AMOR Y TRAMPAS | ALONSO Y SOFIA

Prologo

Observaba la ciudad desde la ventana de mi oficina mientras le daba un sorbo a mi café, definitivamente Nasia era la mejor y me alegraba muchísimo haberla vuelto a contratar. Era lunes, eso solo significaba muchísimo trabajo por hacer y ver las calles aglomeradas lo confirmaba.

Escuche un fuerte golpe que me obligo a voltear y ya sabía a qué se debía ese alboroto.

—No puedes tocar la puerta e ingresar como las personas normales y decentes —recrimine, fulminando con la mirada a uno de mis mejores amigos, Jack.

—¿Tu hiciste esto? —pregunta caminando hacia mí y tirándome el periódico encima. No era necesario que leyera el contenido, sabía el escándalo que se estaba armando, lo sabía porque yo lo había ocasionado.

—Es necesario que te responda —dije dando un último sorbo a mi café, rodee el escritorio y me acomode delante de la computadora, ignorando su enojo y preguntas.

—Maldita sea Alonso, sabes que esto también salpicara a mi familia —bramo molesto golpeando mi escritorio con ambas manos.

—Eres lo suficiente capaz para proteger a tu familia y que no le salpique el lodo, confió en ti mi buen amigo —dije poniendo mi mejor sonrisa. Sabía que mi revancha contra Álvaro y de paso malograrle la existencia a Sofía me había convertido en un hombre desalmado, odiaba que Sofía lo haya preferido a él antes que a mí a pesar de todo lo que ese maldito y su familia le había hecho. No querían que fueran felices, suficiente tiempo de tranquilidad ya les había dado.

—¿Todo esto lo estás haciendo porque aún no superas que Sofía eligiera a Álvaro?

—No sé de qué hablas Jack, será mejor que regresas a tu empresa y estudies como defender a tu padre. Si no eres capaz solo dilo y yo podría representarlo —me burle.

—Estás loco Alonso. Como tu amigo que soy debo recordarte que ahora estas comprometido con Tamara Romero y no puedes seguir viviendo en el pasado. Ya olvídala y resígnate a aceptar que perdiste, no siempre se puede ganar.

Resople.

—No pongas esa cara.

—Es la única que tengo…

—No tienes remedio Alonso y no es necesario que representes a mi padre, soy el abogado más capaz —dijo con engreimiento.

—Después de mi —dirás —me burle.

—Mejor me voy —dijo Jack y salió de mi oficina no sin antes advertirme que debía tener cuidado porque las serpientes al ver se acorraladas tienden a atacar.

No había nada que pudieran hacer los Reyes contra mí, yo solo había cumplido con mi deber de ciudadano de informar un acto de corrupción —dije para mis adentros.

«Quiero ver la cara que pondrá Sofía cuando se entere que están arruinados»

Me puse de pie y salí de mi oficina, tenía una reunión que dirigir. Después de debatir y ultimar algunos detalles, regrese para mi oficina.

—Alonso…

Escucho que me llama Nasia haciendo que no gire el pomo de la puerta —¿Pasa algo? —pregunto al ver su rostro de tragedia.

—Ahí dentro la espera la señorita Sofía… 

—Sofía… —repito en susurro, siento el cabalgar de mi corazón y nervios. —¡Qué mierda! —exclamo al darme cuenta que aún me siento nervioso, llevaba años sin ver a Sofía. Sonreí con ironía… —posiblemente está viniendo a mí por lo que paso con su familia política.

—Dile que no estoy —dije soltando el pomo de la puerta y caminar de regreso al ascensor.

—No es necesario que te niegues licenciado Corona, necesito hablar con usted…

Me gire encontrándome con esos hermosos ojos verdes penetrantes que tanto me persiguen en mis sueños y que por fin puedo tener delante de mí… —llevaba extrañándola más de lo que quería aceptar, quería correr y abrazarla, pero no, tenía mi orgullo y no suplicaría nunca más por amor, no por una mujer que no se valoró así misma, el solo recordarlo me envolvía de rabia.

—Disculpe señorita… —¿Cómo es que se llama? —dije fingiendo desconocerla haciendo que Sofía abriera los ojos como platos, la vi abrir y volver a cerrar la boca sin decir palabra alguna.

—No sabía que usted tuviese tan mala memoria y olvidará tan rápido, disculpe por confundirlo con alguien más —dijo recuperando el habla, paso por mi lado con la mirada en el piso, me rompía el corazón, pero ella ya lo había hecho antes.

—Lo aprendí de la mejor —dije tratando de tener la última palabra. Me giré y la puerta del ascensor estaba cerrándose, me quise morder la lengua al verla con lágrimas en los ojos. —¿Qué demonios significaba eso? —No, no debería de importarme, no son más que lágrimas de cocodrilo.

 

Capítulo 1 — También es mi hijo

Descubrir que estaba embarazada era como si me tiraran un balde de agua fría, me sentía aterrada y a la misma vez feliz por el hecho de volver a ser madre, pero esa felicidad no era completa si no le contaba a Alonso sobre la llegada de nuestro bebé porque él era el padre de mi bebé, pero no fue posible, cuando tomé el valor de contarle toda la verdad descubrí que él ya estaba saliendo con alguien más y yo no podía ni juzgarlo mucho menos quejarme porque fui yo la que le había sacado de mi vida.

No tenía derecho a reclamar así que me fui con mi hijo y mi mejor amiga Cielo, teníamos que empezar una nueva vida y desde cero, que mejor que hacerlo lejos de todos.

Tener a Cielo y a mi hijo cerca era mi mayor fortaleza y apoyo en momentos tan complicados que era un embarazo, agradecía a la vida por darme la dicha de ser madre y permitirme tener un embarazo tranquilo.

La llegada de Gabriel era como ver un hermoso cielo cubierto por arco iris o una noche estrellada, mi pequeño Gabriel, así decidí llamarlo porque su nombre significaba fortaleza y me transmitía la paz que le faltaba a mi vida.

Todo era felicidad hasta los seis meses de nacido de Gabriel, cuando el doctor diagnostico que mi pequeño había nacido con sordera y aquello complicaría para que él pudiera hablar, sentí mi mundo venirse abajo, no podía entender porque solo cosas malas me pasaban a mí.

Me tranquilice y tenía que hacer todo lo posible para que mi hijo pudiera volver a escuchar, comencé a trabajar mucho más duro, el pequeño capital que tenía lo utilizar para montar una tienda de ropas de manera virtual y así poder estar en casa con mis dos hijos, mis dos príncipes, esto no podría ser más fuerte que yo.

*****

En la última visita al doctor me dio esperanzas, pero lo malo de todo esto era el maldito y sucio dinero.

—¿Sofí todo bien?

Me giro hacia Cielo quien acababa de llegar del trabajo, se veía cansada y era entendible la pobre tenía dos trabajos para poder ayudarme, juro que me sentía mal por hacer pasar por estas cosas a mi amiga y ni que decir de Henry que por más que me negara a aceptar su dinero él no se rindió y cada mes desde que nació Gabriel enviaba alimentos para nuestra despensa.

—Hablé con el doctor —dije con pesar.

—¿Qué pasa? —me asustas…

—Nuestro bebé puede recuperar la audición…

—Entonces porque tienes esa cara, esa es una buena noticia… —nuestro hermoso angelito puede escuchar nuestras melodiosas voces —dijo una Cielo emocionada.

—Sí estoy alegre…

—Si esa es tu cara de alegría no quiero ver el de tristeza…

—Es una operación demasiado costosa… —dije mientras le pasé el documento que me había dado el doctor, vi a Cielo abrir los ojos como platos.

—¡Mierda…! —exclamo Cielo mientras se sentaba a mi costado con la misma cara de desaliento que yo.

—Sofí no te preocupes podemos conseguir este dinero. Ya veremos cómo, pero lo haremos, no podemos dejarnos quebrar ahora, bebemos ser fuerte por nuestro bebé —dijo Cielo regalándome una sonrisa.

*****

Los días pasaron y el doctor que llevaba nuestro caso había conseguido una cita en el hospital privado “Darío Quiñones”, era el único hospital que podía realizarle la cirugía e implementación de la prótesis coclear. Vi a mi pequeño sonreírme mientras se aferraba a mis manos.

—Estoy de vuelta…

—¿Cielo? —dije sorprendida al verla temprano en casa. —¿Qué paso? ¿Por qué regresaste temprano? ¿Te sientes bien?

—Tranquila mujer, muchas preguntas —dijo sonriente mientras tomaba en brazos al pequeño Gabriel quien le regalaba una sonrisa amplia mostrando sus pequeños dientes blancos a su otra mamá.

—Tía viniste temprano… —era Álvaro quien corría a nuestro encuentro, uniéndose así a nuestra pequeña familia de cuatro.

—Claro que si mi mini héroe, la tía Cielo te trajo un pequeño regalo que está en mi bolso —dijo Cielo, Álvaro no espero más y abrió el bolso de su tía dejando ver su torta favorita.

—Gracias tía.

—Ya te dije que no lo malcríes con esas cosas —dije sería.

—Tranquila, uno no le hará mal —dijo mientras depositaba a Gabriel en mis brazos.

—¿Ahora si me puedes decir que pasa?

—Pues renuncie a mi trabajo, con las liquidaciones de ambas empresas puede sumar para la operación de Gabriel, me encontré con su médico tratante y me dijo que ya había conseguido la cita en el hospital y yo me tome el atrevimiento de llamar a Henry a pedirle su apoyo.

—¿Qué hiciste qué? —dije poniéndome seria.

—Lo que debía de hacer por nuestro hijo porque este pequeño es parte de mi vida, yo no puedo negarle la oportunidad de que él pueda oír, tiene apenas un año y meses, es la mejor etapa para poder hacerlo, por favor Sofía.

Solo llore, me sentía conmovida por lo que Cielo estaba haciendo por mí y mis hijos.

—No llores, eres y siempre has sido una mujer fuerte. Es momento de sacar esa fortaleza por ese pequeño —dijo Cielo dirigiendo la mirada a Gabriel y era consiente que tenía razón, yo debía también entrar en razón no por mi sino por él.

—Gracias —dije tomando la mano de Cielo y ella solo me abrazo haciéndome llorar aún más.

Después de hacer dormir a Gabriel y Álvaro me reuní con Cielo, comenzamos a sumar todo el dinero que teníamos y en definitiva nos faltaba más del 70% del costo de la operación.

—Ni juntando todo el dinero que tengo ahorrado en el banco de la manutención de Álvaro nos alcanzaría.

—¿Y si hablas con el padre de Gabriel? La familia Corona tiene muchísimo dinero.

—No lo sé.

*****

Lima

03 días antes de la operación

 

—Gracias Henry —dije al ver a mi amigo en el aeropuerto recogiéndonos.

Sabes que eres mi familia y haría de todo por ustedes —respondió Henry mientras nos ayudaba a subir los pequeños equipajes a su viejo auto. Nos dirigimos a la vieja casa de mis padres que gracias a la abuela de Henry se mantenía limpia y ordenada, Henry había hecho unas refracciones y era habitable por el momento.

Ese día pedí a Cielo que cuidará de mis hijos, necesitaba hacer algo y eso era hablar de una vez por todas con Alonso Corona. Henry me hizo el favor de llevarme hasta el edificio de Alonso, ingresar a ese edificio hizo que todo mi cuerpo se estremeciera, tenía muchos nervios y sentimientos encontrados. Salude y enseñe la tarjeta que Alonso me había dado hace años, por alguna extraña razón atesoraba aquella tarjeta, era lo que me entrego la primera vez que lo vi.

La recepcionista al ver la tarjeta me permitió el paso hasta el último nivel, me metí al ascensor, podía sentir el latido de mi corazón golpear cada vez más fuerte al ver que llegaba al nivel solicitado. Mis manos me sudaban y eran los nervios de volver a verlo, miedo a su reacción. 

Respiré profundo y salí del ascensor.

—Buenos días Nasia —salude al reconocerla.

—Sofía a los años —dijo saliendo detrás de su escritorio y darme un abrazo.

—¿Esta el licenciado? —pregunte correspondiendo a su abrazo.

—Ahora está dirigiendo una reunión, pero no tardará en salir.

—¿Crees que puedo esperarlo?

—Claro, pasa a su oficina y espéralo allí —dijo Nasia mientras me abrió la puerta de su oficina, no estaba segura si era lo correcto, pero ya estaba adentro y allí lo esperaría. Comencé a frotar mi mano en mis pantalones tratando de secar el sudor que se apodero de mis manos.

Miraba el reloj de pared a cada momento, estaba a punto de volverme loca al ver cuán lento pasaba los minutos. No podía esperar más y decidí salir de aquella oficina que me traían recuerdos que prefería olvidar. Al intentar abrir la puerta mi cuerpo se paraliza al escucharlo hablar: Dile que no estoy.

—No es necesario que te niegues licenciado Corona, necesito hablar con usted… —dije tomando valor y abriendo la puerta, podía ver sorpresa en sus ojos que al instante fueron cambiados a uno de indiferencia.

—Disculpe señorita… —¿Cómo es que se llama?

—No sabía que usted tuviese tan mala memoria y olvidará tan rápido, disculpe por confundirlo con alguien más —dije una vez que recupere el habla, no podía creer que él me estuviera tratando de esa manera. Me lo merecía, yo lo había lastimado de la peor manera, eso lo entendí después de haberme separado de él de la forma en que lo hice sin darle opción a explicarse. «Te lo mereces Sofía», dije para mis adentros y con el poco orgullo que me quedaba salí de ese lugar sino terminaría llorando delante suyo y no tenía tiempo para esos dramas en mi vida, mi hijo era mi prioridad. Mi última opción sería Álvaro Reyes, aunque tuviese que revelar que había tenido otro hijo.

—Lo aprendí de la mejor…

Eso fue lo último que pude escuchar mientras la puerta del ascensor se cerraba.

No pude contener más mis lágrimas y las deje correr mientras bajaba en el ascensor. No había podido hablar de nuestro bebé y quizá era mejor así, mi hijo no podía tener un padre que odia a la madre, el solo hecho de pensar que Alonso me lo pudiera quitar me aterrorizo. Él me odiaba y tenía mucho dinero, seguro me quitaría mi hijo en venganza.

Tome un taxi de regreso a casa.

—¿Cómo te fue? ¿pudiste hablar con Alonso?

Solo negué con la cabeza y volví a llorar. Sentí los brazos de Cielo rodearme y abrazarme fuertemente. —¿El no quiso ayudarte?

—No me dejo hablar con él, ni siquiera quiso escucharme —dije entre sollozos.

—¡Mierda!

Respire profundo y me seque las lágrimas. —Debo buscar a Álvaro, posiblemente él pueda ayudarme.

—No creo que pueda hacerlo…

—¿Cómo? —pregunto extrañada.

Cielo me alcanza el periódico. En primera plana y como título “Allanamiento en la casa y estudio de la familia Reyes por posible acto de corrupción” acompañado de una foto de él padre de Álvaro.  

—No puede ser… —mi última esperanza —digo cayendo en mis propios pies.

—Debes insistir con él padre de Gabriel, no importa… —es por Gabriel.

—Él me odia Cielo, no me quiso escuchar y tengo miedo que me quite a mi hijo cuando se entere —digo entre lágrimas.

—Pues a mí me va escuchar quiera o no… —no pienso solo quedarme de brazos cruzados a esperar que mi pequeño Gabriel pierde la oportunidad de escuchar teniendo a un padre que se pudre en plata y puede costear la operación.

—No lo hagas… te lo prohíbo —digo poniéndome sería. No puedo permitir que Alonso me quite a mi hijo.

—Lo siento Sofía, pero esta vez no pienso hacerte caso. No tienes ni idea de cómo reaccionaría ese hombre al enterarse que es padre y tú ya estas asumiendo que él te lo quitaría en venganza. Sofía eso es lo que menos importa ahora, lo importante aquí es la operación para Gabriel.

—Es mi hijo y yo decido que es lo mejor para él… —te prohíbo ir a hablar con él.

—Lo siento, pero Gabriel es tan hijo mío como tuyo… —Esos pequeños son mi familia al igual que tú y porque somos una familia hare esto, así esto signifique que me saques de tu vida. Vi a Cielo salir a prisa de la casa y por más que quise detenerla era imposible, el llanto de Álvaro me imposibilito seguirla.

—¿Mamá porque peleaste con la tía Cielo? —pregunto entre sollozos.

—No era pelea cariño… —dije rodeándolo con mis brazos e ingresando a la casa nuevamente. Sabía que todo estaba perdido y ya no había vuelta atrás.

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