Alyssa
Si alguien te regalara una caja con todo lo que has perdido en tu vida, ¿qué sería lo primero que buscarías? Realmente no sé qué contestar a esa pregunta. He perdido tanto a lo largo de mi vida y tanta gente a la que creía que le importaba me ha dejado atrás que aunque dijera que perdí a amigos que de verdad quería y que me gustaría recuperarlos, tal vez se perdieron para no volver a ser encontrados. La vida es demasiado breve como para perder tu tiempo en estar con gente que no te quiere por mucho que los ames tú ,por mucho que te cueste aceptarlo es la cruda realidad . O para unir lazos que ya no funcionan. Yo creo que todos los seres humanos tenemos un lazo, una cuerda que nos ata a otras personas, a veces esas uniones se quiebran para no volver a ser restauradas o simplemente resulta que no se llegaron a unir nunca como creíamos. A veces las personas que se van no están hechas para volver. Ocasionalmente hay que aprender a echar a gente de tu vida que te echó de la suya por mucho que nos duela y nos cueste aceptarlo.
Las personas son volátiles, cambian o varían con facilidad y de forma poco previsible, puedes conocer o creer que conoces a alguien en un momento dado pero cinco minutos después puede llegar a cambiar tanto hasta el punto de que te resulte irreconocible. De vez en cuando algunas personas no están hechas para ser recordadas. Ciertas personas solo entraron en tu vida para enseñarte algo o se internaron en ella para que su pérdida te demostrara algo, aunque nadie nos advirtió que extrañar es el coste que tienen los buenos momentos.
Nunca nos debemos acostumbrar del todo a estar con una persona porque el día que se vaya sentiremos un vacío enorme que nos carcomerá por dentro, pero en ocasiones es inevitable apegarse a alguien. Hay gente que es como una droga, te hacen sentir increíble pero poco a poco te van destruyendo por dentro. Es una extrañeza del ser humano el querer estar con alguien que sabes que muy probablemente te vaya a hacer daño. Puede incluso que algunas personas te estén haciendo daño ya pero tú no quieras darte cuenta.
Camino por las amplias calles de Nueva York en dirección a comenzar lo que será mi último año de medicina, la carrera que actualmente estoy estudiando.
Observo a la gente pasear por las calles de manera despreocupada, algunas llendo a sus trabajos, otras con prisa por que vayan a llegar tarde y también gente como yo llendo a sus respectivas universidades, institutos etc.
Al pasar por el parque que está al lado de la uni donde estudio me detengo estrepitosamente al ver a una melena rubia en la lejanía sentada en unos bancos más allá. Al instante se da la vuelta y me mira, reflejando así una gran sonrisa en su rostro la cual yo le correspondo.
Empezamos a correr la una hacia la otra hasta que nos fundimos en un gran abrazo, la echaba mucho de menos.
Nos separamos por fin después de dos largos minutos sin despegarnos, de repente me mira y empieza a llorar desconsoladamente a lo que yo reaccionó abrazándola de nuevo y a su vez la conduzco a un banco para sentarnos. Este verano ha sido muy duro para ella al haber perdido a su abuela a causa de un grave cáncer, más duro para mí ha sido no poder estar con ella abrazándola en un momento tan duro. Desgraciadamente no pudimos vernos en verano.
— Hey Sam — su imagen me rompe y no pudo evitar derramar una lágrima al ver a mi amiga tan destrozada, a la chica que siempre está sonriendo. Le doy un beso en la frente. — Vayamos por un café con leche de esos que tanto te gustan a la cafetería antes de las clases.
Asiente en señal de aprobación pero no se levanta, me agarra con fuerza y tiene su cabeza apoyada en mi sien, puedo notar sus mechones rizados rubios empapados debido a las lágrimas que parece que ya cesaron.
— Sam — digo para que me mire — Eh Sam, Sam, — sacudiéndola.
Al fin levanta la cabeza y se sienta apoyándo la espalda en la parte trasera del banco. Tiene el rímel todo corrido así que le busco un toallita desmaquillante en la mochila y se la tiendo.
— Escúchame Sam — digo agarrándole ambas manos en para que vea que estoy allí y no me voy a ir. — La vida es cuesta arriba pero la vista es genial desde allí arriba. Luego de la tormenta sale el arcoiris y a continuación un cielo despejado aunque antes caiga algún rayo. Sam eres la persona más fuerte que conozco,no estás sola Sammy — y le doy un abrazo al cual me corresponde apretándome fuerte.
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Llegamos a la universidad por fin y luego de habernos tomado un café y charlar un poco nos vamos al salón de actos para la presentación. Nos dijeron lo típico del primer día,lo de siempre, cuál es nuestra clase ,nuestros profesores y la charla de todos los años del decano que se enrolla más que una persiana. Gracias a dios al estudiar la misma carrera Sam y yo vamos juntas en todas las materias.
Después de dos horas de charla y más charla sin mucho sentido nos vamos cada una para su casa con un beso de despedida.
Al llegar a casa lo primero que hago es quitarme los zapatos y dejarlos en el zapatero de la entrada y después me pongo mis zapatillas de Todoroki y tiro descuidadamente la mochila en el sofá de la sala.
Voy a la cocina para prepararme la comida, abro el frigo y cojo uno de los tapers que me preparó mi madre para que comiera mientras se iban de viaje,el último taper por cierto ya que esta noche regresan de su viaje del trabajo en España.
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Terminé de comer y después de haber estado leyendo en mi habitación han llegado las cinco de la tarde y me estoy preparando para ir a la cafetería de la señora Maslow donde trabajo. En realidad sólo trabajo los fines de semana y por lo tanto hoy al ser jueves no tengo que ir, pero solo voy a dejar el uniforme en mi taquilla ya que lo tenía en la lavandería.
Me preparo también mi bolsa con la ropa de kárate para luego ir a las seis que tengo las clases en el establecimiento que tiene el padre de Sam como profesor de este arte marcial que es.