Clara

Soy la oscuridad, soy el cazador, soy la esencia del dolor, soy tú.

Clara aun podía escuchar los gritos de sus padres. Su hermano menor, Julián, se hacia el dormido cuando fue a revisar si estaba en su cuarto. Últimamente había estado escapándose cuando su padre estallaba en gritos porque la cerveza se había terminado o cuando los golpes comenzaban. Hace varias semanas le había tocado la desdicha de presenciar las insinuaciones de su padre hacia ella, su hermano le había desinfectado las marcas de la espalda después de que su madre la llamará mentirosa acerca del acercamiento indebido que hacia su padre, ese día Julián después de ver las intenciones que él tenía corrió en busca de su mamá con la creencia que ella pararía de alguna forma los intentos que Clara a duras penas podía quitarse de encima.

Pero no fue así, su madre la azoto, su padre la golpeo en el rostro y desmintió las acusaciones, su hermano lloro pidiéndole perdón por solo tener once años, ella lo consoló con la promesa de un futuro mejor para ambos. Así había sido desde que Clara tenia conciencia, el abuso y la violencia habían disminuido una temporada, cuando su hermano era un bebe y ella era la encargada de su cuidado pero una vez que fue a la escuela, las marcas en el cuerpo de Clara habían reiniciado su violento viaje, primero con golpes donde su hermano no podía percibir, luego con desvergonzados azotes sin importar si su hermano gritaba por ella.

Había intentado quitarse la vida en varias ocasiones, en cada vez había soltado el cuchillo, había desecho el nudo en la cuerda alrededor de su cuello o había dejado salir el agua de la tina solo por la idea de dejar solo al pequeño niño de ojos claros y cabello revuelto a merced de los indeseables monstros con los que habitaban…Clara jamás se los entregaría sin importar las consecuencias, lo supo cuando en su cumpleaños número diez y ocho mientras que su madre despotricaba contra su hermano por haber preguntado sobre qué era el contenido de las bolsas con polvo blanco que cargaba, su madre llena de furia había tomado una botella de licor de su padre completamente dispuesta a destrozarla en el indefenso hijo que la miraba aterrado. Pero el vidrio de la botella no se rompió en el rostro de Julian si no en los brazos de Clara, ese día había declarado que cada golpe dirigido a su hermano ella lo tomaría. Su madre no objetó.

Esa fue la primera vez que ella le había enseñado a Julián a desinfectar una herida, él había casi perfeccionado esa habilidad con mucha práctica.

Ahora mientras se acercaba a la cama donde yacía su preciado hermanito ella le susurro con la voz más calmada de lo que ella había imaginado.

—He prometido darte un futuro mejor, donde papá ni mamá estarán, lamento la espera. Gracias por ayudarme a sanar ahora estoy lista para cumplir mi promesa. Te amo.

Clara llevaba la pesada arma sobre su mano izquierda, aun no se acostumbraba al resbaladizo tacto de la tela en la pistola pero estaba lista. Le costó casi todos sus ahorros el conseguirla pero finalmente esa mañana mientras salió de la casa con la excusa de comprar los alimentos pudo comprarla solo a unas cuadras de su casa. Solo le tomó unos minutos para memorizar sus acciones.

Sus pies desnudos sentían el frio beso del suelo mientras se acercaba hacia la cocina donde los gritos de sus padres resonaban con fuerza. Estaba a solo metros de ver sus formas cuando Julian apareció a un lado suyo.

—No quiero que lo hagas sola, siempre hemos sido los dos.

Ella sonrió ante la ternura y emoción.

—Tienes razón. Pero recuerda no tocar nada.

Julián asintió enérgicamente y una sonrisa suya le dio el empujón que necesitaba.

Solo les tomo cinco disparos hasta que los cuerpos de sus padres cayeron al piso. Días después Clara retiro un poco el dinero del seguro, Julián había entrado a una nueva escuela así que necesitaba útiles nuevos.