CAPÍTULO 3

AYLA

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Me han terminado de examinar. En efecto, me he roto el brazo derecho. Duncan no se alejó en ningún momento. Estuvo preguntando al médico ciertas cosas que no entendí, mientras tanto, la chica no dejó de observarme. Hasta ahora que tengo el yeso con una férula. ¿Por qué no deja de mirarme? ¿Le molesta que estuve al lado de él todo este tiempo?

Arrimo mi espalda a la silla de la sala de espera.

—Fui su exnovia —espeta la chica, dejándome sorprendida. La observo confundida. Sonríe—. Duramos un año.

¿Por qué está diciéndome esto?

—Oh.

No sé qué mismo decir.

—Nos separamos porque cometí un desliz —cuenta sonriendo—. Es un encanto como novio. Siempre estaba pendiente de mí en todo momento. Recuerdo que hasta apartaba tiempo de sus clases para nosotros. Aparte es muy buen amante en la ca….

—Ya terminé de hablar con el doctor —dice Duncan llegando—. ¿Pasa algo?

Sí. Pasa muchas cosas.

Aquella mujer ha puesto un énfasis que tuvo un pasado con él. ¿Piensa que saldré con Duncan?

—No. Solo estábamos hablando de ti —dice Roxy sonriendo—. Ayla es una chica encantadora.

¿Qué cosa?

—Lo es. De eso no hay duda —concuerda Duncan, observándome con una sonrisa en los labios—. Vamos. Te ayudaré.

—Oh, no. Yo puedo sola.

—Insisto.

Muerdo mi mejilla interna y de nuevo, acato a su mandato.

Recibo una sonrisa de él, mientras de Roxy, tiene una expresión seria. Sabía que involucrarme con los Klein sería problemático. Debería solo alejarme cuanto antes de él.

Pero…. ¿Por qué una parte de mí quiere seguir estando a su lado?

Esto es problemático.

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Llegamos al auto que espera afuera del hospital.

Debería irme ya. No quiero tener a una chica mirándome con molestia. Ni siquiera tengo culpa de nada. No deseo involucrarme con ninguno de ellos. Caso contrario, seré la mala de la película. O eso pienso al sentir la mirada penetrante de la exnovia.

Roxy sube primero al auto.     

—¿Ayla? —pregunta Duncan—. Sube. Te llevaré a tu casa.

No. No quiero subirme con la exnovia.

—No. —Niego con una sonrisa nerviosa—. Iré por mi camino. Debo hacer unas cosas.

No miento tanto. Después de todo, debo encontrar otro lugar que trasladarme. Ya que mi familia está perdiendo la paciencia conmigo.

—Ayla.

—Iré a la casa de una amiga.

No miro su rostro. Siento que al hacerlo podrá saber la verdad que estoy escondiendo de él.

—Ayla. Mírame.

Me tenso. Una de sus manos, ha agarrado mi muñeca, haciendo que lo observara sorprendida. Choco con esos ojos marrones que tienen pizcas de morado.

Un color extraño.

—No pensé que tuvieras un misterio rodeándote —espeta sonriendo—. Desde el primer día que te conocí, fue extraño. Estuviste envuelta en un problema.

Tiene toda la razón.

Esa vez que lo conocí, fue porque un tipo quería sobrepasarse conmigo. Por suerte, estaba Devon y después apareció Duncan. Ambos hermanos que parecen gemelos con carácter diferentes.

—No. Yo solo…

—¿Por qué mientes, Ayla?

—¿Qué?

Ríe. Sus dedos acarician mi mano, estremeciéndome.

—En este momento, pareces una pequeña niña escondiéndose tras un lugar pequeño. Muy fácil de encontrarla.

¿Cómo sabe que estoy mintiendo con descaro?

—¿Por qué sabes qué….

—Digamos que poseo una antena para saber las mentiras —declara sin dejar de tocar mi mano—. También tengo métodos para que una persona confiese la verdad.

¿Qué cosa?

Lo observo sin saber qué mismo decir. ¡He quedado congelada!

Abro los labios, pero los vuelvo a cerrar. ¿Qué le puedo decir? ¿Mi familia quiere que tenga un bebé de un hombre que desconozco? ¿Eso? ¿Qué siempre debo pelear con los hombres de mi abuela?

No. No quiero que sepa mi verdadera personalidad.

Muerdo mi labio y miro a todas partes buscando ayuda.

—Debo irme cuanto antes —espeto con rapidez. Me alejo de su agarre—. Muchas gracias por lo de hoy.

—¡Espera!

Vuelve a agarrarme de la muñeca sana, pero al hacerlo, una ráfaga de viento nos azota, dejándonos petrificados. Ambos nos observamos desconcertados.

¿Qué mismo fue eso?