Prólogo

Marcia y yo, tuvimos una fuerte discusión ayer, ella insiste en sus celos obsesivos por Natasha y Soraya, según ella las chicas absorben demasiado de mi tiempo y atención.  

Ya le expliqué hasta con dibujitos, que los tres siempre hemos sido muy unidos. 

Pero bueno, parece no entenderlo. 

Vengo llegando a su apartamento, para sorprenderla, una cena romántica y sexo de reconciliación. No estoy seguro de amarla, pero si se que la extraño, que su compañía me gusta, Marcía es una mujer hermosa, inteligente y sexy.  Probablemente si la ame y solo esté haciéndome el pendejo, los hombres somos bien torpes, para esto del amor. 

Abro la puerta con mi llave, sé que esta en casa, porque su turno en el hospital terminó esta tarde. Traje algunas cosas para preparar la cena y una botella de su vino preferido. 

Entro con cuidado al apartamento, mi intención es sorprenderla, seguramente esta descansando, es lo que siempre hace después de un turno demandante en el hospital. Pongo las bolsas sobre la repisa de la cocina, para luego dirigirme hacía la habitación  que compartimos, cuando me quedo a dormir aquí, que es casi siempre. 

Unos ruidos extraños me alertan y hacen que mi corazón se acelere.  

“Esto no puede ser, lo que creo que es” 

Abro la puerta del cuarto de golpe,  para encontrarme a mi novia con un tipo, teniendo  relaciones, en la misma cama, donde tantas veces lo hemos hecho ella y yo. 

La mirada asustada de Marcia se fija sobre mi, mientras se queda inmóvil. 

La ira hace que mi sangre hierva, sin pensarlo mucho llevo mi mano a un costado de mi chaqueta,  para sacar el arma, que siempre uso, una Beretta 92, de nueve milímetros. La empuño, quito el seguro y apunto hacía Marcía, lo único que  me provoca, en este momento,  es descargar sobre ella mi arma. 

Mi mano tiembla, mi visión se nubla, mientras escucho decir a Marcía.

—Víctor, por favor cálmate, vamos a hablarlo, baja esa arma, piénsalo bien.