—¡Hey chica despierta es la cuarta vez que duermes en la biblioteca de la facultad! —me zarandean y me tengo que obligar abrir mis ojos y levantarme.
—Perdón —me excuso levantando mi ordenador y mis apuntes aun adormilada y bostezando.
Que sueño tan extraño.
Salgo de la biblioteca de la facultad y de camino a mi habitación me encuentro con mi novio Albert, nos conocimos cuando me mude al pueblo.
Se me acerca y me da un beso ayudándome con mi mochila, cargándola y dándome un abrazo de lado.
—¿Cómo está mi filosofa favorita y futura escritora? —sonríe haciendo lucir sus hoyuelos.
Me alaga con la carrera que curso y no saben lo sonrojada que me pongo con aquello, todavía no puedo creer que esté estudiando esto.
No sé cómo nació todo el amor a la escritura en mi, pero si sé que fue después de unos sueños extraños.
—Ya Basta —le doy un empujón divertida.
—Estas roja —me sonríe y vuelve a besarme y me da otro en mi mejilla.
Me deja en mi habitación y se va, mi compañera de cuarto no está así que debo aprovechar para navegar, el internet se pone más lento cuando ella está conectada. Comienzo a ver redes sociales en mi computador mi celular se ha dañado y mi salvación es la computadora, necesito un respiro para todo el drama universitario que tengo encima.
Profesores locos que no saben ni pío como tratar al estudiante, no les gusta la escritura de uno mismo porque para ellos todo es "vacío y sin inspiración".
Una publicación me detiene de repente de una editorial que sigo en Instagram.
"Abrimos las puertas a nuevos talentos por eso pueden enviar sus manuscrito, la editorial busca tu talento y puede que el siguiente ejemplar sea el tuyo".
Los dedos me pican y no me veo con el valor de enviar mi libro, hace unos años lo tengo en mi computadora y es como si...olvídenlo, no creo tener esa valentía y es estúpido porque estoy estudiando eso mismo y me abriría puertas si la envió.
Es mejor descansar y no enviar nada.
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Era el cumpleaños de Albert y quería darle una sorpresa escondida en su armario con un pastel y sus amigos en el baño, me sentí nerviosa porque pronto nos graduaremos y sin mencionar que le daré la noticia que me mudare cerca de él.
Sus amigos y yo nos esforzamos mucho por esto y por darle la gran sorpresa porque estos días ha estado sumergido entre tareas y deberes y siempre que venía el pobre estaba tan agotado y sin ánimos, el miércoles estaba enfermo.
Las 12 dictamino mi reloj ya sabía que era su cumple. La puerta se abrió y mis nervios volvieron, salimos de sorpresa y lo que me encuentro es a mi novio de la mitad de mi adolescencia besándose con mi compañera de cuarto, el pastel que sostenía se deslizo junto con la decepción y las lágrimas que nublaban esa imagen tan fea y que me daba vergüenza porque yo organice todo este teatro y termine viéndome como toda una payasa.
—Ylani... —ni siquiera lo deje que se expresara porque no me interesaba escuchar mentiras de su boca.
Me cambie de cuarto y compre un celular nuevo, evite ver rostros y solo tenía que sacar las notas que deberían ser. Salía de mi próxima clase cuando el tintineo de mi teléfono me obligo a tomarlo y espero que no sea Albert con un número nuevo molestándome.
—¿Hola? —contesto.
—¿Hablo con la señorita Méndez? —indagan al otro lado.
Mi rostro se descompone en confusión.
—Si ella le hable ¿quién me habla a mí? —desactivo los seguros para entrar a mi auto, entro la llave y lo enciendo.
—Le hablamos de la editorial LUX para decirle que su manuscrito fue aceptado, es exquisito y tan bueno para el público que nos interesa de inmediato dialogar del contrato y si le parece firmar.
Pero... como si yo no.
—Debe haber un error yo no he envido un manuscrito señor.
—¿Disculpe? No es usted la escritora de "Soy ficticio".
Mi corazón se dispara con el título de mi libro que escribí en mi adolescencia.
—Si —contesto aun en los aires.
—Entonces no hay error es usted, cree poder pasar por nuestras oficinas.
Todavía no comprendo ¿qué paso?
—Claro me parece. Me da la dirección por favor.
No importa cómo fue, ni quien lo hizo, lo que sé es que desde ese día todo cambio.
Años después.
—Soy Ylani Méndez, tengo veinte un años y soy escritora de Soy ficticio, les quiero dar las gracias por su apoyo y amar tanto mi libro como yo lo hago. —los aplausos en la librería en la que estaba firmando mis ejemplares se llenó de ovaciones y halagos que me hacían tener ese sentimiento que te da calentitos en el pecho.
Me sentía orgullosa.
Mi libro en las primeras semanas se vendió como pan caliente haciéndome tener una fama inmediata en el mundo literario las librerías lo pedían de a cada nada se acababa porque todos quedaron impresionado con el mundo que les transmite en mis letras y el romance que implemente con la fantasía de viajar a otro mundo.
Eran las 10:00 de la maña en la que las manos me dolían de firmar la extensa fila que salía desde afuera, con chicas y chicos que vinieron desde lejos a tomarse fotos conmigo y a hacer que les firme mi libro.
Mi familia estaba tan orgullosa de mí que me ponía más feliz que supieran de todo la grandeza de este momento, mi padre me levanta los pulgares siempre que suspiraba del cansancio de no parar de repartir autógrafos.
Ya eran las 5:00 y ya todos iban saliendo, de la biblioteca.
—Gracias por esto señorita ylani, un honor para la librería que aceptara.
—No hay de que, el honor es mío por su invitación. —le sonreí al dueño de la librería que está aquí en new york y no saben lo linda que es esta ciudad.