Capítulo 2

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Ken y Aiko decidieron detenerse para descansar junto a un río cristalino. Aiko preparó una fogata mientras Ken buscaba algo de comer entre las provisiones que llevaban.

"Así que, ¿siempre eres tan seria?" preguntó Ken con una sonrisa, intentando aligerar el ambiente.

Aiko lo miró, sus ojos reflejando la luz del fuego. "No siempre. Pero en estos tiempos, es difícil no serlo," respondió con sinceridad. "¿Y tú? Siempre parece que estás a punto de contar un chiste."

Ken se rió. "Es mi forma de lidiar con las cosas. Si no puedo hacer reír a los demás, ¿qué sentido tiene?"

Aiko sonrió ligeramente, una rareza en ella que no pasó desapercibida para Ken. "Supongo que eso tiene sentido. Aunque a veces, la seriedad es necesaria."

Ken la observó con admiración. "Y a veces, es bueno relajarse un poco. Por cierto, ¿alguna vez has tratado de reírte mientras haces uno de esos ataques con la katana? Podrías inventar el 'Corte de la Risa Mortal'."

Aiko no pudo evitar reírse ligeramente ante la ocurrencia de Ken. "Eres imposible," dijo, sacudiendo la cabeza.

De repente, un ruido entre los arbustos interrumpió su conversación. Aiko se puso de pie, desenvainando su katana en un instante. "¿Quién anda ahí?" preguntó con voz firme.

Un chico encapuchado emergió de entre las sombras, levantando las manos en señal de paz. "No soy enemigo," dijo. "Mi nombre es Tobi."

Aiko frunció el ceño, sin bajar la guardia. "¿Por qué nos sigues?"

"Soy el hijo del Mago de los Sueños," respondió Tobi. "Mi padre me envió para guiaros hasta su casa. Él os espera."

Aiko miró a Ken, quien asintió. "Está bien, creemos en ti," dijo Aiko, guardando su katana. "Llévanos con tu padre."

El viaje continuó con Tobi liderando el camino. La noche avanzaba, y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo oscuro. Ken se sentía nervioso pero también emocionado por lo que les esperaba.

Finalmente, llegaron a una colina desde donde se veía una casa imponente y antigua, rodeada de árboles frondosos y luces parpadeantes. "Ahí está," dijo Tobi, señalando la casa. "El Mago de los Sueños os está esperando."

Ken y Aiko se miraron, sabiendo que el verdadero viaje apenas comenzaba. Con una mezcla de anticipación y determinación, dieron los primeros pasos hacia el lugar donde todas las respuestas les serían reveladas.

Ken y Aiko se acercaron a la imponente puerta de la casa del Mago de los Sueños, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación. Al tocar la puerta, esta se abrió suavemente, revelando un vestíbulo cálidamente iluminado y decorado con símbolos antiguos y hermosos tapices.

Un hombre de porte majestuoso y mirada penetrante les dio la bienvenida. Su presencia irradiaba poder y sabiduría. "Bienvenidos, Ken y Aiko," dijo con voz firme pero amable. "Soy el Mago de los Sueños."

Ken sintió un escalofrío al escuchar su voz. "Gracias por recibirnos," dijo, intentando ocultar su nerviosismo.

El mago los condujo a una sala amplia, donde se acomodaron en cómodos asientos. "Ken, hay mucho que debes saber sobre tu presencia aquí," comenzó el mago. "Primero, debes entender que estás atrapado en un sueño mágico. Este mundo es una creación única, y debes salvarlo para poder regresar a tu mundo."

Ken lo miró con asombro. "¿Salvarlo? ¿Cómo?"

"Hay una amenaza que se cierne sobre este reino, y tú has sido elegido para enfrentarte a ella. Sin embargo, hay algo más que debes saber. Si mueres en este mundo, revivirás, pero jamás podrás salir de aquí y ver a tu familia nuevamente. Y si mueres por segunda vez, no revivirás más. Sin la salvación de Cristo, tu alma se perderá."

Ken quedó atónito ante esta revelación. "¿Qué quieres decir con la salvación de Cristo?"

El mago sonrió ligeramente y asintió. "Soy cristiano, y mi fe me ha guiado a través de muchos desafíos. Según la Palabra de Dios, todos hemos pecado y estamos separados de Dios, pero Él nos ama tanto que envió a Su Hijo, Jesucristo, a morir por nuestros pecados. Al aceptar a Jesús como tu Salvador, recibes el perdón y la vida eterna. Es el regalo más grande y la única manera de evitar la condenación eterna."

Ken escuchaba atentamente, sintiendo una mezcla de confusión y esperanza. "¿Y qué debo hacer?"

"Debes creer en tu corazón y confesar con tu boca que Jesús es el Señor, y que Dios lo levantó de los muertos. Al hacerlo, serás salvo," explicó el mago. "Este mensaje no solo es vital para tu vida aquí, sino también para tu vida eterna."

Ken asintió lentamente, absorbiendo cada palabra. "Nunca había escuchado algo así. ¿Crees que puedo hacerlo?"

"Lo creo, Ken. Tienes un propósito más grande del que imaginas, y Dios tiene un plan para ti. No estás solo en esta misión," dijo el mago, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de Ken.

Aiko, quien había estado escuchando en silencio, añadió: "Estamos contigo, Ken. Juntos enfrentaremos cualquier desafío que venga."

Con renovada determinación, Ken se levantó y miró al mago. "Estoy listo para hacer lo que sea necesario. Quiero salvar este mundo y encontrar mi camino de regreso."

El mago sonrió, satisfecho. "Muy bien, Ken. El camino será difícil, pero tienes la fuerza y el coraje necesarios. Vamos a preparar todo para tu misión."

Mientras se dirigían hacia la salida de la sala, Ken sintió una nueva esperanza y propósito ardiendo en su corazón.

Ken, Aiko y Tobi se reunieron en la amplia sala del Mago de los Sueños, quien había preparado todo lo necesario para la misión. El mago comenzó a explicarles la amenaza que debían enfrentar.

"El Mago de las Pesadillas ha infiltrado este mundo," dijo con gravedad. "Su poder está basado en el miedo y la desesperación. Si no lo detenemos, sus pesadillas consumirán todo a su paso, sumiendo a nuestro mundo en un caos interminable."

Ken frunció el ceño, asimilando la información. "¿Y cómo puedo yo, alguien que ni siquiera pertenece a este mundo, ayudar a detenerlo?"