Momento de agradecer por todas las cosas que nos han pasado. Tanto buenas como malas porque cada una tiene su para qué en la vida. Todo tiene su motivo.
Ay, ya me puse filosófico
“¿Tú, filosófico? Claro amigo y yo soy Aristóteles”
Ya se vino a meter subconsciente en donde no lo llamaron.
Estamos en casa de los tíos de Allie celebrando la fecha. Nuestros gemelos de nueve meses están dormidos y nosotros aprovechamos para cenar.
Pero estoy feliz, estos dos años de vida conociendo a Allie han sido lo mejor de mi vida y mis hijos son el regalo más valioso que he recibido.
Pero basta de chácharas. Hora de contarles como son nuestras festividades.
Mis padres se fueron de viaje a su "idilio de amor" en serio, no supero que mis viejos estén comportándose como dos adolescentes llenos de hormonas. Aunque espero que luego de años de casado con una mujer como Allie mi esperanza es llegar como mis padres. Y no debería dudarlo, soy yo el sueño de cualquier mujer.
Y no digas nada subconsciente
"Si eso te hace sentir mejor"
Mejor lo obvio
Miro a mi hermosa esposa reír. Está preciosa con ese suéter aguamarina que resalta ese rojo sensual de su cabello. Ay Dios qué estoy pensando, no es momento de ponerme cachondo. Pero espero ansioso el momento de quedarnos a solas. Mejor no sigo pensando en esas cosas ya que la cena se me va a hacer eterna.
Mi primo Marcos está hablando con el tío de Allie, Owen está felizmente instalado en la cocina terminando de preparar un postre, mis sobrinos están corriendo por doquier. Y la vida es así es amor.
De repente siento un abrazo pequeñito. Me giro para encontrarme con Clara la hermana de siete años de mi esposa. — Gracias por ese abrazo, pequeña.
Ella sonríe. —De nada, Ian. —ahora cambia su rostro a uno que conozco muy bien. Esta princesita parece familia de Don Cangrejo. — ¿Sabes que quiero para navidad? —yo sabía que ese abrazo no era de gratis. Conozco a las de su clase. Se parece mucho a mí.
— ¿Qué quieres, princesa?
—Un perrito. —Ay, que ternura.
—Pídele a santa y estoy segura que te lo traerá.
Hizo un puchero que me recordó mucho a Allie. —Está bien. Solo espero que me lo traiga es lo que más deseo en el mundo.
Eso último fue una indirecta muy directa.
Seguimos comiendo y le tomo la mano a Allie por debajo de la mesa. Me acerco a su oído. —Te amo. —sus ojos se llenan de lágrimas al escucharme pero sonríe.
—Yo también te amo. —me susurra de vuelta.
Luego escuchamos una tos que nos saca de nuestra burbuja. —Por Dios, si se van a poner en plan pervertidos les pido que no sea en la mesa, estamos comiendo y mi hijo está por allí y no quiero que vea sus cochinadas y lo perviertan —comentó Lisa (la mejor amiga de Allie) toda jocosa.
Como siempre Allie se puso como un tómate. —Lisa, cállate. Además no eres quién para hablar. —todo lo que hicimos fue reír. Mi esposita tiene garras.
Mi hermana se giró hacia nosotros. — ¿Cuándo piensan colocar la navidad? Yo decoré hoy mi árbol.
Ah, eso. Ciertamente no habíamos meditado eso pero era cierto. Había que decorar nuestra casa. El año pasado no lo hicimos porque viajamos. Mi padre me dio el regalo de pasar desde acción de gracias hasta navidad en Paris, aunque el regalo fue más para Allie que para mí, porque ella no había conocido esa ciudad y mi papá le dijo que debía hacerlo en esas fechas. Ahora este año es muy importante ya que es la primera navidad de los mellizos.
Tiene que ser perfecto.
Miro a Allie esperando su respuesta pero lo que hace es comer. Tiene las mejillas como las de una ardilla y dudo que termine de masticar en un rato. ¿Qué le pasa? Ella no actúa así como así.
Y nunca respondió la pregunta. Eso está raro, muy raro.
Su estado de ánimo decayó de momento. Estaba feliz y enseguida cambió. Tiene que ver con eso del árbol, el trabajo y con los gemelos. Lo más probable es que esté estresada por tantas cosas juntas. Mejor la ayudo con eso. Yo amo la navidad así que me debo poner en modo "Operación fiestas"
Y va a ser muy divertido. Allie estará feliz.
Estoy seguro de eso.
***
Ian pasa a la casa y está muy emocionado. No sé qué le pasa pero como siempre es él y sus vainas raras. Mejor ni trato de entenderlo.
Los gemelos juegan sobre su alfombrilla y no puedo con tanta ternura. Emily estaba peleando con David por un juguete pero cuando vio que su hermanito se puso a llorar ella se lo entregó como una buena hermana. Haciendo que mi corazón se hinchara de amor, ellos son mi vida.
Ian me abraza por la espalda y yo doy un respingo porque estaba distraída viendo a los bebés. Me da un beso en mi cuello por debajo de la oreja. —Mi amor, te tengo una sorpresa.
Me giro emocionada para ver pero no encuentro nada. — ¿De qué hablas?
Él me sonríe con una mueca aterradora. No entiendo por qué tanta emoción. —Ya lo verás. —y sale de nuestra sala de estar como si nada. Debo acordarme que él siempre será Beaumont.