Capítulo 6

Theo se paseó por su apartamento vistiendo un pantalón de chándal gris que se ajustaba a la perfección a su cadera. En la parte superior, llevaba una camiseta manga corta blanca que exponía sus brazos marcados en la proporción justa. En su adolescencia, se había destacado en las competencias de natación y, aunque ya no competía, seguía manteniendo la costumbre de practicar aquel deporte dos veces a la semana. Mientras encendía la cafetera, intercambió un par de mensajes con Mila, su hermana, preguntando cómo iba todo. A pesar de que vivían en la misma ciudad, el trabajo le impedía verla a menudo. Aunque a veces, Mila se tomaba el atrevimiento de interrumpir en su casa y llevar a sus sobrinas, Valentina de casi tres años y Molly, que tenía siete. Al final, él lo agradecía porque le encantaba verlas y compartir tiempo con ellas. Disfrutaba de su rol de <<tío>> y más de una vez se preguntó a sí mismo cuándo llegaría el día de tener hijos. Se veía formando una familia, por mucho que a veces intentara reprimir ese deseo porque la persona indicada parecía que nunca llegaría.

Antes de apartar el celular y prestar atención al café, rió a solas al recordar la conversación que tuvo con Lucy a mitad de madrugada. Esa clase de ocurrencias imprevistas, lo hizo dar cuenta que la castaña seguía siendo la misma chica ingeniosa de siempre. Mantenía su esencia y eso le encantaba. Es difícil seguir siendo uno mismo en un mundo que constantemente nos obliga a cambiar para encajar.

Buscó en la nevera un bote de leche fresca para agregarle al café, pero lo primero que contempló fue el dibujo que Mía le había obsequiado. Lo tenía pegado en la puerta del refrigerador. Finalmente, agregó un poco de leche, pero el timbre sonó cuando estaba a punto de beber el café. Así que caminó hasta la puerta con la taza caliente en una mano. Jessica estaba del otro lado con una sonrisa despampanante y vistiendo prendas deportivas. Le gustaba mucho ir al gimnasio.

Apenas abrió, ella lo tomó del cuello y lo besó intensamente en los labios. Lo hizo de una manera tan prolija, que el café apenas se movió. Theo no pudo evitar recordar la torpeza de Lucy días atrás, cuando lo chocó en el hospital y le derramó el café completo.

—Buen día —pronunció, adentrándose a la casa—. He venido por la recompensa —bromeó—. Aunque primero podríamos salir a correr y luego... Bueno, ya sabes. Tomar una ducha juntos —murmuró la chica que, repleta de energía, se apoyó sobre la mesada de la cocina.

Theo había quedado unos pasos detrás, caminaba bebiendo café en tragos cortos. Miró el reloj que traía en una muñeca y se encogió de hombros, dudoso. No le apetecía en absoluto salir a correr.

—Lo siento, Jess. Pero tengo un asunto pendiente en el trabajo —respondió.

—¿Hoy no es tu día libre? —preguntó, extendiendo el brazo para sujetar un pequeño contenedor que tenía un racimo de uvas. De inmediato, se llevó una a la boca y masticó.

—Sí, pero tengo un caso especial y quería pasar un rato —explicó. Era cierto. Seguía preocupado por Mía. Se lo contaría, pero Jessica no tenía interés por los hechos que acontecían en su trabajo—. Es una situación bastante complicada. ¿Podemos dejarlo para otro día?

—Sí, claro —se movió, regresando el contenedor a su sitio—. Tú y tus casos especiales —murmuró, dejando entrever que no lo comprendía. Poco después, sus ojos se perdieron en el celular de Theo que vibraba sobre la mesada—. Así que Lucy, ¿eh? ¿Sales con alguien más?

—No. Lucy es una amiga —Theo sujetó el celular y lo apartó, ansioso por leer el mensaje que acababa de llegar—. Una vieja amiga.

—Está bien. —Volvió a sonreír despreocupada—. Después de todo, nunca hemos hablado de poner límites ¿no? Puedes ver a otras personas, Theo. No tienes que fingir que eres la clase de hombre <<perfecto>> que solo tiene ojos para una mujer.

—No estoy fingiendo, Jess. Si estuviera saliendo con alguien más, te lo diría.

—Voy a fingir que te creo —bromeó, dejándole un beso en la mejilla para luego, marcharse a correr.

Era común que hiciera esa clase de visitas efímeras. Iba a verlo, pasaban un buen rato y después, cada uno retomaba su vida. Había conocido a Jessica seis meses atrás, en el club deportivo, donde Theo solía practicar natación. Ella, en cambio, se dedicaba a las clases de gimnasio donde practicaban arduos ejercicios. Era entrenadora. Todavía no comprendía del todo cómo sus mundos llegaron a colisionar, pero después de que su última relación seria fracasó, Theo se mantuvo alejado de esa clase de vínculos. Era como si aún estuviera cerrado al amor. Eso mismo, de vez en cuando, lo hacía sentir dolorosamente vacío. No estaba hecho para esa clase de relaciones <<abiertas>>, pero pretendía estarlo solo para recibir un poco de cariño.

Lucy: Sabes que soy muy exigente, pero tu canción ha sido un 11 de 10. Buena elección.

Theo: Sigo esperando la tuya.

Lucy: Paciencia. Me gusta tomarme mi tiempo para elegir.

<<Selectiva>>, pensó Theo. Justo como le gustaba recordarla.

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Las enfermeras se sorprendieron al verlo vagar por los pasillos del hospital en su día libre. Él comentó que quería ver a Mía, alegando que era un caso complicado y Carol, enseguida le hizo saber que había sido una <<decisión acertada>>. Mía no tuvo un buen despertar, otra vez se negó a comer y Thomas Jefferson, el médico de turno, ordenó que le inyectaran vitaminas. Además, la reprochó por no seguir las indicaciones en un tono bastante cuestionable. Furioso, Theo enseguida salió a confrontarlo y le dejó en claro que no volviera a tomar ese tipo de decisiones sobre cualquiera de sus pacientes. Thomas, que tenía una manera de actuar ligada a una fría superioridad, espetó que <<debía dejar de tomarse los casos tan personales>>. Aquella frase estuvo a punto de hacerle perder la cabeza. Apretó la mandíbula, conteniendo la furia e intentando aceptar la idea de que tenían formas distintas de trabajar. <<Es una niña que está traumatizada, Jefferson. Hablándole así, solo la asustas más. Te quiero lejos de ella>> indicó, reprimiendo sus ganas de llamarlo <<imbécil>>.