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Aunque hacía mucho frío no había nevado en todo el día. Pero la persistente agua nieve qué caía, volvía peligroso el camino. Y tal como lo había temido Gulf, el motor de su vieja camioneta no resistió el frío del crudo invierno y los líquidos se congelaron, dejándolo tiritando de frío y de ansiedad, varado al costado de la ruta desierta.

Gulf trató de ver algo a través del cristal escarchado pero el mundo afuera sólo se le presentaba blanco. Se estremeció cuando reconoció el lugar donde estaba.

Había sido allí mismo donde la semana antes de la Navidad, una navidad extraordinaria y fuera de lo común que sabía que nunca iba a olvidar, había visto los destellos en el cielo ... y así ... aquella maravillosa historia de amor había comenzado.

Gulf clavó su vista en el firmamento estrellado. Y sintió que las palabras que conocía no alcanzaban a describir lo que sentía. Ver aquellos infinitos puntos de luz y tener ahora la certeza absoluta de que no eran solo cúmulos de luz y gas sino que era en el hogar de otros ... de muchos otros ... que soñaban, que vivían, que amaban ... como él ...lo hacía estremecer...

Gulf cerró los ojos y se entregó al recuerdo de aquella alineación, en el lejano Nibiru, cuando se estremecía junto al cuerpo desnudo de aquel ser extraordinario que le había cambiado la vida para siempre.

Se concentró un poco más en el recuerdo hasta sentir la exacta textura de aquellos labios violáceos sobre los suyos y se dejó envolver por un calor repentino que comenzaba a invadirle todo el cuerpo.

—Así que ...esto es en lo que piensas cuando no estoy cerca ...

Gulf abrió los ojos sorprendido. Y al ver a Mew, a su mew, en su traje plateado, con aquellos ojos hipnóticos y ese cabello único níveo azulado , sentado a su lado, mirándolo con un gesto de picardía que lo hacía sorprendentemente muy humano Gulf sintió que un calor abrazador terminaba por apoderarse de él. Y sin decir palabra, se abalanzó hacia Mew y lo besó con desesperación, con ansiedad, con pasión.

—¿Por qué ... aún ... no le han puesto botones a estos trajes?— balbuceó Gulf mientras mordía los labios de un Mew completamente extasiado.

Y tal como había sucedido en Nibiru, en lo que dura un parpadeo, al menos un parpadeo humano, Gulf se vio a sí mismo desnudo. Y en otro parpadeo, cayó en un profundo deleite al ver el cuerpo desnudo y tentador de Mew cerca suyo.

— ¿Cuál ... es el veredicto?— preguntó Gulf besando con desesperación el cuello de Mew— Aunque no me importa lo que piensen allá arriba ... , no permitiré que te vuelvas a ir ...

Mew, aferrándose a la cintura de Gulf y trayéndolo más hacia él, respondió :

— ¡Eso quería oír !...¿ Lo juras?

—¡ Lo juro !— y de repente la voz de Gulf se convirtió en un largo y profundo gemido de placer.