Soy ficticio

Capitulo 12-✾Sangre, traición y amor.✾

El sable estaba siendo blandido con odio, sed de sangre, furia y sobre todo temor, temor de no sentir, temor de sus propias letras del sentimiento de desasosiego que sentía, las letras lo estaban comiendo lentamente.

Una vez dijo ''la guerra, la sangre y compasión son un arte que pocos pueden conocer porque no saben manejarlo. ''

¿Serian esas buenas palabras las correctas? —eso era lo que se preguntaba aquel hombre alto de pelo largo y armadura totalmente impotente que lo hacía ver con aires un tanto de grandeza, como de diablo resurgido del mas allá del averno.

Uno al que todos los soldados temían, uno al que nadie quería mirar al rostro por el miedo que impartía y lo implacable que era su aura fría, su vida era el campo de batalla, su batalla era la lucha de su sentimiento, de sus emociones.

Su oponente... él mismo.

''Porque no hay peor enemigo que el que ves cada mañana en un mismo reflejo. ''

El hombre de ojos rasgados, figura alta y belleza dada por los cielos se vistió para ejercer lo que tanto él amaba, pero era poco comprendido, donde ni siquiera el emperador aceptaba su ideología de que la sangre pudiera ser descrita de tal modo tan feroz y al tiempo tan poético y perfecto.

Un día ese mismo hombre fue a conocer el secreto de los guardianes un mundo creado para otra vida, una en donde los grandes eran realmente respetados. En donde los escritores de versos fueron llamados como guardianes.

Le hicieron la propuesta, pero su respuesta fue...

—Debo pensarlo.

Él estaba desorientado, confundido, podía dejar su vida de mortal para ser inmortal.

Él quería el amor como su compañero algún día, en el campo de batalla combatir a su lado como cualquier guerrero sin ver su título solo lo que él es... un humano.

Su respuesta iba a ser el rechazo ya que él se quedaría para dar fuerza a su mundo.

Por eso fue a la guerra con sus compañeros, como era de esperarse fue una guerra llena de sangre cadáveres e imágenes que el recordaría cada noche por medio de recurrentes pesadillas.

Miro sus manos y se preguntó —¿Es un arte o un castigo?

No sabía la respuesta de su misma pregunta pues él mismo no la tenía en sí mismo.

El emperador le otorgo asenso y un título de general con su propio palacio. —Lujos que yo no quería —pensó.

Pero que aun así acepto por respeto al honor del gran emperador.

Mientras él tomaba aquel título sus propios soldados y compañeros lo miraban con envidia y los susurros y críticas hacia él se volvían una bola de energía negativa que aclamaba derrumbarlo.

Cuando fue a la tienda de campaña de guerra a comenzar a recoger sus escritos que él mismo con tanto anhelo había escrito, se encontró con sus compañeros dentro de la tienda.

—Que grata sorpresa —sonrió con gracia. Mis compañeros mis hermanos de sangre a que será que vinieron, a compartir mi logro, yo si quiero. —Hoy beberemos del mejor licor —se acercó al baúl donde lo guardaba, sus compañeros no les respondieron, él se lo tomo extraño así que se voltio encontrándose con uno de sus hermanos guerreros que tenía en sus manos sus escritos.

No sabía que cara poner, era extraño ver esa acción de ellos.

—Hoy no abra alcohol, hermano —dijo entre dientes el que tenía en su poder sus escritos.

Sin verlo venir sus compañeros los agarraron en un grupo de casi veinte hombres que eran del mismo cuerpo que él. Batallo con todas sus fuerzas, pero sus maniobras eran inútiles; eran demasiados y el un solo, ellos lo golpeaban cada vez que intentaba escapar de la prisión de sus brazos.

—Ylani —la llame al sentir que su cabeza estaba en mi hombro.

—Perdón —se levantó rápidamente —yo no quería poner mi cabeza allí es solo que...

La calle poniéndome nuevamente su cabeza en mi hombro.

—Tranquila no me molesta solo te llame porque creí que estabas durmiendo.

Me gusta esta escena ella y yo bajo el árbol de cerezo mientras le leo este libro.

—Sigue por favor quiero saber qué pasa con el general, plis... —extendió su mano esperando con parsimonia que el pétalo de cerezo cayera en su mano.

—Entonces seguiré...

Lo amarraron sin un apique de respeto, como si de un animal salvaje se tratase he hicieron que se arrodille frente al cabecilla de aquella traición.

—Ahora mira lo que hacemos con tus basuras, mi general —el hombre sonrió con malicia y tiro el trabajo de años del general, trato de ir por sus escritor se levantó con toda su fuerza, pero tenía manos atadas, no llego muy lejos.

Un golpe muy fuerte lo dejo desorientado y bañado en su propia sangre, sintiendo así el líquido caliente que durante años había derramado con su sable.

—¿Por qué? —realizo la pregunta en el piso de lodo en un susurro débil. —porqué si yo los considero mis hermanos.—su voz salió débil y era más que no notoria la decepción que sentía a aquellos que les dejo ese título que simplemente era lo que el sentía hacia ellos.

—No somos sus hermanos, mi general... —la maldad se reflejó en su rostro como una sombra malvada y oscura.

Eso fue lo último que escucho después todo...

Era negro.

Era un abismo.

Del cual no había escapatoria.

—Odio a los humanos, odio sus sentimientos de querer traicionar, sus asquerosidades de pensar y desear con envidia y codicia lo ajeno.

—Ven a nosotros —fue la voz de los guardianes quienes lo invitaban —¿aceptas la propuesta de antes?

No lo pensó dos veces.

Y acepto...

Sus días como mortal habían terminado, y mientras el escribía sin cesar sobre la guerra. Sus hermanos murieron, fueron castigados por el rey, a unos los decapitaron otros murieron en la horca y el intelecto de la traición fue mutilado de cada una de sus extremidades atado a caballos.

Muertes muy crueles, ellos se las buscaron por lo que le hicieron al general.




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