Capitulo7. Vida

La tierra empezaba a temblar, todos aquellos que estaban en el cementerio dejando sus lamentos, saludos y despedidas a sus seres queridos miraban hacia los lados asustados por los sonidos que venían por debajo de sus pies, el día soleado empezó a tornarse violeta poco a poco hasta llegar al mismo color que la amatista más voluminosa.

 La vida del pasto empieza a ser drenada dejándolo seco y moribundo como si una ráfaga ígnea hubiera soplado sobre estos, una niebla celeste amuralla el recinto dedicando a los difuntos, muchos se refugiaron en la capilla cercana, la eucaristía fue pausada y entre ansiedad e incertidumbre el sacerdote empieza a vociferar inaudibles suplicas fe a todos los santos, ángeles y al mismo dios.

De ninguno de ellos hubo respuesta, en cambio el suelo crujió y unas grietas que guiaban hasta el mismo inframundo se dibujaron en el terreno, de la oscuridad dentro de ellas se escuchan centenares de voces aturdidas a la par que un haz de luz como el jade que asciende desde la profundidad de las heridas del paisaje.

Todos los vivos quedaron aterrados, los muertos empezaron a levantarse, sin importar como de putrefactas estaban sus carnes, se podía sentir un verdadero terror en sus nuevas existencias, empezaron a rugir y chillar confundidos mirando los arboles y tropezando con sus lapidas.

Los pocos humanos que quedaron fuera de la protección divina tomaron lo que estaban a su alcance como arma, como aquel sepulturero que planeaba blandir su pala contra su recién revivido último trabajo, el resucitado lo mira de arriba abajo mientras llora.

¿Por qué Dios hizo esto?  ¿Porque nos prometió un paraíso y ahora todos fuimos condenados a el infierno? -Decía enojado e impotente.

¿Acaso todos iremos al infierno? - dice el sepulturero asombrado por lo que escuchaba.

Ya estamos en él, nos condenado a el peor castigo, volver a vivir.