Capítulo VII "Rebelde".

Los ojos del menor son grandes y ligeramente redondeados, lucen asustados cuando ve a las personas comenzar a moverse con rapidez. Sus pies retroceden con lentitud hasta una esquina apartada en la habitación, desde la que observa inmóvil el ir y venir de los hombres uniformados de blanco. No sabe que ocurre, pero parece serio y no quiere ocasionar molestia alguna. YoonGi le explicó que usarían algo llamado “anestesia”. “Podrás tomar una buena siesta y cuando despiertes, te sentirás mejor Kook”, había dicho con una pequeña sonrisa antes de despeinar sus cabellos; aun en medio de un dolor delirante, prestó atención a YoonGi y obviamente, JungKook creyó en él.

Era su hermano mayor. El más genial del mundo y parte de su única familia.

YoonGi jamás le mentiría.

Él no podía haberse equivocado.

Si era así…  ¿porque estaba despierto?

¿Habría iniciado ya la cirugía?

Quizá no lo estaban operando aún, quizá despertó en algún momento y se extravió buscando a alguien… no puede recordarlo, hay apenas un vago recuerdo del rostro de su hermano despidiéndose, la oscuridad del dolor que lo agobiaba a cada instante al cerrar los ojos siendo interrumpida por aquel pinchazo en la espalda que extendió un deslumbrante sopor a cada rincón de su cuerpo… Su ceño se frunce suavemente y lleva una de sus manos ahí, a su costado izquierdo, presionando. Qué extraño… ya no duele. Se balancea de un lado a otro, intentando ver entre las personas que ansiosamente trabajan sobre… ajusta la mirada…

¿Es una persona?

Sabe que hay alguien ahí bajo todas esas manos, pero no logra ver quién es y la inquietud en su interior, no hace más que crecer. Quiere preguntar algo, a quien sea, pero teme interrumpir la operación, parece algo serio porqué una de las enfermeras más jóvenes, - JungKook la recuerda, fue quien le tomo las funciones vitales y hablo con el cuándo lo ingresaron – se quiebra. La mujer llora silenciosamente, intentando mantener la compostura mientras pasa las piezas metálicas a las manos de los doctores.

Evalúa la posibilidad de acercarse un poco, solo quiere ver…

—¡Hola! — chilla una voz tras él. JungKook da un salto, intentando cubrirse mejor con la bata que trae. Se gira con ojos sorprendidos, porque el en definitiva no cree que sea buena idea hablar en voz alta durante una operación.

Hay un chico ahí.

Es casi de su estatura y tiene la piel tostada y el cabello en suaves hondas castañas, sus ojos dorados se ocultan un poco cuando sonríe abiertamente. Quizá sea un doctor porque va vestido de blanco, el menor observa un poco más, y ladea el rostro confuso cuando lo nota.

—No traes zapatos…— susurra el pelinegro, haciendo que el castaño mire sus pies.

—Ah, no… — aún sonríe. — No los usamos… Hola Jeon JungKook, mi nombre es Kim TaeHyung — extiende una de sus manos en su dirección. —Y fui asignado como tu ángel, debes venir conmigo.

Los ojos café se agrandan aún más con temor. JungKook jadea, dando un paso hacia atrás, tropieza y sus manos van directo a una de las mesas metálicas para detener la caída, pero el miedo se dispara cuando estas atraviesan la superficie. El castaño tiene buenos reflejos, se adelanta con rapidez, sujetando el pecho del menor.

—Oye... está bien — susurra el castaño con preocupación. — Estas… estás muy asustado, por qué estás asustado.

—¿Estoy muerto? — responde en un hilo de voz. TaeHyung parpadea en silencio, tiene poco tiempo, menos de una hora… le habían dicho que no sería difícil, pero la confusión de JungKook comienza a marearlo. — No puedo estar muerto…

—Descuida, todo estará bien, lo prometo. — sonríe — Solo debes darme la mano, todo pasará.

—No puedo hacer eso…— JungKook aleja sus manos, abrazándose fuertemente antes de retroceder — mis padres murieron, solo tengo a mi abuela y a mi hermano… no puedo dejar solo a YoonGi…—su voz es apenas un susurro— el prometió que todo saldría bien… tengo quince años… voy a romper su corazón…

Y TaeHyung lo siente, la desolación en los brillantes orbes de chocolate termina por quebrarlo completamente en apenas un instante. Solo es un niño… piensa con desesperación, mira a todos lados, buscando una respuesta. Nadie le dijo que sería tan horrible, le cuesta creer que incluso se había sentido emocionado.