El ocaso de arcadia

CAPITULO 10: UNAS PEQUEÑAS VACACIONES ANTES DE LA TORMENTA

CAPÍTULO 10

Samantha

Estaba esperando a Ian para saber si su padre había aceptado nuestra petición, cuando lo veo se dirigirse a mí con una cara triste

— Oh, no nos dieron permiso— digo con lastima

— Lo siento amor, pero... si nos dieron permiso— dice entonces me lanzo a sus brazos y lo beso

—Qué bueno, tonto, me asustaste— digo

— Pero igual es a este tonto al que quieres— dice

—Tienes razón – digo y me da un beso,

♣………….♣

El tiempo paso volando. No sé cómo llegamos a la playa tan rápido, solo recuerdo que habíamos estado alistando nuestras cosas

—Amor nos divertiremos…— me lo promete, pero de pronto comenzó a sonar su teléfono — Que tal si apagamos los celulares y nos olvidamos de todo y la pasamos bien— propone

— Tienes razón— y así apago mi celular.

Entonces miro la casa de playa a la que venimos hace más de un año y contemplo que todo sigue igual de lindo las paredes blancas siguen así con los grandes ventanales azul marino y la entrada rodeada de plantas ornamentales

— Sam ya estas listas para ir a dar vueltas por la playa— dice

—Claro, vamos— me cuelgo de su brazo y salimos, ya era de noche, nos sentamos a ver el cielo estaba hermoso había muchas estrellas, hoy había luna llena, pero hacia un poco de frio, pero no demasiado

— Sabes me gusta el cielo de esta noche, está más precioso de lo normal— dice

— A mí me gusta, porque es el cielo que lo ves tu— respondo

—¿Quieres bañarte? — pregunta mirándome a mí y al mar

—No, estás loco hace frio— grito

— Tú te lo pierdes dice— y sin más veo como se sumerge en el agua — en serio esta rica

— Woa, eres inmune al frio— digo sorprendida yo no me meto ni loca sale me da un beso, pero siento que me eleva y me tira al mar,— ¡Iannn!— grito —De nuevo

— Tranquila no esta tan helada — dice y ahora que la pruebo tiene razón y nos la pasamos bien, después nos vamos a dormir

A la mañana siguiente me levante, me bañe el agua estaba cálida, en comparación a la de la noche anterior, me vestí me puse una remera verde con un short blanco y unas sandalias blancas igual al short, y entones cautelosamente entre al cuarto de Ian, lo iba despertar pero su cara se veía tan linda, así que iba a desayunar sola, seguro ya Mayra, la mucama, tenía preparado, cuando me estaba yendo alguien, él, toma mi muñeca y me hace caer a su lado

— Hola amor— digo mirándolo como boba

— Hola, me encanta que me hayas venido a ver, pero no me has dado mi beso de buenas días amor— y se lo doy,  y así fuimos a desayunar juntos

— Hola Mayra— saluda Ian energéticamente mientras me abraza la cintura

— Buenos días Mayra— saludo

– Buenos días jóvenes— dice con una amble sonrisa en su rostro

— Oye suéltame nos estás viendo raro— digo

— ¿No somos novios? — ella solo se ríe de nosotros, al terminar vamos a la playa

— Quiero un helado—digo hace un calor inmenso

—Está bien vamos conozco una heladería cerca, vamos – dice y nos dirigimos a su famosa heladería caminando agarrados de las manos mientras vemos el amanecer, como algunas personas entran veo ahí una pequeña pareja con su hijo, aun soy muy joven pero algún día no se me gustaría estar así con Ian en esta misma playa

— Dos helados de chocolate— dice a lo que llegamos a la heladería a una joven que se le regala a Ian, no sabe cómo llamar más la atención de él, que idiota se abre un poco más el escote por Ian, típico de esas mujeres

—Encantado de servirle joven— dice y comienza a coquetearle la heladera, que coraje todas le coquetean, entonces lo beso

— Lo siento amiga pero él ya tiene novia y ni se te ocurra darle tu teléfono, porque vi que lo estabas anotando— digo enojada o celosa o ambas

— Tú te lo pierdes, sigue con esta niñita— le dice y nos entrega los helado de mala gana a los que llega un cliente guapo, y en un dos por 3 comienza a coquetearle al nuevo que perra

— Amor que linda te ves celosa— me dice, pero sigo enojada así que tomo mi helado – ¿qué pasa amor?— dice sonriéndome aunque no hizo nada me hierve la sangre por culpa de esa tipa

— Nada Ian... verdad, ¿tú nunca me dejarías por alguien así? — dice, parece dudarlo, no…

— Nunca te dejaría dice, aunque este lejos de ti mi alma y cuerpo te pertenecen nunca lo olvides — dice

— Te creo, te amo— digo.

Al día siguiente lo veo con una car de tristeza nostalgia yo que sé, pero la cambia rápidamente al verme llegar

—¿Qué te pasa porque esa cara? — pregunta, aunque debería ser al revés

—Nada, solo estoy un poco triste pues mañana tenemos que regresar— respondo y en cierta manera no miento ya que por alguna razón siento que si me voy algo malo pasara




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