Renacer (nuevo ciclo)

Doscientos años después del acontecimiento de la fábrica y la semilla, el cuerpo de Verde, la IA más importante y reconocida del mundo, descansaba en el Museo de la Vida, siendo la reliquia más importante.

Allí, era el objetivo de las miradas de miles de espectadores que querían conocer su historia. También era visitada incontables veces por sus viejos amigos: los Quibicús, sobre todo por mí. Pasaba incontables horas en el lugar.

Durante ciento nueve años, asistí a aquel sitio. Le hablaba a Verde como si ella pudiera escucharme. Nunca fui capaz de encontrar el amor nuevamente, pues mi corazón siempre había pertenecido a ella, que había sido más humana que cualquier otra persona.

Un día, el museo fue objetivo de un atraco a plena luz del día; los asaltantes se llevaron muchos objetos de valor, pero lo más importante fue el cuerpo de Verde.

La policía buscó a los culpables, pero estos habían cubierto muy bien sus huellas, dejando cero pistas a las autoridades. No perdían la esperanza de que algún día apareciera; tenían agentes infiltrados en el mercado negro, puesto que una pieza como el cuerpo de Verde sería vendida en muchísimos bitcoins. Su valor inicial en una subasta era de treinta millones en moneda digital.

Era sabido que esta pieza, desde hacía años, era cotizada por multimillonarios excéntricos de las mil noventa ciudades alrededor del mundo.

El hecho fue tomado como un simple robo y, tras diez años de búsqueda, las autoridades abandonaron el caso.

Lejos, en las praderas de las Básculas, cinco años después del asalto al museo, un grupo de científicos se reunía clandestinamente con el objetivo de presenciar el renacer de una leyenda.

Tendida en una camilla, usando un vestido de satén con girasoles dibujados que se movían lentamente hacia la luz del sol, yacía el cuerpo de Verde, inanimado momentáneamente, hasta que de pronto, de sus labios, un tímido suspiro se escapó.