Perdona si no te llamo amor.

—Capítulo 1: La foto.—

Alyssa.

En contadas ocasiones he tenido el valor de admitir y decir en alto que algo me da miedo, me inquieta o me hace sentir insegura e indefensa, pequeña y débil.

Me despierto sobresaltada pegando un grito que debe haber resonado por toda la casa y me incorporo rápidamente encontrándome a mí misma agarrando con fuerza las sábanas y respirando entrecortadamente, mis ojos pican y las lágrimas no paran de brotar de ellos, siento una presión en la cabeza acompañada de un dolor insoportable que se arremolina en mi cabeza y me cuesta respirar debido a lo exhausta que me encuentro. Me hallo muy cansada a pesar de haberme acostado ayer relativamente temprano, débil y sin fuerzas, es así como me levanto cada lunes y cada martes, un día sí y otro día también desde hace ya varias semanas. Por regla general solo me levanto como me he despertado hoy varios días a la semana y siempre por las mañanas al levantarme después de haber dormido una larga noche pero en casos contados también me pasa cuando me despierto de una siesta que rara vez suelo tomarme.

Muchas veces me da miedo irme a dormir porque es cuando te encuentras en tu cama intentando conciliar el sueño y en medio de la noche cuando te sientes más vulnerable cuando tus mayores miedos aprovechan y reaparecen y esa pesadilla que me atormenta desde hace semanas vuelve a mí. En el mal sueño siempre me encuentro atrapada en un sitio pequeño y cerrado, una especie de caja pequeña de la que no puedo escapar, todo está oscuro y no puedo parar de gritar pidiendo desesperadamente que alguien me saque de ahí pero nadie responde, un silencio me invade y solo se puede escuchar mi respiración cada vez más pesada por la falta de oxígeno, pataleo y pataleo pero es imposible abrir las paredes de madera que me aprisionan, mis ojos se empiezan a sentir pesados y a cerrarse...
Hasta que oigo un golpe, y otro, y otro más y de repente la luz de la luna llena en la noche inunda mis ojos y algo de tierra y polvo cae sobre mí pero por fin puedo ya respirar normal de nuevo, el aire vuelve a llenar mis pulmones mientras que toso seguidamente y tomo una bocanada de aire. Veo todo borroso pero puedo distinguir débilmente formas de personas. Entonces noto unos brazos alrededor mío y veo siluetas difuminadas y deformes a mi alrededor, oigo personas en la lejanía y veo tres siluetas borrosas más cercanas que las demás que se me van aproximando y haciéndose cada vez más grandes, justo ahí, cuando siento que me van a coger es cuando siempre me acabo despertando, con una sensación en el pecho que no logro descifrar y con un dolor difícil de describir.

Poco a poco me voy calmando y mi respiración vuelve a la normalidad, me tumbo de golpe en la cama y me sostengo la cabeza con las dos manos, el dolor es insoportable, como si decenas de cuchillos me estuvieran taladrando la cabeza sin cesar.

Giro la cabeza y entrecerrando los ojos centro la vista en el despertador de mi blanca mesita de noche.

- Joder - de nuevo me he levantado mucho antes de la hora en que debería haberlo hecho - Las cinco y media de la mañana - digo en alto con voz desganada y sentándome en el borde de la cama.

Echo la cabeza para atrás y suspiro, cierro los ojos y soy consciente de que aunque esté cansada las ganas de volverme a dormir se ven lejanas y se que no podré conciliar el sueño, aún faltan como tres horas y media para que entre a la universidad y no puedo tener menos ganas de levantarme de la cama pero igualmente lo hago.

Salgo de mi habitación y ando por el solitario y oscuro pasillo de la planta de arriba de mi casa dirigiéndome al baño y es cuando estoy entrando que me doy con el jodido filo del marco de la estúpida puerta en el meñique del pie izquierdo.

- Mierda, aaaaaa - exclamo adolorida y sentándome en el suelo sujetándome el pie hasta que cesa el dolor punzante en el dedo - maldita puerta.

Me llamo estúpida a mí misma por no haberme puesto las dichosas zapatillas de estar por casa, no os recomiendo ir sin zapatillas a menos que queráis sentir dolor, cosa que por cierto no hago y debería. Un día de estos me parto el dedo de verdad a pesar de que me pasa más veces de las que quisiera nunca acabo escarmentando. Me levanto con torpeza del suelo y voy hacia la bañera a abrir el grifo para que se me vaya calentando el agua y que se me llene.

Una vez llena me voy quitando la camiseta de los Lakers que me queda gigante la cual utilizo como pijama así como también me quito la ropa interior y la pongo en el cesto de bimbre de la ropa sucia.

Toco el agua con las puntas de los dedos del pie y al ver que está muy caliente como me gusta me meto en el agua y en el instante en que acabo de sentarme siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo debido al cambio de temperatura. Me relajo cerrando los ojos y de repente un recuerdo de cuando tenía trece años que creía olvidado me viene a la mente, una foto más bien.

///FLASHBACK///

Ha empezado a llover demasiado así que recojo mis Barbies del jardín y me entro en casa, apresurada para que no me alcance la lluvia. Oigo la ducha del baño así que me imagino que mi padre entró a ducharse y ya hace rato que mamá salió a comprar así que tengo la casa para mí sola hasta que mi padre salga del baño.

Corro hacia las escaleras que me llevan arriba y las subo deprisa y corriendo, cosa que hace que casi me tropiece. Cojo una pelota de goma-espuma de mi cuarto y empiezo a darle patadas hasta que accidentalmente se sale de la habitación y cae rodando por las escaleras. Corro tras ella y cuando consigo atraparla estoy frente a una puerta entreabierta la cual rara vez suelo atravesar, el despacho de papá siempre está cerrado con llave para que no pueda entrar y le desorganice las cosas según dice él,se le debe haber olvidado cerrarla - pienso -. Siempre obedezco a mis padres cuando me dicen que no haga algo pero esta vez la curiosidad me pica demasiado y no puedo evitar entrar.



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En el texto hay: acccion, romance, casados por contrato

Editado: 15.08.2021

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