Una visita inesperada

-¡Vera! – corrí a abrazar a mi amiga. Detrás de ella pude ver a Emmett quien nos sonreía.

-¡Oh Rosalie! ¿Por qué has desaparecido así, sin avisarme? ¡Te he extrañado tanto!

Nuestro abrazo fue furtivo. La hice pasar y la invité a sentarse. Saludé a Emmett con un rápido beso en la boca y me fui a sentar frente a mi amiga.

-Permiso chicas… - Emmett se disculpó y fue directo a la pieza. Ambas le sonreímos.

-Rosalie… - su voz cambió y supe que tendría que enfrentarme a lo inevitable – Todos te están buscando… Tu familia….Royce – dijo el último nombre en voz baja.

-Lo sé. Pero no puedo volver. Emmett…- miré a la pieza – Emmett me necesita y yo a él.

-¿Eres feliz?

-Si… más de lo que fui en mi vida entera… más de lo que hubiera sido si las cosas que pasaron no hubieran acontecido. – tomé sus manos y la miré fijamente. – Vera, por fin encontré mi verdadero camino.

Mi amiga me abrazó fuertemente. Por un momento observó mi vestido y rió.

-Ey, yo también compro vestidos allí pero no me quedan tan lindos – Vera hacía pucheros mientras yo me reía.

-Sólo le agregué un par de detalles. Pero cuéntame… ¿cómo es que encontraste a Emmett?

-Uff, es una larga historia. Royce fue a mi casa, ¿sabes?.

El corazón por un momento se me detuvo y se me puso la piel de gallina.

-Él ha estado buscándote y sabía que nosotras somos amigas, así que llegó hasta allá. Yo por supuesto lo encaré. Fue duro…- su voz se volvió más seria que nunca – Me amenazó si no le decía dónde estabas. En fin, me hizo recordar si habías nombrado a alguien o lo que sea que le diera una pista de tu paradero. Por supuesto que lo recordé pero no se lo dije. Pude hacer memoria y recordar aquel brillo en tus ojos cuando hablabas de él. El orgullo con el que me contaste que Emmett le había pegado a cinco hombres. – Vera sonrió y su mirada se perdió, tratando de recordar más detalles- Entonces fue como di con Emmett. No fue fácil… Pero luego de casi una semana de búsqueda, lo encontré.

-Parece que no soy buena disimulando – reí.

Emmett tuvo que marcharse al trabajo nuevamente pero nosotras nos quedamos toda la tarde hablando sobre Henry, las cosas en la ciudad. Incluso me enseñó un par de recetas de cocina muy simples, y un par de técnicas para el aseo. Yo le enseñé como agregarle detalles a los vestidos para que se vieran más lujosos. Tomamos té y por fin pudimos hablar sin diferencias. Estábamos a la par, en una amistad pura y sincera.

-Cuídate mucho…. Vendré a verte más seguido. – Vera me abrazó en el umbral de la puerta.

-Gracias…- la despedí. Esperé en la puerta por unos cinco minutos. Emmett se asomó por la esquina. Se notaba cansado pero al verme, una sonrisa se dibujó en su rostro.

Se acercó a mí y me levantó dándome un caluroso beso. Lo abracé y besé con pasión mientras entrabamos en nuestra casa.

-¿Cómo estuvo tu día con Vera? – me brindó una hermosa sonrisa. Sus hoyuelos se marcaron como nunca. Me acerqué a él y junté nuestras frentes. Acaricié su rostro, grabando cada roce en mi memoria.

-Gracias por hacerme tan feliz – le besé la nariz juguetonamente. Nos quedamos en el living sentados en el sillón, mientras yo le hacía cariño en su pelo y él se escondió en mi cuello. Por un momento pensé que se había dormido.

-¿Puedo quedarme así para siempre? – su tibio aliento rozaba mi cuello.

Levantó su cara y me quedó mirando a centímetros. Acerqué mi boca a la suya y lo besé. Al separarnos, saqué mis manos de su pelo, y las llevé a mi vestido. Comencé a desabrochar los botones delanteros.

-Rosalie si no quieres…-

-Es que… quiero. – tomé su mano y la llevé a mi cintura. – No quiero que duermas más en el living.

Y así fue. Esa noche Emmett volvió a su habitación, pero ésta vez conmigo a su lado. Fue dulce y apasionado. Sus caricias me llenaban de amor y fuego. Me hizo ver las estrellas y el sol, todo en el mismo cielo. Había sido nuestra primera noche y la más perfecta de todas.