VII - Luzbel, el Ángel

Luzbel despertó para encontrarse nuevamente con la nada. Recordaba ese lugar. Era cálido y no tenía forma. No habían palabras, colores o cielo... Todo era perfecto. Y él era hermoso.

"¿Es esto real?"

Michaël le sonrió como solo él podía y le explicó que sí lo era, pues estaba de regreso en el Reino Celestial. Su verdadero hogar.

"No es posible. Tú estás muerto... y el Apocalipsis..."

"Continúa, pero se detendrá eventualmente."

Luzbel nunca había sido el Diablo, nunca había estado en su poder empezar el Juicio Final, él sólo había sido un instrumento.

"Entonces, sí existe el Diablo" resolvió.

Y claro que tenía que hacerlo. Alguien había hecho posible la creación de los sellos, alguien permitía que los demonios siguiesen vivos y azotando el Reino de los humanos.

Recién ahora lo entendía. El Creador era el Diablo, siempre lo había sido. Cada vez que había escuchado una voz en la cabeza que le decía que debía hacer sufrir a los humanos, había sido el Creador.

Siempre había sido el Creador.

"Pero, ¿por qué?"

"Porque debe haber equilibrio."

En vez de sentirse aliviado por haber sido perdonado y estar de regreso en el Monte de la Creación, Luzbel no podía dejar de pensar que había sido engañado durante todo ese tiempo. Él siempre había sido el más inteligente. ¿Cómo podía su error ser así de inmensurable?

"Sé que no es lo que quieres oír, pero es la verdad, Luzbel. Tú siempre has sido y siempre serás un ángel. Ya no tienes que ser el Diablo, puedes volver a ser el arcángel más bello de todos... ¿Podrás vivir con ello?"

La pregunta lo tomó desprevenido y suspiró antes de responderla.

El Mal existía, el Mal debía existir, pero él no era ese Mal...

Y sí, podría vivir con ello, decidió, a la vez que le sonreía a Michaël....

Después de todo, él era la creación más hermosa, la más bella de todas. Nunca antes ningún otro ser había sido tan digno de perdón como él.

Él era el más especial, él más perfecto.