Mis días (odiando) amando al Sr. Harris.

Capítulo 3: Mi peor día.

Quizá me odies, pero dentro de tu corazón sabes que es inevitable no tenerme presente.

Siete con treinta minutos de la mañana.

KEAN HARRIS

A veces me siento demasiado cansado de todo lo que tengo que hacer, pero debo de seguir porque me gusta demasiado el dinero, digo, ¿a quién no?, me falta mucho por conseguir en esta vida, apenas tengo veintinueve años. 

Mi cabello castaño es azotado por la brisa fresca de esta mañana en York, me encanta este clima, ya que la calidez de mis ojos miel resalta en ella. 

Debo ahora estar con la querida Leigh-Anne, de recordar esta parte, tomo en cuenta que me pasé la noche casi completa pensando en eso y, en el apodo irritante que le puedo conseguir. 

Sí, soy odioso, caprichoso, nada alegre y egocéntrico, lo que dice no es mentira, sin embargo, es mi forma de ser y me amo de tal modo como me encuentro, no cambiaré por nadie, no tengo ganas, cuando fui bueno, me dañaron. 

Ella es joven, justo como yo, no obstante, he cometido errores que me salen caros, esa es mi diferencia a Leigh, unos errores son lindos, otros no tanto. 

Aquel error hermoso de dos coletas castañas está detrás en el asiento, con una hermosa sonrisa, mi pequeña hija. 

—Papá, ¿a dónde vamos?, este no es mi camino a la escuela —me dice sonriente y, a la vez, cruzando sus brazos. 

—Tenemos que buscar a una compañera del trabajo de papá que, la verás muy a menudo. Estará de vez en cuando visitándonos a casa, así que, pórtate bien con ella, aunque no quiera mucho a tu papá, ¿de acuerdo? —asiente mientras sus mejillas se tornan rosas.

—Bien, papá, así será. Ya la quiero conocer. —Si ella supiera que yo no siento esa misma alegría.

Su madre, mi ex, Hannah Baker, es una mujer demasiado molesta, arrogante e interesada en exceso por el dinero, todo en su máximo esplendor, ella y yo no congeniamos por mucho tiempo, pues, hizo algo que no debió y llegó Keilanny Harris Baker de cuatro años.  

Miro todo mi alrededor, las aves hermosas como pierden alguna de sus plumas, ahora que me detengo a mirar me recuerda totalmente a Leigh-Anne, ama la naturaleza, cosa en la que me he fijado cuando la he cachado distraída en alguna reunión de nuestras familias. 

Creo que ya tengo el apodo perfecto para ella, no es malo, pero supongo que va con lo que le gusta, eso espero.

Pasado unos minutos, llego a su casa, la veo afuera mirando el reloj de una manera desesperada, espero que ella no quiera regañarme, aunque, optando por sus gestos, no considero que me trate de una forma muy amistosa. 

Rueda sus ojos algo molesta, si supiera lo adorable que se ve haciendo eso, me causa gracia y ternura, no incomodidad, pero como yo no demuestro casi nunca lo que pienso, actuaré como siempre soy. 

—Si sigues rodando así los ojos, se te quedarán hacia arriba, dócil colibrí —ante mi apodo, ella se asombra.

—¿Colibrí?, vaya, supuse que me dirías cacatúa, como me odias —menciona con total asombroso—. Además, los ojos no se me quedarán así si lo que quiero demostrar es con total sinceridad —se encoge de hombros y mira la niña que está detrás, ella no la conoce. 

Se lo había mantenido oculto a ella hace mucho tiempo, ni modo, un día debía enterarse. La pequeña siempre andaba con su madre, ya que estaba pequeña, pero ahora, está quedándose un tiempo conmigo. 

—Pues, me gusta más decirte colibrí, ya demasiado odio te tengo, por lo visto igual tú a mí.

—Me desperté bien temprano, Harris, para que llegues diez minutos tarde, bastante exigente, fuiste ayer. El apodo, la verdad, se ve que te has esmerado, pero para mí seguirás siendo la regla con patas. 

Veo el color que toman sus mejillas al regañarme, si la miro bien, no es tan mala después de todo, tiene ese toque de vergüenza y tacto para las cosas. 

—Te dije, Sr. Harris, para ti, no soy regla con patas, bien sabes que mi cuerpo es divino y bien definido —miro a mi pequeña y ella se sube en el asiento delantero—. Por cierto, ella es… mi hija, colibrí —hago una pausa—. Keilanny es su nombre, sé que te has dado cuenta de su pequeña presencia.

—¿H-hija?, ¡Pensé que era una hermana o prima! —menciona exaltada. 

Río por eso. 

—Pues sí, es mi hija y su madre es Hannah, ya la has de conocer. 

Su semblante cambia, ni ella soportaba a Hannah, ha sido una persona demasiado mala, lo admito, sin embargo, esas eran mis actitudes, aunque sigo siendo odioso y molestoso, ella me superó en ello.

—Tremendo regalo, Sr. regla con patas —mira a mi pequeña y le sonríe, mi hija le devuelve—. Hola, hermosa, un gusto, soy Leigh-Anne y trabajaré con tu papá. 

—Eres muy linda, colibrí, me agradas, haces que mi papá se levante temprano, además sonríe contigo.

Eso hace que ambos nos sonrojemos y agachemos la cara de la vergüenza. 

—Keilanny, no digas eso, ella es solamente una compañera de papá, tu padre no la soporta mucho que digamos —Leigh me mira anonadada.

—No creo que debas decirle ese tipo de cosas a ella, Kean, recuerda que debes ser su espejo de ejemplo —creo que ella tiene razón, esas son cosas de adultos que conforme vaya creciendo, aprenderá—.  Es mentira pequeña, tu padre y yo nos llevamos bien. 

Me fulmina con la mirada, sigo mejor con lo mío que es conducir. Tremendo carácter que tienen las dos.

 



#13757 en Novela romántica
#2557 en Chick lit
#2586 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 24.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.