LO QUE ES SER UNA PERSONA

Los autómatas no sueñan.

Los autómatas no se enamoran.

Los autómatas no comen o beben.

Los autómatas no sienten dolor.

Los autómatas no conocen el odio o el amor, pero pueden ser programados para dañar o ser amables.

Los autómatas son un vaso vacío, donde los humanos vierten sus órdenes. Todas sus ideas, sus metas e ilusiones. Su odio o su amor. Sus gustos, sus ideologías, sus creencias. En ese caso, los autómatas representan lo que el humano siempre ha anhelado aunque sea por debajo de la mesa: la sumisión y el control total de otro ser. La reivindicación de que el ser humano es superior a otras cosas.

Cuando Deux dejo Draris, no pensó en no volver jamás. Él quería regresar, pero no fue un pensamiento propio sino más bien la lógica que le dijo que cuando su trabajo en la sociedad humana terminara, regresaría a casa. Porque cada día, después de terminar de arreglar brazos, piernas, motores o sistemas, regresaba a casa.

Pero ahora las cosas parecían complicarse más y más.

Entendió que existían las familias disfuncionales, que no todos los miembros de una familia se llevaban bien, ya sea por diferencias personales o monetarias. Lo que significaba la codicia y el poder. Las mentiras y la traición. ¿Deux tenia alguna necesidad de saber eso? Sí, pues era algo común en las relaciones humanas. ¿Deux esperaba este tipo de problemas al llegar a la sociedad? No, en lo absoluto.

Pero la familia Faraday-Stein tenía mucha historia.

Al investigar en páginas de la red informática descubrió que la familia era bien conocida en los medios por tener un bajo perfil, procuraban mantener la cabeza gacha para evitar los escándalos. También descubrió un poco sobre el legado familiar y se encontró con un árbol genealógico bastante extenso.

Todo comenzó con Anton Faraday, quien encontró su afición en la robótica y la programación, diseñando diversos prototipos robóticos que servirán al ser humano en las tareas del hogar, su primer robot fue llamado Chispa y tenía la función de limpiar rincones pequeños. Fundo la empresa Mondav. Con su esposa Sasha, tuvo tres hijos: Lizeth, Martin y Finnegan.

Finnegan fue quien continuo con el trabajo de su padre de una manera más extensa, creando mejores prototipos robóticos con apariencia humana, además de ingresar en la industria de los electrodomésticos junto a su hermano, Martin. Él y Martin expandieron su negocio bajo el nombre de Industrias Plétora. Se casó con María Stein, hija de Kanen Stein, dueño de una de las empresas metalúrgicas más grandes de Alemania que lleva el mismo nombre. Tuvieron tres hijos: Edel, Fabian y Frederick.

Actualmente, Frederick es el CEO de Industrias Plétora y de su subsidiaria, Mondav. Tuvo dos hijos con Olga Linchen. El mayor, Hans falleció en un accidente automovilístico a los diecisiete años.

Las Industrias Plétora cuentan con varias subsidiarias, tales como Mondav, HausT, Revel y Wz.

Deux calculó el nivel de ventas de cada marca de manera anual y su posicionamiento en el mercado, llegando a la conclusión que cada familia estadounidense contaba con al menos un aparato electrónico de estas marcas.

También descubrió que fue Frederick el encargado de expandir el negocio alrededor del mundo, usando como matriz Estados Unidos, del cual era residente desde que tenía veintiocho años.

Pero no encontró información alguna acerca de Draris o Aegis. Los resultados del buscador no le arrojaban nada. Aunque gracias a la información que encontró pudo darse cuenta del suelo que estaba pisando, aunque él no fuese más que un sirviente. Jannis no le explicaba nada, pero ahora entendía un poco mejor lo que ocurría. Si Frederick moría, Jannis se convertiría en el CEO de Industrias Plétora por asignación de su padre.

—Jannis, no entiendo tu molestia —le dijo un día, mientras estaba en su oficina, en un precioso edificio de 110 metros en el centro de la ciudad, regando plantas.

Se traslado a las oficinas después de que Jannis bajara gritando improperios por su seguridad, lo cual ocurrió dos meses atrás. Desde hace dos meses que dormía y vivía ahí. De vez en cuando salía del edificio y se mezclaba entre la gente. Cada vez se alejaba más de la torre y exploraba la ciudad. Y por fin pudo conocer los animales, especialmente los domésticos, como los gatos y perros. Fueron encuentros fascinantes y tal como los humanos, eran diversos. Los perros ladraban y los gatos maullaban. Lo que no entendió eran sus nombres legales, pues no creía que fuese justo llamar a un ser vivo Pelusa, Taco o Pinpón. Ni siquiera los autómatas tenían esos nombres. Investigó si existía una ley con respecto a los nombres de las mascotas, pero no encontró algo al respecto. También investigó si los robots eran considerados más valiosos que los animales domésticos.

—Soy un autómata —continuó—. Si la gente conociera mi existencia ayudaría mucho a los precios, propulsaría la empresa, le daría más prestigio.

—Mi tío no sabes que hemos desarrollado con éxito autómatas, mucho menos a este nivel —replicó Jannis, tecleando algo en su computador—. Además el gobierno no esta de acuerdo, creo que Cicce ya te lo explico.

—Luvia —lo corrigió él.

—Oh, bueno es lo mismo.

—¿Ella es tu novia? —dijo, limpiando las hojas de la planta.

Jannis frunció el ceño y levantó la vista del computador.

—¿Que? ¿de donde aprendiste a preguntar eso? —pregunto, sorprendido—. No es mi novia, es la presidente de Mondav actualmente. Además trabajamos juntos en proyectos privados.

—¿Entonces si algo malo pasa...?

—Ella tiene que dar la cara —se rasco la mejilla—. Tengo una junta en cinco minutos, no hagas ruido.

—Ok.

Vivir en un edificio de 110 metros resultaba más aburrido de lo esperado. Aunque su lugar favorito era el departamento de pruebas donde probaban electrodomésticos y robots pequeños. A veces ayudaba, otras solo observaba. Los trabajadores no sospechaban de él, solo sabían que era conocido de Jannis y era muy amable, porque solía ir por los cafés del departamento de desarrollo y hacer mandados, hasta que Jannis lo descubrió y le ordenó que dejara de hacerlo.