Mis días (odiando) amando al Sr. Harris.

Capítulo 2: La noticia menos esperada.

No quisiera que este tipo de cosas me pasaran a mí, pero es lo que debo de acatar.

LEIGH-ANNE BECKETT

Un rato más tarde.

Reunidos ya en la mesa, yo feliz con mi pijama corta de plumas de colores y Ginger viendo televisión a un costado de la sala de estar, fuera de la reunión de nosotros, comenzamos a charlar. 

Mi padre mira hacia la cocina, la cual están las mucamas y ayudantes de servicio allá, le hace señas a alguien. Yo me he quedado perpleja al ver de quien se trata.

Kean, ¿Kean Harris?

Su familia, los Harris, son, junto a nosotros los Beckett, la familia número uno en Arquitectura. Veo que es, por primera vez, donde dos grandes conjuntos de personas se llevan así de bien, a pesar de hacer lo mismo, mis padres odian la rivalidad. 

Aunque seamos millonarios, nos mantenemos siempre humildes, los Harris igual, pero ¿él?, no conoce eso, es odioso, presumido y terco, siempre desde que lo conozco ha sido así, no sé si sea solamente conmigo, sin embargo, es la actitud que a mí me ha demostrado.

—¡Papá!, ¿por qué no me avisaste que venía visitas a casa de los socios de tu negocio de arquitectura?, estoy en pijama. —Ríe, mientras mi rostro se percibe rojo de la vergüenza. 

—No pasa nada, te ves adorable en tú… lo que sea de plumas —dice entre risas, como detesto eso de Kean, como siempre de burlesco. 

Li qui sii di plimis —imito sus gestos, no puede ser más malvado que yo—, ¿Eso tendría por qué importarte? —me observa de un modo desafiante. 

—Pues sí, me debe importar porque de ahora en adelante trabajarás para mí LeiAnn. —¡Detesto que juegue con mi nombre!

Vuelvo a procesar lo que me está diciendo, ¿Trabajar para él?

—Mamá, papá, rectifiquen que lo que dice la regla con patas es real y, segundo, ¿Cuántas veces te diré que no es mi nombre como lo abrevias?

Siento que voy a estallar, de mis oídos emana chispas y humo del enojo. 

—Sí, hija, es cierto, por eso ha venido aquí, no se ve bien que la hija de unos grandes empresarios ande vendiendo hamburguesas como mesera de un restaurante. —La observo con furia, esto debe de ser una broma, al menos es lo que deseo que mi madre esté por decirme, que es un chiste.

—¿Por qué con ellos, madre?, ustedes, ¡Son mi familia!, debería estar a su lado, no con los Harris, no, ¡Con este Harris! —lo señalo y él me baja el dedo. 

—Es de mala educación señalar a tu jefe, LeiAnn —me observa más de cerca—, y, es Sr. Harris, de ahora en adelante, así me debes decir. 

—Hija, ya trátalo bien, sabes que en la empresa queremos pulir a Lexie, tienes que representarnos allá en la empresa de los Harris, estarás con Kean en todas partes como asistente, yendo a reuniones y prestando tus servicios para él, solamente a él. 

Agacho la cabeza cuando mi padre me explica todo lo anterior, asiento suavemente.

—Es mejor que lo hagas por las buenas, eres una excelente arquitecta, hija, demuestra de que estás hecha, sabes que incluso nos has superado a nosotros, adelante, brilla en tu propio camino. —Miro a mi madre con las mejillas rojizas y asiento una vez más. 

—De acuerdo, de todos modos no es como que tenía otra opción —decido ponerme de pie—, ¿cuándo debo comenzar?

—Mañana paso por ti a las siete con treinta, espero que seas puntual. Además, no será un largo tiempo, quizá unos días, meses, años, quien sabe, sé que te gustará estar a mi lado y pensarás estar permanentemente.

—Lo dudo mucho, gustarme tu compañía nunca será una opción —ruedo los ojos en son de molestia. 

—Cálmate, no es como que a mí me guste tampoco, no tengo de otra, mis padres y los tuyos se llevan bien y, además, los Harris te adoran, a excepción de mí, LeiAnn.

—¡Deja de decirme así! —todos ríen, hasta Ginger. 

La traición, la decepción hacia mí.

—Bien, mañana prometo buscar un mejor apodo para ti, para tratar de llevarnos mejor —se acerca a mí y me toca la nariz—. Hasta mañana, chica pequeña sin apodo

No puedo evitar sonrojarme ante eso, siento el calor en mis mejillas, otra vez. Mis padres me hacen un gesto de que vaya a cerrarle la puerta, lo hacen por modo de “amistad y respeto”, pero es lo menos que siento por Kean, la regla con patas. 

Tiene buen físico, lo admito, es una de sus mejores cosas, no obstante, no puedo decirle eso porque ya ego tiene suficiente. 

Ruedo los ojos fastidiada, tengo que cumplir, sé que mis padres son demasiado rígidos y podré tener consecuencias muy malas si no acato sus órdenes. No quiero ser la vergüenza de los Beckett. 

Salgo a abrirle para que se retire lo más pronto posible, ya no deseo más su presencia en mi espacio de tranquilidad. 

—Buenas noches, regla con patas. 

—Buenas noches, chica sin apodo, mañana tendré uno mejor. 

Ya sin decir más, veo como se marcha y cierro la puerta de inmediato. Suspiro profundamente. 

Paciencia, eso es lo que más deseo en este momento, sin embargo, tomaré todo por el ámbito positivo...

 



#13784 en Novela romántica
#2564 en Chick lit
#2587 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 24.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.