97% Probable

Prólogo

Katherine

Mis ojos se abren con sorpresa mientras las palabras de mi padre se quedan grabadas en mi mente.

—¿Casarme yo?— cuestiono mientras me pongo en pie, alejándome del sofá.

—No estoy jugando, Katherine. Ve a ese programa y si tu caso es un éxito entonces podrás dedicarte a lo que quieras— se levanta del sofá y sale de la sala de estar.

Muerdo mi labio inferior y subo las escaleras hacia mi recámara, no podía negarme a la propuesta de mi padre. Y no era porque quisiera seguir sus órdenes, sino más bien por lo que yo obtendría de ello.

Ingreso a las paredes de mi habitación, era enorme como cada rincón de la casa y era mi lugar seguro. En cada pared había decenas de cuadros que había pintado dejando mi corazón en cada uno de ellos, mamá llamó a mi pasión un simple pasatiempo, pero era lo único que me había gustado desde que tenía memoria.

Y todo fue gracias a él. Pero eso no importaba, el amor a pintar fue lo único bueno que me dejó.

Vladimir Marti era uno de los senadores más populares entre la gente y se esperaba que fuera la propuesta para la elección a presidente y era uno de los padres más controladores que debían de existir en el planeta. Desde mi nacimiento ya había agendado cada actividad que debía realizar a lo largo de mi vida, así que por supuesto también escogió la carrera que tenía que estudiar, él quería que al ser su única hija siguiera sus pasos, pero la política no se me daba bien.

“Amor y matrimonio” era el programa al que mi padre deseaba que asistiera, donde estaría vigilada día a día mientras mantenía un matrimonio con una persona de la que desconocía su identidad, pero que un algoritmo había determinado que éramos compatibles.

El gobierno estaba realizando un plan desesperado y su último intento por incrementar la tasa de natalidad que iba en declive y ni hablar de los divorcios, que incluso se había roto el record al matrimonio más corto de sólo 12 horas.

Las relaciones en el país simplemente no funcionaban y todos estaban desesperados que incluso querían confiar en un algoritmo.

No es como si pudiera encontrar a alguien que quisiera quedarse a mi lado.

Lo que mi nombre traía era demasiado para todos mis exnovios y huían cuando descubrían que no era sencillo estar la hija de un senador.

Simplemente, nadie estaba dispuesto a sufrir las consecuencias.

Y yo había sido tonta como para creer que Frederick lo haría.

Suspiro y camino directamente a mi cama, sólo esperaba que aquel hombre que estaba marcado como mi pareja más compatible estuviera de acuerdo en aparentar un romance frente a las cámaras. ¡Un algoritmo definitivamente no encontraría una pareja perfecta para mí, si yo ni siquiera pude hacerlo!

Como si la tecnología pudiera saber lo que el corazón iba a sentir.

Vuelvo mi mirada al cuadro más reciente que había pintado, era un autorretrato y se veía tan solitario, tal y como sentía, sé que me vendría bien un poco de compañía incluso si todo era sólo una actuación para las cámaras.

Nunca había pensado en casarme, el concepto del matrimonio siempre había sido más como un beneficio, algo de lo que yo podría obtener algo y la persona con la que me casaba, también lo haría. No quería un matrimonio donde el amor no fuera la base y por ello había decidido no casarme.

Pero ahora tendría que contraer matrimonio con una persona que no conocía y hacerlo sólo porque un algoritmo consideraba que éramos una pareja 97% Probable era una locura.

 

Al día siguiente los productores del programa ingresan a mi casa y sé que ya no había vuelta atrás. Iría a ese programa sin sentirme obligada, lo tomaría como mis puertas para salir del control de mis padres y cuando las personas se dieran cuenta de que este matrimonio no serviría para nada, podría obtener la firma del divorcio. Si tenía suerte, el hombre con el que me casaría no pediría una compensación económica.

—Buenos días, Katherine. Mi nombre es Susana y soy la productora principal de “Amor y matrimonio”— la mujer tiende su mano y por cortesía la tomo.

—Un placer— respondo educadamente.

—Ella es mi compañera Elsa la segunda productora y él es Miguel el director del programa— asiento y sonrío amablemente. —Queríamos hablarte sobre las reglas del programa—.

—Tomemos asiento— respondo dirigiéndolos hacia el sofá.

—Gracias— responden al unísono.

Una de las empleadas domésticas sirve cuatro vasos con agua mientras que Susana saca un papel que debería ser el contrato. Se sentía como si estuviera intentando firmar un trato con el diablo y todo porque mi padre confiaba en un tonto algoritmo.

—Puede comenzar— pido.

—Bien. Lo primero que tienes que saber es que no puedes conocer a tu pareja hasta que se casen, no puedes buscar imágenes de él y tampoco sabrás su nombre; toda la información sobre el otro se mantendrá en absoluta confidencialidad, ¿estás de acuerdo?— cuestiona y asiento.

No es como si fuera mi elección.



#13383 en Novela romántica
#2480 en Chick lit

En el texto hay: matrimonio, amor, programa

Editado: 03.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.