Day sixteen

Taehyung tiene miedo, sería mentira decir que el ver a Yoongi destrozado por la pregunta, a un Hoseok con los ojos tan abiertos que daba miedo observarle, y escuchar unos pasos detrás de el, está completamente seguro que se trata de Jungkook corriendo hacia el pálido.

—Escuchame primero, por favor—suplica el moreno, abrazando al otro, sin importarle que moje su camisa—. No te lo quería decir...—traga saliva nervioso, varios murmullos lo rodean, y asfixian—pero....—se relame los labios—yo soy el que te manda los regalos... siempre he sido yo.

Min alza la cabeza, mirándolo perplejo, se seca las lágrimas con el dorso de su mano, suspirando. Un moreno agitado ingresa a la escena, retrocede al ver como su mejor amigo tiene abrazado al chico que le gusta.

—No te creo—se separa de Tae bruscamente—. Ya me han mentido lo suficiente para creerte—hace el ademán que se va, sin embargo, una mano agarra su muñeca, reteniéndolo.

—Solo mira—Kim le muestra un video donde está con Jimin, el pelirosa le grita que se apure mientras el primero trata de ponerle una caja de chocolates en el casillero. Se escucha un ruido, la escena ha cambiado, se ve a él mismo sacando el dulce, revisándolo de adelante a atrás, con una sonrisa de gomita.

—El primer regalo...—masculla sorprendido.

—También tengo pruebas de los siguientes—desliza su dedo a otro nuevo video donde sale el mejor amigo de este burlándose por la delicadeza con la cual traza su letra en la carta, que luego es puesta en el mismo casillero, los dos amigos se ríen entusiasmados al cerrar la puertita, dan saltitos y desaparecen del lugar—Si quieres te muestro más...—Yoongi lo para con su mano.

—Tae eres muy dulce—dice en un hilo de voz, sus lágrimas lo invaden, le duele no poder decidirse entre los sentimientos de siempre hacia Jungkook y los sentimientos recientes que tiene con el castaño, que le ha mostrado en los últimos días, que está dispuesto a hacer cualquier cosa por él.

—Ya me bañe y no se me quita, todo lo sucio que quiero hacerte—murmura, atrayendo al más delgado a sus brazos. Yoongi se ríe por primera vez de su chiste agrio, provocando un sentimiento cálido en el corazón del más alto.

—No confundas amabilidad con coqueteo, cosita rica—tartamudea el de ojos gatunos, controlando sus lágrimas, el castaño se ríe a medias, su mejor amigo ha salido de las sombras y se acerca hacia ellos, Yoongi nota la tensión ajena, se vira y cuando queda cara a cara con Jungkook, sus ojos se llenan inmediatamente de lágrimas.

—¿Te gusta?—murmura el moreno.

—Lo siento—traga saliva—si me hubieras dicho hace días, te hubiera contestado que no que andabas loco si pensabas que iba a besarme con alguien que come pizzas de la basura, sin embargo, ahora—le brinda una mirada significativa al castaño que lo tiene abrazado—solo puedo decirte que sí.

A Jungkook se le rompe el corazón, siente que se parte en pedazos, se muerde el labio inferior para no terminar llorando, porque si hubiera sido más listo, menos cobarde y menos mentiroso, tal vez, solo tal vez la persona que estuviera abrazando al pálido sería él.

Están terminando la última parte de su trabajo, pero el castaño no puede dejar de pensar en los lindos labios de su casi novio, los tiene fruncidos, buscando algo en Internet.

Si tuviera que decidir qué es lo que más le gusta de Yoongi empezaría por sus ojos gatunos, su lindo cuerpo esbelto, su traserito y por último sus mejillas gorditas que se sonrojan cuando le dice cosas sucias al oído.

Por decisión del pálido están en la biblioteca del colegio, sin embargo, a Tae no le parece gastar su tiempo de vida viendo lo hermoso que es Min sin poder besarlo, así que se le ocurre una idea... rebusca entre sus cosas, un dulce de chocolate que sabe que son los favoritos de Yoongi.

Se acerca por detrás al otro, y le susurra al oído:—¿Quieres un poco?—Yoongi asienta sin verle porque anda concentrado en el trabajo, el castaño rasga la envoltura, se mete el dulce a la boca y atrapa los labios ajenos, el pelimenta se asusta por el repentino movimiento, no obstante, al sentir la cálida lengua de Kim, comienza un lindo vals donde el chocolate se derrite suavemente en sus bocas, ambos sueltan un gemido de lo delicioso que es sentir el sabor en sus lenguas, Tae no pierde el tiempo, agarra su cintura, lo transporta hasta llegar a una pared oculta entre las montañas de libros, Min entrelaza sus manos en el cuello del más alto para no caerse, sus cuerpos se muelen entre sí, ansiosos de llegar al acto final que les haga explotar de placer.

Y todo anda bien hasta que una persona llama al más alto, que enojado, hace regresar a su puesto al más pequeño que hace pucheros porque se ha quedado con ganas.

—Dame una buena excusa para no matarte, Park—ruge furioso al celular, escucha una risa femenina, provocando que se enoje más.