5. Yo no soy Lincoln

Alex junto con la pequeña niña a su lado caminaba nerviosamente hacia la mujer cuyo cabello rubio brillaba bajo el sol.

Mientras se acercaba y la distancia se hacia más corta con cada paso Alex noto el extraño comportamiento de la mujer.

La mujer se movía de un lado para otro de una manera errática y poco elegante algo que estaba fuera de lugar, ese comportamiento no era propio de una mujer aún así ha ella no parecía importarle las miradas de incredulidad que las personas le mandaban mientras hacía semejante espectáculo.

No era algo lindo de ver aún así Alex se sintió tranquilo al verla, si se trataba de la madre de la pequeña Lili entonces la mujer no había pasado por alto la ausencia de su hija, si ese era el caso, encontró a la mujer que estaba buscando desesperadamente a su pequeña.

Cuando Alex estuvo lo suficientemente cerca como para que la mujer pudiera notar su presencia el la llamo, sim embargo la mujer no pareció escucharle fue como si su voz no hubiera podido alcanzar a la preocupada mujer.

Entonces antes de que se hubiera dado cuenta la pequeña Lili había saltado hacia la mujer, la pequeña niña abrazo las piernas de la dama con todas sus fuerzas mientras las lágrimas salían sin demora de sus ojos.

Por un momento Alex se preocupó, no tenía ninguna garantía de que está fuera la mujer que estaba buscando, la acción de la pequeña niña y cuando la mujer doblo sus rodillas para abrazar a la pequeña, ante esto Alex se sintió satisfecho.

Esa simple acción de la niña abrazando a su madre fue mas que suficiente para entender que ella era la mujer que había traído a Lili al mundo.

— Mamá, por fin te encontré.

La pequeña Lili había soltado esas palabras entre lágrimas y tristeza, ella se había perdido en el inmenso parque, se había arrepentido de haber desobedecido a su madre.

Ella había sufrido las consecuencias, se había perdido entre los árboles y las personas, se había sentido triste y desamparada mientras lloraba.

Ella lloraba y suplicaba por ayuda mientras sus rosadas mejilla eran empapadas por las lágrimas, sin embargo se había perdido en un lugar muy remoto donde ninguna persona frecuentaba.

Había sido la suerte o el destino.

El cielo había visto como la lamentable niña que se acurrucaba entre sus rodillas y lloraba sin consuelo sin señal de detenerse.

No era bueno, nunca era bueno que una niña tan pequeña he inocente llorará, su tristeza fue tan desgarradora que el mismo cielo sintió que estallaría en lágrimas en cualquier comento.

Como una luz de esperanza que penetró en la oscuridad de la tristeza y el dolor, Alex se había cruzado con ella.

Así como el cielo Alex sintió como una daga se clavaba en su corazón al ver a tan tierna criatura llorar, sin esperanza y sin amor.

El cielo no podía ayudar a la pequeña niña pero Alex si podía, sin ninguna vacilación el se desvío de su camino para asegurarse que está pequeña niña pudiera encontrarse con su madre.

Satisfecho por la escena de la madre abrazando a su hija Alex se sintió satisfecho, giro su cuerpo listo para seguir su camino pero antes de que podía dar un solo paso, una voz le llamo.

— Espera.

La voz había resonado en sus oídos, esa sola palabra había sido corta pero clara, Alex volteo su vista hacia la mujer que le había detenido de seguir su camino.

— No hace falta que me agradezca, le ayude a encontrar a su hija solo por qué quería, no es nada impresionante.  

El no lo consideraba nada del otro mundo, era solo una buena acción, ayudar a una niña la cual estaba llorando o ayudar a la hermana Margaret cuando tenía más trabajo del que podía manejar. No era nada impresionante.

— ¿Lincoln?

La mujer soltó ese nombre después de que seco sus lágrimas y miro con más detalle al héroe.

El héroe que había encontrado a su hija, algo que ella misma siendo la madre de la pequeña no había podido lograr.

El chico en frente ella tenía la piel blanca, algunas pecas adornaban sus mejillas y nariz pero eso por si mismo no era nada fuera de lo común sin embargo el color de su cabello era completamente blanco.

Por un momento la silueta de un pequeño niño se vio reflejado en los ojos de la mujer.

— ¿Lincoln, eres tú?

La mujer volvió a repetir el nombre de Lincoln, Alex no podía hacer más que ponerse nervioso, un sudor frío recorrió su frente.

Este día se estaba poniendo casa vez mejor, primero ese hombre extraño le había llamado por ese nombre y ahora está mujer.

En su cabeza comenzó a sonar una fuerte y estridente alarma, está le avisaba del inminente peligro, si aquel hombre estaba mal de la cabeza entonces solo dios podría saber lo que estaba pasando por la cabeza de esta mujer.

Ahora Alex si que tenía que escapar y rápido, la idea de gastar dinero para satisfacer su apetito desapareció por completo.

Se preparo para correr y le dio la espalda a la mujer, internamente se lamentó ya que no podría despedirse de la pequeña niña.

Alex sintió como su mano derecha estaba siendo apretada, volteo y miro a la mujer cuyos ojos lloraban sin parar.

Genial otra loca, se repitió a sí mismo dentro de su mente, primero había sido ese hombre de cabello castaño y ahora era esta mujer.

Ahora Alex no podía dejar de preguntarme quién era ese tal Lincoln.

La mente de Álex entro en pánico mientras trataba de liberarse.

— Lo siento mucho, yo no sé qué estoy haciendo.

La mujer dejo su mano libre y se cubrió la boca aparentemente avergonzada por su acción anterior.

Alex se sintió aliviado por un momento pero la alarma dentro de su cabeza no había dejado de sonar ni por un momento.

— Está bien, no se preocupe.

Alex dijo esas palabras, esta mujer estaba loca así como el hombre castaño, aún así Alex no soportaba que la mujer estuviera llorando delante de él. Era una situación muy problemática si alguien pasará y viera semejante escena su primer pensamiento sería que Alex había lastimado a esta mujer de alguna manera.