rodeaba y después miró nuevamente a Ayla.

—¿Has hablado con alguien desde que llegaste?

Ayla sujetó sus dos maletas, una con cada mano mientras negaba con la cabeza, no había deseado hacer el ridículo tratando de socializar con alguien que seguro no quería hablar con ella, una chica extranjera a la cual en ese momento todo le parecía extraño.

—Nadie, pero ¿podrías decirme que tan lejos está tu casa? Estoy realmente agotada.

Eleonor notó la expresión cansada en el rostro de la chica, por lo que sonrió con simpatía.

—Está algo lejos, así que será mejor que nos vayamos ahora.

Ayla reprimió el impulso de soltar un grito de frustración, sentía como si su cuerpo pesara toneladas y sus maletas eran casi más peso del que podía soportar, por eso mismo no puso objeción cunado Eleonor le quitó una de las maletas para llevarla ella misma. Al salir del aeropuerto, se sorprendió, si bien ella no esperaba ver que su prima tuviera una espantosa camioneta anaranjada al estilo Bella Swan de Crepúsculo, tampoco había esperado ver el Audi R8 que su prima había estacionado allí.

—¿Es tuyo? —preguntó, mientras ayudaba a subir las maletas en la parte trasera, para después recriminarse a sí misma esa tontería, por supuesto que era suyo, vivía sola y no tenía familia, ¿de quién más sería?

—En realidad no —respondió subiendo al asiento del piloto—, es un préstamo de mi cuñado.

Ayla retuvo la exclamación de sorpresa, sí, Eleonor era hermosa, tenía una belleza exótica y salvaje pero tenía más la apariencia de un alma libre que la de alguien atada con una relación, y estar atada en una relación con alguien perteneciente a la alta sociedad no era la idea de vida que suponía que ella tenía, o al menos suponía que su pareja era de la alta sociedad a juzgar por los tres millones invertidos como mínimo en el auto en el que estaba sentada.

—¿Tienes novio?

Eleonor sentía como todo se iba complicando, cuando los padres de Ayla habían llamado suplicando porque permitieran que ella pasara una temporada en su casa se había negado de inmediato, la vida que tendría en su casa no sería vida, además de que sería algo arriesgado que sin duda no le permitirían hacer, pero cuando le explicaron la situación le fue imposible negarse y ella misma se encontró suplicando que le permitieran a Ayla quedarse.

—No, estoy casada —dijo sonriendo forzadamente, mostrando el anillo en su dedo, cuando había conseguido el permiso para que Ayla pudiera quedarse con ella había roto todas sus leyes sagradas explicando la situación a los padres de la chica, a quienes, debido a su desesperación, no pudo importarles menos, sin embargo, parecía que tampoco les había importado explicarle todo a Ayla.

Una exclamación de sorpresa salió de los labios de Ayla, no se esperaba aquello, fue ahí cuando en realidad se dio cuenta del tiempo que había pasado sin comunicarse, siempre había sentido que hacía una eternidad que no se veían pero finalmente se estaba dando cuenta de que realmente no se habían visto en una eternidad, finalmente se daba cuenta de que había extrañado a su casi hermana.



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En el texto hay: romance, drama, hombrelobo

Editado: 16.09.2022

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