16.

Camila.

Descargas eléctricas recorren todo mi cuerpo. Las manos de Dean se deslizaban por mis hombros, se hundían en mi cabello. No esperaba esta reacción de él. Aunque, siendo honesta, tampoco de mí misma.

Mi mano se sumerge hábilmente en el bolsillo trasero de sus vaqueros y pesca la llave. Lo conozco bastante bien. Me las arreglé para aprender todos sus hábitos durante este período tan largo de nuestra comunicación "amistosa". El chico ni siquiera se movió. ¿De verdad no se dio cuenta?

Finalmente encuentro fuerzas en mí misma y me aparto. Dean me mira aturdido, incapaz de moverse. Aprovecho la oportunidad y lo empujo hacia adelante. Salgo corriendo del lugar y me dirijo a la puerta.

Mis manos tiemblan. Logro insertar la llave en la cerradura solo al tercer intento. Abro la puerta y salgo corriendo al pasillo. Solo queda pensar cómo salir de este piso.

—¿Camila? —escucho en algún lugar detrás de mí mientras paso por la cocina.

Me doy la vuelta y veo a Erika a unos pasos de mí. Parece que salió de una de las habitaciones.

—¡Oh, Erika, tú también estás aquí! —apenas oculto la alegría en mi voz.

Dean definitivamente no me tocará estando ella presente. Además, esta chica puede dejarme salir de aquí.

—Bueno, yo vivo aquí —dice la cumpleañera—. ¿Y tú qué haces aquí? No recuerdo que te interesaran tanto las fiestas privadas.

—¿Qué quieres decir? —levanto las cejas sorprendida. Luego me llega el sentido de lo dicho—. Ah, no, solo quería estar un rato en silencio. Día difícil.

—Aaah —Erika asiente con comprensión—. Verónica dijo que tus padres se fueron de vacaciones. Seguramente los extrañas mucho.

—Ajá —es todo lo que digo.

¡Qué conversación tan sustanciosa nos está saliendo! Espero que Verónica no le haya dicho que todo este tiempo voy a vivir con Dean... Hmm, ¿y si invito a Erika a mi casa?

Dean.

Caigo en la cama y solo entonces empiezo a recuperar el sentido poco a poco. ¿Qué fue lo que acaba de pasar? Me toco los labios con las manos y noto rastros de lápiz labial en los dedos.

Así que no me lo imaginé...

Me lamo los labios y saco el teléfono del bolsillo, activo la cámara frontal. Una extraña sensación de agitación interna empieza a inquietarme.

Siendo honesto, esperaba que Camila intentara demostrar que sabe besar. Incluso pensé en retarla a besar a alguno de nuestros conocidos si lograba arrastrarla al juego de la botella. Pero que la chica viniera hacia mí—eso no lo calculé.

Pero estuvo demasiado bien. Me siento en la cama y me muerdo el labio. La fisiología entró en juego, y voy a tener que quedarme aquí un poco más para ocultarlo.

No soporto a esta chica. Incluso si logro ganarle varias veces, ella siempre hace algo que echa por tierra todos mis esfuerzos.

De repente alguien presiona el picaporte desde el otro lado. Agarro una almohada y me la pongo sobre las rodillas. En unos segundos, Kir aparece en la habitación.

—Oh, ¿y tú qué haces aquí? —pregunta mi amigo sorprendido, recorriéndome con una mirada inquisitiva.

—Descansando —lanzo sarcásticamente. A este chico, precisamente a él, no debería enterarse de esta historia—. ¿Y tú?

—Busco a mi nueva novia —Kir sonríe ampliamente—. Estábamos charlando tan agradablemente, y luego fue a empolvarse la nariz. Y no volvió.

—Bueno, entonces solo tú pensabas que charlaban agradablemente —lanzo con veneno.

¿Y por qué estoy tan enojado? ¿Cómo logró Camila sacarme de balance tan fácilmente?

—¿Qué, te estás escondiendo de Erika? —pregunta de repente mi amigo—. ¿Por fin te hartó?

Ojalá fuera eso, amigo... Ojalá fuera eso...

—Se podría decir que sí —me aferro a esa versión como a una última oportunidad.

—Ah, olvídalo, vamos a la fiesta —Kir asiente hacia la puerta—. Conoceremos a alguien más.

—Sí, ve. Te alcanzo —respondo en el tono más inexpresivo posible.

Mejor escóndete, Camila. Si te encuentro, te va a ir mal. Ya voy...