Epílogo

—Acepto —Fiorella se giró hacia mi al decir las palabras, sus labios se curvaron en una hermosa sonrisa.

—«Los declaró marido y mujer» —la sujete entre mis brazos y di vueltas con ella, en el altar. Los flashes de las cámaras no paraban. No me importaba lo que dijera la gente... ya no, mi acto en tiempos atrás hubiera sido considerado inapropiado para un Amoretti pero ahora, ya no importaba. Sólo ser feliz con mi esposa y por supuesto con mi hija.

—Felicidades León —Papá cargaba en sus brazos a Mia, mi pequeña, era un hombre totalmente diferente, la llegada de Rafaello y Mia lo habia cambiado mucho. Su corazón habia resistido y se estaba fortaleciendo, sospechabamos que la llegada de sus nietos era su cura.

—Gracias papá —curvo sus labios en una auténtica sonrisa, Raúl Amoretti habia cambiado. Ya no era más el hombre prepotente y odioso que conocí desde que nací, el hombre que tenia frente a mi, era uno totalmente diferente.

Al salir de la Iglesia lo hice con orgullo, llevaba del brazo a la mujer que más amaba en el mundo, corrijo a las mujeres ya que Mia iba en los brazos de su madre.

César y yo habíamos alcanzado lo más valioso y era el amor, ese real y verdadero que aún existe. Si, también me he vuelto un poco cursi pero tambien me encanta ser asi por que he aprendido a amar, a vivir y todo con la mejor mujer del mundo, mi Florentina.

—¿Eres feliz León Amoretti?

—¿Aún lo dudas? —la observó con una ceja enarcada y ella suelta una carcajada, de esas que te hacian suspirar y darte cuenta que la persona que estaba a tu lado, era feliz y mucho y me hacia sentirme emocionado —Lo soy Fiorella y mucho, cada dia aprendo de ti.

—Te amo León —pegó su cabeza a mi brazo.

—No tanto cómo yo a ti Fiorella. Eres mi salvadora, quizás nunca te lo dije pero si no hubiéramos tenido aquella noche de pasión, mi vida seria otra. Una muy triste, vacia y gris.

—Ya me lo habías dicho León, todos los dias —cierra los ojos al sentir la lluvia de arroz —y no tienes idea de lo maravilloso que es ver cada dia los cambios que estás viviendo.

—Gracias a ti y a nuestra Mia.

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—¿Feliz? —Renzo lleva su copa de vino a los labios y dirige su mirada a las luces de la ciudad.

—Si y mucho, deseo que tú tambien lo seas, mi tia te ama Renzo.

Él no responde, su mirada se dirige al rincón de la habitación donde esta tia Mercedes conversando con mamá.

—No luchó por nosotros, eso duele cuándo estás creciendo.

—Lo hizo pero tu padre, se los llevó fuera de Italia.

—Ya no importa —se encoge de hombros y da otro sorbo a su bebida —hablaré con ella, cuándo sea el momento. Después de todo es mi madre.

—Asi es Renzo.

—Me iré de viaje por unos meses, cuándo regresé hablaré con mamá.

—Esta bien —aprieto su hombro y me separó de él, esperaba que mi primo hiciera las pases con tia Mercedes. La verdad no habia nada más maravilloso en está vida que estar en paz con la familia.

Papá ahora demostraba sus sentimientos, sus emociones. En público abrazaba a mamá y la llenaba de besos, antes nada de eso pasaba. Él era tan frío pero ese hombre habia quedado atrás. Todo este cambió comenzó con la llegada de Lana y Rafaello a nuestras vidas y continuó con la llegada de Fiorentina y Mia.

Las mujeres de mi vida. 
Amaba a Fiorella con todo mi ser, era un hombre nuevo, alguien que habia aprendido a amar, a ser más humano y no alguien entrenado para no reflejar la más minima emoción. Mi hija crecería en un hogar lleno de amor, le contaria cuentos, la llevaría a comer helados y por supuesto pizza, debo confesar que me volvi amantes a ellas pero deben comprender que son placeres que hasta ahora conozco, me he leido gran cantidad de libros para ser buen padre, no quiero fallarle a Mia. Quiero que ella se sienta orgullosa de tenerme como padre y sobre todo ser una Amoretti pero de la nueva generación, está que comenzó con César y será nuestra herencia para nuestros hijos, atesorar a la familia como la mayor riqueza y sobre todo amar a tu pareja con todo tu ser.

Soy León Amoretti y está fue mi historia.