Ylani
—¿Ylani te pasa algo? —preguntó Albert a mi lado mientras despegaba la mirada por unos momentos de la pantalla para mirarme a su lado.
—No —conteste sin inmutarme.
Pero si me pasaba, estaba triste por lo que pasó en la biblioteca ósea el prácticamente me rechazo solo fue un simple roce de mis labios en su mejilla y... ya que es una tontería, no vale ya la pena matarse la cabeza.
Suspire sonoramente capturando la atención del chico a mi lado. Se levantó del suelo de su habitación y despego el juego de la corriente.
Estaba a nada de ganar en el video juego y este me corta los puestos al hacer eso.
Lo mire indignada y sin quererlo hasta mal.
—¿Qué te pasa? ya iba ganando —tome un puño de palomitas y se lo lance —¡eres un mal perdedor Albert!—esquivo el ataque que le lance.
—Ahora me vas a decir que te pasa ¿sí o no? —se cruzó de brazos esperando una respuesta de mi parte.
Una respuesta que no quería decir, ni ganas tenia.
—Estoy bien —conteste restándole importancia a su pregunta y echándome un puñado de palomitas a la boca, para usar de excusa que estoy comiendo.
Si es que me sirve aquello como escudo.
—No, —negó con la cabeza en reproche —no lo estas y no dejare de molestarte hasta que me digas. —comenzó a lanzarme palomitas de su bol en descontrol.
Me caigan en la cara sin control y sentí como una me quedo en el ojo restándomele visibilidad, me cubrí con su almohada que tenía al lado mermando las palomitas.
Rendida ante su insistencia y ataques le hice la pregunta más estúpida de toda mi existencia y la cual me arrepentiría, pero necesitaba la respuesta de un chico no la de mi madre ante esto.
Mi madre siempre dirá, sí, porque soy su hija.
—Albert... —que nervios, pero no es para echarme para atrás, lo mire directo a los ojos decidida y captando así su atención —¿Crees que soy linda? —le lance la pregunta de golpe.
Trágame tierra.
Pero después que escuche la respuesta de él.
El arqueo una ceja mientras torcía la boca mostrando una aparente confusión que pasó a un sonrojo muy notorio en sus mejillas.
—Por-¿por qué? —Tartamudeo— preguntas eso —¿acaso estaba nervioso?
—¡Ay no lo sé! —rio nerviosa y no entiendo porque grito —fue una pregunta estúpida —me levante del suelo avergonzada con esa idiotez que pregunte, Tomo mi mochila y entro mis cuadernos en el —mejor vengo otro día Albert y...—lo miro por unos segundos sin saber que decirle— perdón por dañar el momento es que... —niego con la cabeza restándole importancia—no sé en qué...
—Sí. —dijo rápido y note como sus puños estaban cerrados y su pecho inflado.
—¿Qué? —la confundida era yo ahora.
—Sí, eres muy linda, Ylani —respondió con total seguridad y hasta note como sus hombros estaban tensos.
Ahora que debía responder después de eso.
No pensé en el después.
Silencio.
Eso fue lo que hubo después, solo él y yo mirándonos de una manera fija y sin saber que decir o hacer.
—Ylani... —me llamó en un tono de voz suave, mientras se acercaba a mí.
—¿Si? —conteste no muy segura.
¡Qué está pasando en este momento! estoy tiesa no puedo moverme.
¡Código azul!
Momento incómodo.
—Quiero hacer algo, pero tengo miedo a como puedas reaccionar o si seguirás hablándome. —habló no muy convencido
—¿Qué es lo que quieres hacer? —mi voz salió átona al preguntar.
Con sumo cuidado y mirándome esperando alguna reacción de mi parte se acercó más a mí. Ya sé por dónde iba todo esto y en verdad la idea no me desagradaba y tan solo el hecho de pensarlo me quitaba la absurda idea de mi físico y que no le atraía a los chicos.
O por lo menos a uno no le atraigo.
—Yo...quie-quiero besarte Ylani, —informó —¿puedo? —me miró buscando mi aprobación.
Sí, no espera ¡NO! ¿o sí?, que lio tengo en la cabeza, mis hormonas dicen si y mi razonamiento no.
¡Maldita sea odio ser una adolecente en estos momentos!
—Amm... creo que si —me encogí de hombros mientras daba una risilla nerviosa.
Entonces se acercó más a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Cerré mis ojos esperando el contacto.
El cual no llegó.
—Albert te he dicho que no tires tu crema de pie de atleta en el baño. —entro su madre interrumpiéndonos y viéndonos de hito en hito apenada. —Ay... lo siento —rio incomoda —no...no sabía que iban a compartir gérmenes.
El rostro de Albert se puso más rojo de lo normal.
—Mamá puedes tocar para la próxima. —le dijo entre dientes.
—Sabes que no —contestó divertida.
—Mejor me voy —dije de lo más apurada tomando mi mochila y despidiéndome de la madre de Albert un tanto apenada, le pase por el lado bajando las escaleras, escuche mi nombre atrás por parte de Albert, pero no mire ni me devolví a encararlo.
Yo y mis malas ideas siempre.
Cada acción tiene su reacción y pues aquí estoy huyendo como una cobarde.
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Abrí la puerta de mi casa escuchando risas al poner un pie dentro. Cuando me acerque vi a mi hermana y a Archie en el sofá riendo. Archie es el mejor amigo de Melissa, están desde que compartían pañales juntos, desde pequeños son muy unidos y para colmo cumplen el mismo día, pero Archie nació un año antes que ella.
El pobre siempre viene hasta aquí, él de verdad la quiere como una hermana sin mencionar que su actual novia se la consiguió mi hermana porque él es guapo. Si, está buenísimo, es un chico alto, piel bronceada, músculos definidos, pelo mejor que el mío debo destacar, súper lacio y castaño con ojos negros. Todo un adonis sin mencionar su muy linda sonrisa. Ah por donde iba... ¡sí! el guapo, no sabe ligar.