Dean.
Estoy sentado en la cocina, pasando perezosamente por el feed de redes sociales. Camila no ha vuelto a casa. ¿Qué estará haciendo en la calle? Aunque, siendo honesto, no tengo ganas de ir a comprobarlo—ya podrían estar esperándome trampas allí. Todavía no me he recuperado del maquillaje. Camila me la jugó bien.
Espera, ¿¿¿qué??? Vuelvo dos publicaciones atrás y miro atentamente la imagen. En ella aparece mi vecina sentada en un sofá. Y a su lado, su exnovio, Allen. No lo conozco muy bien personalmente, pero de su relación probablemente se enteró toda la ciudad.
Por dentro se extiende una extraña sensación desagradable que se manifiesta con un ligero hormigueo. Camila lleva puesta una camiseta morada rara con brillantes y pantalones cortos de mezclilla. No se parece en nada a su guardarropa. ¿Tal vez están jugando a verdad o reto?
Probablemente me una también. Está algo aburrido quedarse en casa. Si no, luego tendré que rendirle cuentas a la señora Alea por no haber cuidado a su hija.
Marco el número de Kir. No contesta de inmediato. Ya empiezo a irritarme.
—¿No tienes nada que hacer? —suena desde el altavoz la voz somnolienta de mi amigo—. ¿O ya olvidaste dónde estuvimos ayer?
—No olvidé. Quería proponerte una continuación —intento con todas mis fuerzas intrigar a Kir.
—Yo paso. Cuídate. Buenas noches —mi amigo cuelga la llamada. Parece que no logré impresionarlo.
Bueno, iré en taxi. No habrá problema con la invitación, porque me estuvieron llamando desde temprano, pero al principio me negué. Solo falta escribir sobre el cambio de decisión.
Camila.
Me siento en el círculo de jugadores. Todos lanzan una exclamación de sorpresa y satisfacción. Un chico me pasa una botella, pero la rechazo con un gesto.
—Esperaré mi turno —digo—. No voy a arruinar su juego.
Todos empiezan a girar el objeto y a cumplir diversas tareas. Ante algunas exigencias se me ponen los pelos de punta. ¿Y en qué me metí? Aunque todavía hay chance de salir del juego. Pero ya no podré hacerlo.
Llega el turno de nuestra conocida en común. Ella hace girar la botella y el cuello señala a algún chico. Lo he visto varias veces en fiestas, pero no lo conozco personalmente. La chica se frota las manos al instante y me mira de forma extraña.
—Tu tarea —dice ella con triunfo en la voz—. Besar a Camila.
—Ooo, eso es fácil —el chico se levanta de su lugar y no me quita los ojos de encima.
—¡Espera, alto! —también salto de pie—. No acordamos esto. ¿Qué tipo de tarea es esa? ¿¿¿Y yo qué tengo que ver???
—Esas son las reglas del juego —dice la chica que está sentada a mi lado—. No debiste empezar si no estás lista para esto o no conoces las reglas.
—¿Por qué yo? —doy varios pasos hacia atrás. El desconocido ya se acerca sigilosamente hacia mí, como un depredador.
Y así vamos en círculo. Todas las miradas están concentradas en nosotros, y eso no me gusta para nada. Miro a Verónica, esperando al menos una pizca de apoyo. Pero en vano—ella me mira como si quisiera decir: «¿Y en serio, para qué te pusiste a jugar?»
Ahora mismo tengo la misma pregunta para mí...
El chico se acerca lentamente, con un placer indescriptible. En sus ojos brilla un destello depredador.
—¿Así que hay que cazar la tarea también? —pregunta él—. Interesante.
Mi mirada se detiene en Allen. Está sentado en el sofá y observa tenso. Por los ojos se nota que tampoco le gusta esta idea. A quién le importa aquí.
Me sorprendo pensando que hace un momento estaba lista para besar al desconocido, solo para hacer enojar al ex. Él hace un movimiento brusco hacia mí. Reacciono a tiempo y salto hacia el lado.
—¡No voy a besarme contigo! —digo con enojo—. Que ella cambie la tarea.
—Eso no existe en las reglas —sonríe el desconocido—. Puedes negarte, solo si tienes novio.
—Pues ella tiene —de repente escucho justo detrás de mí la voz de Dean.
Se para frente a mí, protegiéndome del pesado desconocido.
—Puedes volver a tu lugar, ella está conmigo —continúa mi vecino forzoso.
Editado: 29.10.2025