♡ :  CAPÍTULO XXIII

—Hyunjin—, dijo Jeongin, cerrando la puerta.

Hyunjin no levantó la vista de su computadora.

—Ahora no. Estoy ocupado y tú eres… tú eres demasiada distracción.

Jeongin sonrió.

—Distracción, ¿eh?

Hyunjin le lanzó una mirada, pero fue poco entusiasta como mucho.

—¡Vamos, dímelo ya!

—Sin tratamientos especiales—, dijo Hyunjin. —Vas a conocer tu nota cuando todos los demás lo hagan. Mañana.

Apoyándose contra la puerta, Jeongin se mordió el labio.

—¿He reprobado?

No estaba seguro. Hyunjin le había ayudado mucho últimamente, explicándole muchas de las cosas que Jeongin se había perdido al inicio del semestre. Jeongin había pensado que su comprensión de la materia había mejorado y que lo había hecho bastante bien en el examen, pero ahora, mirando a la cara sombría de Hyunjin, ya no estaba seguro.

—No.— dijo Hyunjin. —No fallaste.

Jeongin exhaló.

—Entonces, ¿qué me saqué? Una C, ¿verdad?

Hyunjin frunció los labios.

—Obtuviste una B.

La boca de Jeongin se abrió.

—¿De Verdad? Espera, acaso tú…

—No, yo no te doy ningún tratamiento especial—, dijo Hyunjin, su tono un tanto a la defensiva. —Hiciste un buen trabajo. Tú no eres poco inteligente. Si realmente te molestaras en asistir a clases, no habrías tenido ningún problema en absoluto.

Jeongin sonrió, sintiéndose estúpidamente cálido y mareado. Dio un paso hacia el escritorio, pero Hyunjin espetó

—No lo hagas.

—¿Por qué?

Hyunjin fijó sus ojos en la pantalla delante de él, con la mandíbula apretada.

—Te lo dije. Eres una distracción. Tengo que trabajar.

Jeongin no quería irse. Quería abrazarlo. Quería darle un beso. Quería celebrar con él.

—Pero…

Hyunjin suspiró entre dientes.

—Bien. Ven aquí y bésame. Un beso. Luego te vas.

Jeongin fue allí y lo besó.

Y lo besó de nuevo.

Y otra vez.

Y una vez más.

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Cuando Jeongin abrió los ojos a la mañana siguiente, encontró a Hyunjin observándolo.

—Buenos días.— Jeongin murmuró, sus rostros a sólo pulgadas de distancia en la almohada. Se sentía insoportablemente íntimo. —¿Dormiste bien?

—No, no lo hice—, dijo Hyunjin, su mano sobre la espalda de Jeongin. —Tú cama es terrible. Casi me caigo fuera dos veces.

Jeongin sonrió perezosamente.

—Nadie te está obligando a dormir aquí.

Hyunjin dibujó sus labios en una fina línea y desvió la mirada por un momento antes de mirarlo de nuevo.

—Sería mucho más conveniente si utilizáramos la cama en mi casa.

Jeongin parpadeó.

—Tú sabes que no puedo dejar a las niñas solas.

—Tengo una habitación libre para ellas.

Jeongin se le quedó mirando.

—¿Me estás pidiendo que me mude contigo?

La cara de Hyunjin no mostraba nada.

—Sería conveniente.

—¿Conveniente?

—Sí, conveniente.

Presionando los labios juntos para evitar reír, Jeongin asintió solemnemente.

—Muy conveniente.

—Cállate, Yang.— dijo Hyunjin.

Jeongin sonrió lentamente y enroscó los brazos alrededor de su cuello.

Se miraron el uno al otro a los ojos durante un largo rato, y Jeongin sintió algo apretando en su pecho. Dijo suavemente, —Te amo, también Hyunjin.

Hyunjin se lo quedó mirando durante lo que pareció una eternidad antes de que dijera, un poco sin aliento, —Sí.

Jeongin rio.

—Está bien, vamos a tener que trabajar en eso

Hyunjin le cerró la boca con un beso.

FIN.