Capítulo 1: Un Cumpleaños Diferente

Era un nuevo día, las aves movían sus alas y salían del nido, ubicado en un árbol en el jardín de una casa de Maida Vale, en Londres. El 10 de julio del 2016 iniciaba su soleada mañana, y, en aquella casa, en una de las habitaciones, el sol brindaba su luz mañanera a un joven. Aquel joven se levantaba un poco, se tallaba los ojos y se acomodaba el cabello castaño.

El ver su teléfono, ubicado en la mesa de noche, se dio cuenta del día, era el día.

Aquel chico tenía como nombre Liam Baker, y ese mismo día cumplía once años. Liam era un chico normal, como los demás. Era tímido con los demás, pero dentro de su círculo familiar era bastante participativo, muy normal.

Aún que él, junto con su hermano Tom Baker, de nueve años, no se podían considerar completamente normales. Desde niños hacían cosas que los demás no, como hacer que los tenedores de plástico flotaran por alguna razón cuando ellos estaban ahí, o hacer que el cabello de la profesora de matemáticas cambiará a rosa, con el simple hecho de pensarlo.

Liam no sabía por qué pasaban esas cosas, pero trataba de no pensar mucho en ello, a fin de cuentas, todo lo demás era bastante normal, excepto que cuando le daba flojera cambiar de canal, la televisión lo hiciera sola.

Pero ese día pintaba a ser bastante normal, Liam olía el rico desayuno, así que se levantó de un salto para alistarse. Se puso, como casi siempre, su pantalón de mezclilla, sus clásicas zapatillas deportivas, su camiseta blanca y arriba una camiseta verde a cuadros.

Bajo las escaleras, y vio la sala a su izquierda, estaba desocupada, así que toda la acción estaba en la cocina.

-ah, buenos días! – le dijo su madre, la señora Baker, saliendo de la cocina

-buenos días, hijo – saludo su padre, el señor Baker, acomodando la mesa

La señora Baker era una mujer guapa, de cabello largo y de color castaño claro. Ella tenía una sonrisa encantadora, y muy contagiosa, como su estado de ánimo, fuerte y alegre. Era la matriarca de la familia, y nada pasaba sin que ella lo autorizará, aún que era bastante permisiva.

El señor Baker era un hombre, de apariencia tan normal como la de todos. Tenía el cabello corto, de color negro, él era el único de la familia que lo tenía así, ni Liam ni Tom habían heredado ese color de cabello. Él tenía una apariencia amable, como la de Liam, se podía confiar en el apenas verlo por la calle. Era el súbdito de la señora Baker, como todos en la casa, aún que se podía poner realmente serio si la situación lo ameritaba.

-LIAAAAAAM! – grito una voz infantil, corriendo las escaleras, y llegando de un salto al comedor -FELIZ CUMPLEAÑOS! – le dijo Tom Baker apenas lo vio

Tom era bastante más parecido a su padre que a su madre, a diferencia de Liam, que se asimilaba más a su progenitora. El menor de los Baker contaba con nueve años, aún que en un par de días cumpliría los diez años. Tom era bastante afín a Liam, aún que, como buenos hermanos, a veces discutían, pero la mayoría del tiempo estaban bien el uno con el otro.

Cómo fuera, Liam agradeció, y fue a ayudarle a su padre a terminar de cocinar el desayuno. A Liam le gustaba estar en la cocina, le parecía muy interesante, y sabía realizar una que otra cosa, pues su padre le había enseñado.

Cómo tal, Liam no era ni mimado ni desatendido, tenía una buena familia, que quería mucho, y su cariño era correspondido. Reprendido cuando tocaba, y alabado en la ocasión correcta era como se había criado.

-entonces, Liam ¿Qué te gustaría de regalo? – pregunto su padre guiñando un ojo, ya con todos sentados en la mesa

-hmmm, no mucho, con salir a donde sea está bien – contesto Liam con una sonrisa

-oh, vamos, no te conformaras solo con eso, ¿verdad? – la señora Baker rio un poco

-jeje, es en serio! – Liam rio un poco – aunque… bueno, unos zapatos nuevos no me vendrían nada mal…

-pues los mejores de la zapatería serán! – su padre rio animadamente

-y que hay de mí? – pregunto Tom, un poco cabizbajo

-bueno, hoy no es tu cumpleaños – la señora Baker cruzo mirada con su esposo, que asintió – aunque… seguramente habrá unos de tu talla también

-siiii, vamos, vámonos ya! – Tom empezó a comer rápido, incluso se bebió su jugo de naranja de un trago

La familia continúo desayunando, contenta. Ya después de un rato, cuando terminaron, se alistaron para salir.

Generalmente, Liam disfrutaba los paseos familiares, fueran a donde fueran. Incluso a los típicos viajes al supermercado, Liam se la pasaba bien. En esta ocasión, el viaje era un motivo más que suficiente para alegrarse, una opinión que Liam y Tom compartían.

La primera parada de la familia fue a un museo, en donde Liam y Tom observaron fósiles de dinosaurios, criaturas que Liam y Tom adoraban. Pasaron por entre los huesos de los enormes y diminutos saurios, muy divertidos.

Liam veía un fósil de copsognatus, una pequeña criatura, que estaba fija, mirando e imitando el movimiento del rugido hacia arriba. El chico sonrió, y se imaginó como seria la criatura cuando estaba viva. Río, al pensar en la divertida imagen del fósil moviéndose, pero, de repente, detecto algo. El copsognatus movió la quijada, y miro a los lados, después giro sobre sí mismo y miro a Liam. El chico se sorprendió, y mejor se apartó rápidamente de ahí.

Suspiro, y mejor no dijo nada, a pesar de querer comentarlo con todas sus fuerzas. Siguieron el recorrido, hasta que termino, y, felizmente, fueron a comprar un helado a una heladería cercana. Liam pidió su clásico helado de menta con chocolate, y Tom pidió uno de mango, bastante fresco.

El fresco día hacia aún más contento a Liam, tanto que olvido de momento lo que había pasado en el museo. La familia estaba sentada en una banca, en un parque, hablando contenta, mientras terminaban su helado. Liam miro al cielo azul, había nubes blancas, pero también había una lechuza, que miraba a Liam fijamente.