Epílogo

Capítulo 10

Epílogo:

Donde termina el camino

El viento salado del mar acariciaba nuestros rostros. Habíamos llegado.
Después de tanto dolor, de tantas pérdidas, de tantas veces en las que no sabíamos si lo lograríamos… estábamos ahí. Frente al océano. Frente a algo inmenso, infinito y desconocido.

Zahorí reía mientras el agua le mojaba los pies. Samanta cerraba los ojos, como quien por fin se permite respirar. Mi hermano miraba el horizonte en silencio, con la expresión de quien carga cicatrices invisibles. Yo solo observaba. Sentía. Respiraba.

Karin ya no estaba, y su ausencia era un eco constante. Pero sus palabras, su fuerza, su decisión… todo eso nos acompañaba. Porque a veces alguien tiene que detenerse para que otros puedan continuar. Y su sacrificio nos empujó hasta aquí.

El mundo seguía roto. A lo lejos, los soldados marchaban hacia otra dirección. No sabíamos si habría un mañana mejor. Pero por primera vez en mucho tiempo, no importaba.

Nos sentamos en la arena, sin decir nada. El sol comenzaba a hundirse en el mar y, por un momento, el tiempo pareció detenerse.
Habíamos sobrevivido. Habíamos cambiado. Habíamos llegado al final de este viaje.

¿Y después? No lo sabíamos.
Tal vez mañana empezaríamos otro camino. Tal vez no.
Pero hoy… hoy era suficiente.

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Nota del autor

Esta historia nació en medio del silencio…
Un silencio lleno de pensamientos, de noches largas, de emociones intensas y de preguntas sin respuesta.
No fue escrita para entretener —aunque ojalá también lo haga—, sino como una forma de entenderme, de sobrevivirme.

Cada personaje representa una parte de mí:
El que quiere proteger sin saber cómo.
La que lucha con fuerza, aunque tenga miedo.
El que duda, la que cura, el que se sacrifica.
Todos caminan por un mundo roto… como yo lo sentía entonces.

A veces, la vida nos lanza al borde del abismo.
Y como Karin, hay momentos en los que una parte de nosotros tiene que caer… para que el resto pueda seguir.

Gracias por leerme, por acompañarme en este viaje de sombras, de luz, y de decisiones difíciles.
Tal vez tú también estás luchando, escondiendo heridas, buscando sentido.
Si es así, te dejo esta historia como un abrazo, como una linterna en medio de la oscuridad.

Porque escribir fue mi forma de sanar.
Y quizás, leerla… sea una forma de recordarte que no estás solo.

— Niu