Un pequeño secreto

Capítulo 1

Era una mentira decir que Alec había logrado olvidarse por completo de Savannah, aquella chica que fue su mejor amiga durante prácticamente toda su vida y a quien había amado en secreto desde que supo lo que era sentir atracción romántica por otro humano.

Pero siempre trataba de no pensar demasiado en ello, después de todo, Savannah decidió marcharse sin mirar atrás y sin despedirse, como si no importara toda aquella vida que había permanecido al lado del otro.

Desde hace meses Alec dejó de adivinar las razones de su partida e intentó continuar su vida como si nada hubiera sucedido, incluso si desde aquella noche él sintió que su vida nunca fue la misma como si una parte de él se hubiera marchado con Savannah aquella noche en que desapareció sin dejar una sola pista de dónde encontrarla.

Alec no pensaba más en ella, si se lo preguntas, para él no había sucedido nada que lo lastimara. Pero sólo su familia sabía cuánto añoraba aquellos momentos en que existía un mundo donde sólo se encontraba Savannah y él, donde todo lo demás desaparecía por completo y había una persona que podía entenderle por completo con sólo una mirada.

A veces, fingir que nada había sucedido era más fácil que explicarle al mundo entero por qué su mejor amiga pudo alejarse repentinamente sin una explicación.

Porque si pensaba demasiado en ello, nunca podría encontrar la respuesta correcta.

Sólo un día, “Savannah y Alec” se convirtió en Alec.

 

Aquella cena familiar estaba destinada a irse al fracaso, había una tensión extraña que cada integrante de la familia podía sentir y el aura que los rodeaba era tan intensa que se sentía como si aquella calma estuviera colgando de un delgado hilo.

Alec levanta sus ojos y observa a su padre mirando con el ceño fruncido la silla vacía a su lado, donde su hermano mayor acostumbra sentarse. Toma una respiración profunda y aclara su garganta antes de pronunciar aquellas palabras que estaban a punto de cambiar su vida.

—¿Qué es lo que sucedió?— pregunta y su padre regresa su mirada hacia él.

Busca en la bolsa interior de su saco y deja un sobre de papel sobre la mesa de mármol, Alec toma aquel sobre entre sus dedos para luego sacar aquello que había en su interior.

—Tu hermano nos ha estado guardando un secreto que puede arruinar su reputación si llega a ser de conocimiento público— exclama el hombre y Alec se pregunta qué es lo que su hermano estaba ocultando.

En el instante en que sus ojos se fijaron en el papel, su corazón se detuvo por un par de segundos antes de comenzar a latir desenfrenadamente contra su pecho.

En aquella fotografía estaba su hermano, Savannah quien se seguía viendo igual que los recuerdos borrosos de la última noche en que la vio y en sus brazos estaba un niño pequeño.

El niño no debía de tener más de dos años y lucía como una mezcla de los rasgos de su hermano combinados con los de Savannah. Por más que lo intentara no podía apartar su mirada de aquella fotografía. Su corazón dolía y al mismo tiempo, aquellos sentimientos que trató de reprimir en el fondo de su ser durante los últimos años salen a flote.

Carajo.

Sentía la furia recorriendo su cuerpo y al mismo tiempo el amargo sabor de los celos inunda su cavidad bucal. Alec no era un hombre que se molestaba con facilidad, ni mucho menos con algún miembro de su familia. Para él, la familia era lo más importante y creía que todos pensaban lo mismo.

Pero Emilio tenía un hijo secreto con la mujer que había amado desde el primer momento en que se conocieron. Aquella chica que no ha podido olvidar en los últimos años. Su hermano, que sabía perfectamente lo mucho que amaba a Savannah y que era consciente de que su sueño siempre había sido formar una familia y casarse con ella.

No sólo no le había dado su ubicación mientras él se culpaba por el error que pudo haber cometido <<incluso si no sabía qué era lo que había hecho>> sino que también tenía un hijo con ella y nunca se lo mencionó.

Si Emilio en verdad quería a Savannah, lo suficiente como para formar una familia con ella, Alec podría olvidarse de lo que alguna vez sintió. Pero le hubiese gustado enterarse por alguno de ellos y no porque su padre le mostrara una fotografía de la pareja con el pequeño.

Se escucha la puerta abrirse y Alec se pone en pie sin poder contener las emociones que estaba experimentando. Reconoce los pasos de su hermano y acelera los propios mientras escucha cada uno de los acelerados latidos de su corazón.

—¿Puedes explicar esto?— cuestiona Alec en voz alta mientras deja sobre las manos de Emilio aquella fotografía.

—¿De dónde la tomaste?— pregunta Emilio.

—No importante quién o dónde la haya tomado, ¡Quiero que me digas qué es lo que significa esto!— Emilio observa a Alec sin poder decir una sola palabra.

—Alec, cálmate— escucha la voz tranquila de su madre y en ese instante las primeras lágrimas comienzan a caer por sus mejillas.

—¿Por qué nunca me dijiste que sabías donde encontrarla en todo este tiempo?— sus ojos se posan sobre Emilio esperando una respuesta.

—Por más que quiera decirte todo lo que esperas que responda, no me corresponde a mí hacerlo, Alec. Savannah es quien debe darte respuestas— el problema era que en todo este tiempo, ella nunca lo hizo.




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