Mis días (odiando) amando al Sr. Harris.

Capítulo 6: Distracciones.

¿Y si realmente estoy confundida y lo que siento es algo totalmente diferente?

LEIGH-ANNE BECKETT

Sus órdenes hacen que chille su voz en mis tímpanos, debo tratar de seguir, todo será hasta un día. Sin embargo, no sé que tanto duren mis días odiando al Sr. Harris. 

«O regla con patas andante, presumido. ¡Como lo detesto!»

—Bien, tienes que revisar estos planos de unos proyectos, a ver que tan buena eres en la Arquitectura y, notar si lo que dicen tus padres sobre ti es cierto —sube un pie en la orilla de la silla donde me encuentro ahora y se acerca a mí. 

La ropa negra que tiene le queda bien en su cuerpo, no me había fijado en él sin saco. 

—Por supuesto, ahora lo verifico —no lo miro a los ojos. 

Quiero que se dé cuenta de que, su ego conmigo no le va a funcionar, realmente debe tener eso en claro. Cree que soy como las demás chicas que se dejan dominar por una carita bonita, eso conmigo no va, menos después de que tuve una relación espantosa en el pasado. 

—Hazlo bien, no quiero errores. También más tarde tienes que ir conmigo a buscar a Keilanny, quedarte en mi casa a ayudarla con sus tareas. —Lo observo fijamente y me cruzo de brazos. 

—¿Y tú qué harás?, ella es tu hija, me pagan para estar brindándote servicios de mi carrera y en tu casa a ti, no para ser niñera. 

—Pues fíjate, que me ayudarás, además, la niña apenas te vio y dijo que le agradas, cosa que no es normal, ella no quiere ver a su madre, se siente bien contigo, no lo hagas por mí, hazlo por la pequeña que le hace falta ese cariño materno del que su madre claramente carece. 

Y es aquí donde, por primera vez, noto a Kean con un puchero, suplicándome ayuda. 

—Vaya, hasta que punto tuviste que bajar tu ego para satisfacer el corazón de tu hija —lo observo fijamente—. Está bien, pero que conste, que lo haré porque ella me parece adorable, no por ti. 

—Gracias, colibrí, sé que lo harás excelente —me asombro. 

—¿Lo tomo como un cumplido o como un sarcasmo?

—Al fin de cuentas, si te lo explico, lo tomarás como quieras. 

—En eso tienes razón, Sr. Harris —mi mirada compenetra con la suya—, ¿Me puedes dejar trabajar ahora?, tengo mucho que hacer de un jefe malhumorado. 

—S-sí, claro. Yo igual tengo mucho trabajo. Si deseas preguntarme algún detalle, me puedes decir, dócil colibrí, aunque desearía que no tuvieses alguna duda.

—Gracias, yo no pretendo preguntarte. Que molesto eres, regla con patas.

—A tus órdenes para molestar tu paciencia —ruedo mis ojos al escuchar eso. 

—Demasiado tengo con tu presencia. 

Me dispongo a trabajar, obviamente sin dejar de notar que de vez en cuando, Kean me miraba de reojos, por lo que me sentía intimidada. Yo solo sé mover mi cabello por detrás de la oreja y remojar mis labios. 

Esto será más difícil de lo que creí, pero solamente me queda tomarlo con calma. 

[***]

Casa de los Harris

Ya hemos ido a recoger a Keilanny, quien, se abalanzó sobre mí cuando vio mi presencia. Kean, aunque sea algo duro, no pudo evitar sonreír ante esta hazaña, es algo muy bonito. 

La niña me sujeta de la mano al entrar a la respectiva mansión, la cual, siempre me ha encantado el diseño futurista, esto de ser arquitectos sienta bastante bien. 

Una señora mayor debe ser de algunos setenta u ochenta años, baja las escaleras mirándome fijamente. 

—Vaya, mi Keancito. Has traído a la joven Beckett contigo —trata de despegarme a la niña, sin embargo, la pequeña se opone. 

—Sí, Leigh estará trabajando conmigo y ayudándome en todo de mi vida. Así que vino para ayudarme con la hermosa Keilanny. 

—Pero para eso está Hannah, ¿hablaste con ella sobre eso Kean?, no cualquiera puede cuidarla.

Me odia, eso es seguro. 

—Abuela, ella es perfecta para hacer este trabajo y prestar sus servicios para mí, así que, por favor, no interfiera en esto. —Expresa Kean furioso, al menos me está defendiendo. 

—Hablaré con Hannah sobre esto —se retira.

—No soy una cualquiera señora, no me juzgue sin antes saber quien soy. 

Se gira a verme nuevamente. 

—Tú a mí no me dirijas la palabra, niña. 

Kean toca mi hombro cuando iba a dirigirme a ella y niega con su cabeza. 

—Ya sé que es molesto lo que dijo, sin embargo, es mi abuela y esa es su forma, no generes conflictos, apenas llegas, colibrí —su mirada seria y fría, como siempre. 

No expreso nada y miro a la niña. 

—Ven, sígueme Leigh-Anne, te muestro donde está la sala de tarea de ella cuando viene a estar conmigo. 

Ahora mis mejillas están ruborizadas y miro al suelo sin decirle ni una sola palabra a Kean. No sé quién se cree para hablarme así, no obstante, he bajado la guardia más por su hija que por él mismo, respeto es lo que menos le tengo.

Veo el salón de Keilanny, la verdad no esperaba menos de Kean, se nota que ama a su hija y eso es lo importante, que esté para ella y no sea ausente. 

La niña es muy hermosa, sin duda supongo que puedo pasar muchos ratos con ella, siempre y cuando, la señora no se entrometa y, sobre todo, la madre de la chiquilla, la cual me cae mal, no tanto como Kean, pero sí, venga a arremeterse contra mí. 

Y es aquí donde noto que mi misión principal es cumplir con el escaso amor de madre que padece la pequeña y, colaborar a la regla con patas… que fastidio han sido estas veinticuatro horas de mi vida y, por lo que noto, mis días odiando al Sr. Harris no van a acabar.

 



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En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 24.08.2022

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