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—¿Disculpa? — No sabía que  nos debíamos explicaciones, Víctor. Según yo sé, tú y yo solo nos acostamos y punto. La escucho responderme.
—¿Te acuestas  también con él? — Pregunto furioso.
 Siento como se tensa, frente a mi cuestionamiento,   luego la veo sonreir de forma cínica, para luego responderme—En las reglas, tampoco se pacto exclusividad, Víctor, a menos no, que yo recuerde.
Siento, como mi respiración se vuelve errática, por como la ira fluye por mi ser, quisiera agarrarla, para sacarla de aquí y ver si se atreve a responderme de esa misma manera, estando los dos solos y con nada de ropa.
—¿Eso, es un sí? — Pregunto sumamente molesto. 
—Piensa lo que quieras,  dice retándome con la mirada.
—Cristal, no me provoques o…
—¿O qué? — ¿Qué puedes hacer?¿Qué puede pasar? — Entre tú y yo no hay nada, Víctor, nos acostamos una noche y ya, porque tanto show, porque tanta rabia, tú lo propusiste así y yo lo acepté. ¿Qué quieres oír? — Que me gustó ser tu mujer, sí me gustó, no tengo problemas con admitir eso, que disfruté, cada cosa que hicimos, si la disfruté, que estaría dispuesta a repetir, si lo ESTOY. Lo bueno debe repetirse pero hasta allí, sé que no soy tuya y sé que tú no eres mío, sé que esto no es una relación y nunca lo será, que pienso disfrutarlo mientras dure, lo  haré y espero que tú también lo hagas, pero estoy clara en que no voy a pedir, ni a exigir nada, porque sé mi lugar y espero que tu también sepas el tuyo, termina diciendo.
La miro desconcertado, jamás una mujer me había puesto las cartas, sobre la mesa de esta manera. Justo en el momento, en que voy hablar, escucho la voz  de Paolo,  a mis espaldas.
—Ya puedes, devolverme a mi chica. Dice el muy idiota, con una sonrisa de triunfo en sus labios.

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