Capítulo 10

¿Que hago? ¿Le digo que si o me invento alguna historia? 

Al ver que no contesto Lucas me dice:

-Oye, que si no quieres no pasa nada. Dejalo, ha sido una tonteria.

Como solo se vive una vez en la vida, ¿que mas da que salga a cenar con él?

-Perdón estaba en mi mundo, claro que quiero cenar contigo. ¿Te parece bien que quedemos a las 9:30 en mi casa?

-¿¡Enserio!?- Dice Lucas con voz de incrédulo. Pobre, debe estar flipando.

Me empiezo a reir muchisimo y le digo que si, quedamos a esa hora en mi casa. Cuelgo y sonrío. No se porque pero me invade una ola de felicidad increible. Ojala pase rápido el tiempo, quiero verle.

Salgo del baño y gracias a los dioses, mi jefa no esta por ningún lado. Mejor, no tengo ganas de soportarla. En todo el tiempo que llevo trabajando para ella, me he dado cuenta de que es una tia caprichosa, que siempre consigue lo que quiere. No creo que sepa lo que es trabajar de verdad. Siempre ha tenido subordinados que le hagan sus cosas mientras ella se pinta las uñas o se pone tres capas de maquillaje.

Voy a mi mesa y me pongo a trabajar. Al cabo de dos horas, sigo con millones de informes sobre la mesa. El ascensor suelta su típico pitido de llegada a una planta, y veo un impresionante ramo de rosas rojas como la sangre. El repartidor que las lleva viene a mi mesa y saluda.

-Hola, ¿que tal?- Mira la tarjeta donde supongo que pone el nombre de la persona al que va destinado el ramo y pregunta: -¿Sabe donde se encuentra la señorita Maria Ruiz?

Justo en ese momento, me quedo sin habla. Quien me ha regalado a mi esto. Son preciosas y huelen muy muy bien.

- Sí, soy yo.- Digo con voz entrecortada por la impresión.

-Pues tome, esto es para usted.- Me entrega el ramo y la tarjeta. Se despide y le veo desaparecer por las escaleras. La leo y se me instala una sonrisa enorme en la cara.

"Las flores a tu lado, pierden su belleza. Ya que tu eres preciosa. Nos vemos esta noche" Lucas.

Como hoy tengo que ir al taller a por mi querido coche, aprovecho que no está mi jefa y diez minutos antes de que sea la hora de salida, me voy.

Llego al taller veinte minutos despues, pago el coste de la reparación y al fin me dan mis llaves. 

Mi coche es un mini countryman. Siempre me han encantado los mini, son tan pequeños y cómodos que cuando reuní el dinero para poder comprarmelo, no lo dude ni un segundo.

Llego a casa y aparco. Espero que hoy este Ana en casa, la necesito. No se que ponerme y a ella le encanta todo lo que tiene que ver con la moda. Además se le da genial maquillar y peinar. Es un tres en uno.

Abro la puerta y me la encuentro roncando en el sofá. Suelto el bolso y como soy un poco perra y me encanta hacerla enfadar, voy a la cocina, saco la botella de agua helada de la nevera y voy a donde se encuentra Ana. Esta en una posición perfecta: la boca abierta, la cabeza fuera del sofa y una pierna encima del sofa. Vuelco la botella en su cara y del susto que se lleva cae de boca contra el suelo.

Me parto de risa tanto que me caigo de culo y me duele la barriga de tanto reirme. Ana me mira cabreada y se levanta muy digna y lo que queda de agua me lo tira a la cara. Se empieza a reir tambien y acabamos muertas de risa. Sí, nuestra amistad es así de rara. 

Le cuento lo de esta noche y se levanta arrastrándome a mi hacia su cuarto. Me pruebo un montón de vestidos hasta que encuentro uno increible. Negro hasta la rodilla, con un escote en uve con pedrería por todos los filos del escote, acompañado de unos taconazos negros.

Me maquilla los ojos y me pone brillo de labios, me riza el pelo y cuando miramos el reloj vemos que son las 9:30.

Llaman al timbre y sé que es Lucas. Bajo rápidamente y me encuentro a Lucas, con unos vaqueros que le sientan increíblemente bien, una camisa blanca y su cara de malote. Cuando me ve sonríe de lado y  se acerca a mi lentamente. Me besa y yo creo que estoy en el cielo. Como besa, por dios.

Nos subimos a su coche y pienso:

"Que pasará esta noche"